Análisis Blasphemous 2

Análisis Blasphemous 2

17 agosto, 2023 0 Por Alberto Martin
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El éxtasis de la penitencia

A nadie sorprenderá ya a estas alturas que diga que uno de los indies de 2019 fue, sin lugar a dudas, Blasphemous: un metroidvania que asentaba su identidad en toda la liturgia e iconografía católica a la que tan acostumbrados estamos. Un juego que se fue puliendo en los años siguientes junto con una serie de DLCs que hicieron las delicias de aquellos que querían más, mejor y más difícil (de hecho, esta segunda entrega empieza justo tras los acontecimientos de Wounds of Eventide). Por eso, este verano ansiaba, con fervor casi religioso (me perdonaréis la broma), la aparición de sus secuela: después de haber disfrutado como un niño con su primera entrega, tenía pocas dudas de que su continuación estaría, como mínimo, a la altura. Y no sólo ha estado a la altura, sino que asciende hasta los cielos de los metroidvania y va a ser uno de los indies de este año.

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Nos encontramos de nuevo con el Penitente, figura ya fácilmente reconocible en la industria de los videojuegos, quien debe hacerse cargo de la profecía que anunció el Corazón que descendía del cielo: la llegada del Milagro y el nacimiento de un nuevo retoño con poderes omnipotentes. En un nuevo escenario, y con nuevas monstruosidades y deformidades que se han alzado, el Penitente deberá enfrentarse en una prueba final de fe y desesperanza. Recuperando toda la mitología religiosa que ya pudimos disfrutar en la anterior obra, The Game Kitchen ha ampliado y profundizado todo su lore con una cantidad casi abrumadora de personajes y objetos que nos ayudarán a entender un enorme mundo corrupto y las consecuencias del Milagro. En Blasphemous 2 vamos a encontrarnos con un gran abanico de personajes nuevos que sirven para narrarnos el universo que nos envuelve a través de pequeñas misiones secundarias que, casi sin darnos cuenta, iremos completando de forma paulatina, a medida que desbloqueemos nuevos caminos. Y aquí es donde está el primero de los milagros que alcanza el juego: consigue que sintamos todo su mundo como uno que está vivo y en constante evolución. A medida que progresemos y realicemos ciertos actos, los personajes van a ir cambiando y consigue hacernos partícipes de su historia y sus acontecimientos de una manera natural y orgánica: es un gozo descubrir cada rincón de este mundo porque todo aquello que realicemos nos va a servir para algún propósito.

No hay tiempo para aburrirse: como buen metroidvania que es, en Blasphemous 2 el backtracking es, simplemente, excelente. En las más de 20 horas que me ha llevado, jamás se me ha hecho tedioso recorrer los mismos escenarios, puesto que están excelentemente interconectados. A ello se suma el diseño de niveles del juego: es apabullante cómo de bien pensado está cada escenario. Ya no es simplemente que cada pequeña sección sea en sí misma una pequeña prueba que requiere de habilidad en el salto y en el combate, sino que cada uno de los niveles está pensado como un gran puzle que resolver. El juego nos obliga a aprender en cada uno de ellos nuevas mecánicas que se van a ir acumulando y van a dotarlo de una profundidad y complejidad que, visto desde fuera puede parecer avasalladora, pero que iremos integrando de forma natural y paulatina. En los últimos compases, la dificultad es alta, pero el juego sabe enseñarnos tan bien sus mecánicas, que aprehendemos las habilidades del Penitente de una forma casi inconsciente.

El arte de Blasphemous 2 sigue siendo sobresaliente

Blasphemous 2 basa su jugabilidad en dos pilares que por separado son excelentes pero juntos funcionan de forma sublime: el plataformeo y el combate. El primero de ellos toma las bases de la primera obra y lo mejora en todos los aspectos: la agilidad y precisión son una necesidad y el error más mínimo se paga caro. Con secciones de salto y pruebas a contrarreloj, Blasphemous 2 nos va a poner en más de un aprieto, dejando poco margen para el error y exigiendo al jugador que sea ágil a los mandos. Hay poco margen para la piedad.

Y el combate es, clara y llanamente, una delicia: pocas veces he disfrutado y sudado tanto a los mandos como en este videojuego. Las posibilidades son enormes: ataques normales y cargados, habilidades especiales, bloqueos, parrys, contraataques… Es cierto que al principio abruma y que cada encuentro con un nuevo enemigo es una prueba de fuego que deberemos sufrir en nuestras carnes, pero también es cierto que una vez interiorizado los patrones, vamos a pasar algunas de las mejores horas de juego en lo que va de año. A ello hay que sumar un nuevo elemento: la posibilidad de intercambiar nuestras armas con un simple botón. Al inicio de la aventura, se nos invitará a elegir entre una espada, dos ágiles dagas y un contundente mangual. Cada una de ellas propone un estilo de combate completamente diferente: unas rápidas pero débiles estocadas con nuestras dagas, una aplastante brutalidad con nuestro mangual o un equilibrio entre ambas que nos ofrece la espada. Empezaremos con una de ellas, pero a lo largo de la aventura podremos desbloquear las otras dos: os aseguro que alternar entre todas ellas va a ser la clave para hacer de esta una aventura mucho más sencilla. Pero las armas no sólo afectan al combate: la exploración también se verá afectada por ellas, puesto que cada una de ellas abre nuevos caminos gracias a una serie de habilidades especiales. Así pues, si el combate ya era genial en el primero, en este segundo alcanza nuevas cotas celestiales con las que servidor ha gozado y sufrido.

El mapeado de Blasphemous 2 sigue siendo enrevesado y lleno de secretos

Y, por supuesto, los jefes finales. El colofón del combate: tanto por tamaño, habilidades, patrones y escenarios, cada uno de ellos se os va a quedar grabado en la retina. Se sufre y se disfrutan a partes iguales y, una vez conocemos sus ritmos, luchar contra ellos es una maravilla: comenzaremos llorando, pero acabaremos con una sonrisa, puesto que cuando entendemos que se nos exige para derrotarlos sentimos una satisfacción incomparable. Son combates intensos, colosales, de acabar con las manos temblando y el corazón en un puño: son la guinda del pastel.

¿Todo esto os parece mucho? Pues hay más: por un lado, las cuentas del rosario (que ya habíamos visto en la anterior entrega) que podemos ampliar para mejorar la habilidades defensivas del Penitente y que, avanzado el juego, resulta una ayuda casi indispensable para no caer de buenas a primeras. Por otro lado, el retablo de Favores: recién iniciada la aventura, conoceremos a El Montañés, un escultor que se ofrecerá a ampliar el retablo de figuras que llevamos a nuestra espalda. Podremos llevar hasta cuatro parejas de ellas y mejoran básicamente, las habilidades ofensivas del Penitente, pero debemos tener en cuenta las resonancias. Como os he dicho, van en parejas y la interacción entre ellas puede dar, de rebote, una serie de habilidades extras que nos harán más fáciles la aventura. Deberemos probar e interactuar con ellas para obtener los resultados que más interesen y que dependerán de nuestro estilo de juego.

Porque otro de los milagros de esta gloriosa obra es cómo es capaz de adaptarse a las preferencias del jugador y de su estilo, pero a la vez obligarnos a amoldarnos a sus desafíos. Los hay muchos y muy variados, pero podremos resolverlos de muchas maneras: el juego se abre desde un buen principio a nuestro antojo y podremos recorrer sus recovecos como queramos. Blasphemous 2 consigue un equilibrio increíble entre sus desafíos y nuestras aptitudes, una flexibilidad pocas veces vistas que, no por ello, hacen al juego menos inclemente.

Y aún no hemos acabado con los milagros de Blasphemous 2: supongo que ya lo estaréis viendo, pero el arte del juego es una maravilla que embelesa y perturba a partes iguales. Posiblemente, estemos ante algunas de las estampas más bonitas y cruentas que hayáis visto en un videojuego. Sus influencias pictóricas y arquitectónicas son por todos conocidas, pero reconocer el Patio de los Leones de la Alhambra o la mezquita de Córdoba mientras jugamos nos regala alguno de los momentos más mágicos del juego. Tampoco se queda atrás el apartado sonoro: el doblaje al castellano es de los mejores que hayamos podido escuchar en mucho tiempo, con algunas voces muy reconocible en el ámbito cinematográfico y con una interpretación excelente. Y la música es, también, excelente, con una serie de composiciones que se os quedarán grabas en vuestro día a día y que acompañan de manera excelente.

Blasphemous 2 da otra vuelta de tuerca a su extraño lore

No creo que os queden dudas, pero os aseguro que estamos ante uno de los mejores indies de este año: una obra que se asienta sobre todo lo aprendido de la primera entrega para mejorar y expandir su propuesta. Un equilibrio perfecto entre desafío y recompensa con una profundidad jugable envidiable: ofrece una versatilidad pocas veces vistas, pero exige, a cambio, que interiorices su retos, ritmos y patrones. Y una vez asumidos todos ellos es un incesante fluir, un placer y un goce casi místicos. Gran cantidad de desafíos, tanto principales como secundarios que hacen de esta aventura una auténtico imprescindible para los amantes de los metroidvanias. Sufriréis y os deleitaréis con el éxtasis de la penitencia.

Blasphemous 2

36.90 €
9.5

Historia

9.0/10

Jugabilidad

9.5/10

Diseño Artistico

10.0/10

Diseño de sonido

9.5/10

A Favor

  • Su apabullante apartado artístico y sonoro.
  • El combate y la exploración son una delicia.
  • Las novedades introducidas con las nuevas armas: un auténtico acierto.
  • La gran cantidad de cosas por hacer y descubrir.
  • Los Jefes Finales: un reto y un espectáculo.

En Contra

  • Que no te gusten los metroidvanias.