Iconococlast, ahora en Nintendo Switch

24 agosto, 2018 0 Por Impozible Julín
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Análisis

Qué difícil es hacer una análisis cuando en la misma web ya hay otro redactor y sin embargo amigo que escribe mucho mejor que tú. Si no lo habéis hecho aún, podéis leer aquí la reseña que hizo Impozible Julín de Iconoclasts, título que yo también he disfrutado, con la diferencia de que lo he hecho de la forma más cómoda que se me ocurre, es decir, en el modo portátil que ofrece la híbrida de Nintendo, Switch. Antes de seguir cabe decir que este GRAN juego, es una obra de orfebrería y un trabajazo de una sola persona, que le ha llevado la friolera de ocho años. El responsable no es otro que el sueco Joakim “Konjak” Sandberg, primo hermano de Juan Palomo.

Arranco como siempre me gusta empezar mis reseñas, que es contándoos de qué va Iconoclasts, qué tipo de juego es. Estamos ante un juego indie, en el más amplio sentido de la palabra, del género plataformero con acción en forma de golpes y disparos, conpuzles, enfrentamientos contra jefes finales divertidísimos y variados (más de 20), algunos de ellos exigentes, y con tintes de metroidvania.

 

El juego tiene un desarrollo lineal, en el que sencillamente iremos avanzando por los numerosos y variados escenarios a través de la historia que nos cuentan, saltando, golpeando con nuestra llave inglesa, disparando, lanzando bombas, con el fin de conseguir nuevas armas y equipo que nos ayuden a resolver puzles, unos más difíciles que otros, y a enfrentarnos a los jefazos finales de cada fase, que también son un puzle en sí. No habrá ningún desafío entre jefe y jefe en cuanto a enemigos comunes se refiere, ya que estos no son ni poderosos ni numerosos, y tampoco nos encontraremos con plataformas que requieran toda nuestra habilidad y reflejos a los mandos. En algún puzle como decimos sí que encontraremos esa pizca de dificultad que nos vendrá la mar de bien. A nosotros y al juego.

Llegados a este punto hay que hablar del backtracking… Ya sabéis, eso que nos gusta tanto de avanzar, encontrar zonas a las que no puedes acceder por falta de habilidades o equipo, seguir avanzando y conseguir dichos poderes u objetos que nos permitan acceder a estas zonas anteriormente restringidas, y así hasta abrir todo el mapa. Pero como se trata de un juego de desarrollo lineal, aquí no me ha terminado de encajar bien esta mecánica, de hecho la veo mal, ya que explorar sólo nos sirve para conseguir una serie de mejoras, que nos sirven para explorar… Esto es como en el primer episodio de (Des)Encanto, la serie de Netflix, en el que Elfo, uno de los protagonistas dice “Nos pasamos el día fabricando golosinas para que nos paguen con golosinas, no tiene sentido”. Pues eso.

 

¿Pero qué hace especial a este juego? ¿Qué diferencia a Iconoclasts del resto de juegos de plataformas? Pues algo que os sorprenderá. Una muy buena historia y muchos diálogos, que por suerte o por desgracia puede resultar un arma de doble filo, ya que si no conectas con el argumento es posible que se te haga un poco de bola, sobre todo si tu única expectativa es saltar, disparar y derrotar a los brillantes jefes finales, y obviamente esto es lo más divertido del juego, no vamos a ir de “culturetas” a estas alturas de la película. Pero es que en este título la historia es un elemento más, y un elemento muy a tener en cuenta, que puede sumar enteros a la hora de valorarlo en conjunto, o restarle puntos. Sobre gustos, colores. Por cierto, todos los textos están traducidos a nuestro idioma, no os preocupéis.

El punto de partida de la historia, por hacer una breve sinopsis, nos pone en la piel de Robin, una mecánica que vive en una sociedad dominada por una secta maléfica que prohíbe el uso de las máquinas sin su autorización, en un mundo en el que el (preciado) combustible es el marfil, un líquido blanquecino que la secta venera como sagrado, ya que este elemento además de mover las máquinas puede conceder habilidades especiales a los humanos. A partir de aquí nuestra protagonista tendrá que huir, sobrevivir, e incluso infiltrarse en esta sociedad, con el fin de acabar con la secta y ayudar a la sometida población en una historia más compleja y adulta de lo que parece.

 

El apartado artístico de Iconoclastses un auténtico deleite para los sentidos. Gráficamente es un juego hermoso,con buenas animaciones, diseños originales, cuidados, variados y coloridos, tanto de los protagonistas, como sus enemigos y los elaboradísimos jefes finales, que es donde Joakim Sandberg derrocha toda su creatividad para ofrecernos creaciones tan majestuosas como divertidas, sacando músculo con el pixelart. Si nos dijeran que este trabajo es fruto de un departamento de diseñadores y artistas conceptuales en lugar de la labor de una sola persona, nos lo hubiéramos creído. Sin duda encomiable. La música que acompaña a esta obra es bastante buena, aunque debo reconocer que no se me ha “pegado” ninguna de sus melodías. Pero es música que suena a videojuego, como nos gusta decir por aquí, y es un currazo tremendo componer tantos temas originales que le vienen como anillo al dedo al título.

Esta versión de Switch además llega con novedades que se han implementado en el resto de plataformas, y que consisten en nuevos modos de dificultad que podremos elegir en cualquier momento, y la introducción del nuevo modo Boss Rush, para combatir contra los jefes.

 

En definitiva, estamos ante uno de los mejores indies del año, un juego divertido, largo (unas 10-12 horas), con un apartado gráfico de lo mejorcito, ni demasiado fácil ni terriblemente exigente, con algunos elementos que podrían haberse hecho mejor, pero con muchísimos que justifican la compra de este juegazo. No os lo perdáis.

 

 

 

 

 

 

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