Cuentos de lluvia de primavera, de Ueda Akinari

Cuentos de lluvia de primavera, de Ueda Akinari

23 septiembre, 2021 0 Por Alberto Martin
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Las lluvias de primavera suelen anunciar un nuevo inicio. Tras el duro invierno, parco y frugal, la primavera irrumpe como un torrente de vida y luz, como un amanecer tras una larga noche. Sus lluvias, repentinas y renovadoras, crean una dulce armonía con el sol que rompe con todo lo que suponen los largos meses de invierno. La primavera es una promesa que se mueve entre la vigilia y el sueño, lo cotidiano y lo extraordinario: es la estación que aúna lo real y lo irreal gracias a la poesía esperanzadora con la que envuelve al mundo. Ueda Akinari lo comprendió perfectamente, pues para el escritor de los diez relatos que componen Cuentos de lluvia de primavera, la primavera era la estación perfecta para que pudiéramos abrir y leer cada una de sus narraciones: un ambiente alejado del tiempo y el espacio.

A Ueda Akinari se le conocía, hasta mediados del siglo pasado, como el autor del excelente compendio de relatos titulado como Cuentos de lluvia y de luna. Un grupo de relatos enmarcados dentro del género fantástico y que le granjeó una enorme fama y repercusión en la literatura nipona. Por fortuna, en 1951 pudo ser publicado este Cuentos de lluvia de primavera gracias al descubrimiento de partes que, hasta entonces, se hallaban extraviadas: así, por fortuna, este texto escrito en los albores del siglo XIX alcanzaba la luz. Hoy, por fin, llega una nueva edición, traducida directamente del japonés, esta obra que puede considerarse el testamento literario de su autor, pues moriría un año después de concluirla. Pero no solo por ello, sino por erigirse como un compendio de relatos y ensayos que enaltecen ese carácter tan a contracorriente que él siempre proclamó e hizo gala.

Cuentos de lluvia de primavera, bellamente editado por Satori,es un texto que, vestido con unas galas sencillas y casi austeras, esconde tras de sí una gran complejidad y densidad. Su estilo directo, sincero y, en ocasiones, humorístico, puede engañar al lector poco atento: sólo debemos darnos un paseo por la ejemplar y esencial introducción de Carlos Rubio para ser conscientes que se esconde muchísimo más tras cada uno de sus relatos de lo que pudiera uno pensarse. Dentro de estos diez relatos, muy distintos tantos en género como en extensión, vamos a tener la ocasión de adentrarnos en el género histórico (“La tela ensangrentada” y “Las doncellas celestiales”, los dos relatos iniciales, son una buena muestra de ello), idealista (el moralizante “Suteishi Maru” y los trágicos “La sonrisa de la muerta” y “La tumba de Miyagi), sobrenatural (“La deidad de un solo ojo”), burlesco (el agridulcemente divertido “El lazo de las dos vidas), picaresco (“Hankai”)… Pero también hay espacio para el ensayo poético con el relato “El pirata” y la escueta reflexión titulada “Enaltecimiento de la poesía”.

Como se puede observar, el texto está lejos de la homogeneidad, lejos de una uniformidad que le dé un aspecto coherente o unívoco: su mezcla de géneros puede desorientar a más de uno, pero es así precisamente como alcanza su máximo esplendor y su más alta cota de belleza. Es una obra irregular en el mejor de los sentidos, como las lluvias de primavera: un texto que esconde una miríada de sorpresas, que es capaz de insuflar ese carácter irreverente e inconformista del propio autor.

Ueda Akinari tuvo una vida digna, sin lugar a dudas, de una novela: sin padre reconocido, su madre, una cortesana que trabajaba en un burdel, lo rechazó a la temprana edad de tres años. Afortunadamente, fue adoptado por un mercader que le dio un lugar donde sentirse querido y una educación académica. Tras casarse y hacerse cargo del negocio familiar, perdió casa y negocio tras un incendio, lo que lo avocó a estudiar medicina y ejercer, durante un breve lapso de tiempo, de médico. Al final de sus días, viudo, pobre y prácticamente ciego, fue capaz de plasmar de una manera harto original este testamento literario, sin perder su particular humor, pero retratando sin ambages la crueldad de la vida y su belleza.

Siempre fiel a sus principios, siempre a contracorriente, Akinari compuso diez relatos repletos de vida y muerte, de humor y tragedia, de realidad y ficción a las puertas de la muerte. Su crudeza, su sinceridad, su sencillez, su calidez son hijas de esas primeras lluvias de primavera que deshacen las frías nieves del invierno.