Rosa La Sanguinaria

Rosa La Sanguinaria

20 enero, 2022 0 Por Alberto Martin
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Es muy probable que si me preguntaran por una lista de los libros que más he disfrutado leyendo el pasado año, estaría, sin dudarlo, Reyes de la Tierra Salvaje, del encantador y elocuente Nicholas Eames. Los motivos son varios (aunque podéis leer directamente la reseña que escribí en esta casa hace pocos meses), pero entre ellos se encuentran, qué duda cabe, una capacidad magistral de encadenar aventuras tras aventuras, un sentido del ritmo increíblemente ágil y trepidante y, sobre todo, unos personajes maravillosamente escritos que son capaces de enamorar y encandilar sin apenas pestañear. Si todo esto lo regamos con una cuantas copas de humor y unas pocas especias de grimdark que le dan el toque amargo y penetrante exacto, tenemos una obra de fantasía de lectura obligatoria para los amantes del género… y para todos aquellos que quieran adentrarse en él.. La duda, ahora despejada de manera inequívoca, era si sería capaz de repetir la jugada, si su siguiente obra sería tan original y divertida como lo había sido la primera: si volveríamos a emocionarnos de nuevo con las aventuras que Nicholas Eames nos tuviera preparadas. La respuesta rápida es sí. Una más larga sería que sí, pero de manera un tanto diferente. A mi parecer, mejor.

 

Y comento que es diferente precisamente porque parte de ese ritmo trepidante y que casi no te dejaba respirar en Reyes de la Tierra Salvaje se ha apaciguado. No se ha perdido, porque sigue estando ahí y prueba de ello es la maestría con que se maneja el autor para narrar batallas: más grandes o más pequeñas, la pluma de Eames es un dechado de virtudes, en este sentido. Simplemente, ha sabido encontrar el ritmo adecuado para explicarnos un historia de amor. Sí, sí. No me he equivocado: Rosa La Sanguinaria contiene mucho amor. Es bonita en el mejor de los sentidos. Y quizás suene muy extraño hablando de una obra de fantasía un tanto macarra y un tanto oscura. Pero Eames ha sabido centrarse en esta extraña familia compuesta por los integrantes de Fábula y dotarlos de una dimensión muy humana, muy cercana. Y ha sabido ponernos de nuevo la piel de gallina con algunos fragmentos que difícilmente olvidaremos.

 

Rosa La Sanguinaria tiene como protagonista a Tam Hashford, una joven barda (los que hayáis leído la primera parte, sabréis que ha escogido un oficio de alto riesgo) que ha conseguido el sueño de su vida: formar parte de Fábula, la banda compuesta por la legendaria Rosa La Sanguinaria, el druin Cirrolibre, la invocadora Cura y el chamán Brune. Todos ellos encaran su gira final con la que pondrán punto y final a su vida como mercenarios… o quizás no vaya a ser tan sencillo como esperaban. Esta continuación de Reyes de la Tierra Salvaje (se puede leer de manera independiente, es cierto, pero creo que perdería parte de su encanto) continúa, valga la redundancia, expandiendo el maravilloso y cruel mundo que nos presentaron en el libro inicial: los mercenarios son considerados grandes estrellas, famosos por los que todo el mundo suspira y por los que todos pagan por ver en la arena luchando a muerte contra monstruos salvajes y fieros… o no tanto. Porque si algo me encanta de Eames es su incidencia en que el mayor monstruo es el ser humano quien esclaviza y mata por diversión a cientos de, mal llamados, monstruos.

 

Las dos dimensiones de esta obra, la épica y la íntima, funcionan de manera casi perfecta y aunque es cierto que tarda en arrancar, también lo es que sabe arrastrarnos gracias no sólo a sus personajes principales sino a las decenas de personas con las que se irán encontrando y conviviendo. De hecho, uno de los aciertos de esta continuación es no abusar de la reutilización de personajes de la anterior obra: Eames es una fuente inagotable de aventuras y personajes y no quiere quedarse en el simple guiño de ojo (aunque alguno hay) a su anterior obra. Si algo reaparece aquí, es por un motivo en concreto y no por un simple homenaje. Y doy gracias por ello: Eames no se sienta confortablemente en el buen sillón que se había construido con Reyes de la Tierra Salvaje, sino que, como sus personajes, se adentra por tierras vírgenes para traernos nuevos personajes y monstruos.

 

Por si quedara alguna duda, Rosa La Sanguinaria es un paso en firme en la obra de Nicholas Eames, la confirmación de que se trata de un autor que, en adelante, vamos a seguir con fervor. Esta segunda entrega es, quizás, algo más relajada que la primera, que asentó las bases del mundo que aquí expande y profundiza con gran destreza. Más lento, quizás, pero más emotivo, sin duda. Rosa La Sanguinaria emociona, pone la piel de gallina y alguna que otra lágrima en nuestros ojos, pero sobre todo deja un poso difícil de llenar: nos va a costar permanecer alejados de sus personajes y de Grandual hasta que llegue la anunciada tercera entrega. Hasta entonces, nos quedamos con estas dos estupendas novelas que nos han regalado unas cuantas horas de diversión. Pero por favor, que no tarde en publicar la nueva obra.