Análisis de Prinny Presents NIS Classics Volume 1

La trayectoria de Nipon Ichi Software (NIS de ahora en adelante) en lo que a SJRPG se refiere es amplia y dilatada. Es una pena que al final sólo los recordemos por Disgaea, si más conocida franquicia.  Afortunadamente estamos en la época de los remasters, remakes y refritos varios, y aunque esto muchas veces nos lleve a relanzamientos que huelen más a saca cuartos que a otra cosa, de vez en cuando tenemos la oportunidad de revivir juegos que de otro modo se hubieran quedado en el olvido para siempre.

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Phantom Brave y Soul Nomad conforman este primer volumen de la compilación de clásicos y son no solo una bendición para los aficionados al género, si no un testamento de la enormemente fructífera época de PS2, cuando cada mes salían un buen puñado de JRPGs de todo tipo y pelaje y al variedad era abrumadora.

No voy a entrar en los pormenores del argumento de ninguno de ellos, pero baste decir que siguen derroteros muy cercanos al típico shonen anime, mezclando momentos super intensos con comedia, sin llegar por supuesto a los niveles de hilaridad y surrealismo de Disgaea. Donde sí que vamos a entrar, claro, es en cómo aguantan estos juegos a día de hoy. Y la respuesta a esta duda es… sorprendentemente bien.

Ojito, no sorprendentemente bien como Cyberpunk en PlayStation 4. Estos dos juegos se pueden jugar y disfrutar perfectamente a día de hoy, y sobre todo en modo portatil siguen siendo una experiencia bastante agradable para nuestros ojos. En la televisión, no obstante, hará falta un esfuerzo extra, cortesía de unos sprites que desde luego hubieran agradecido un buen remozado, aunque Phantom Brave aguanta bastante mejor que Soul Nomad. Pero en lo jugable son, eran y siguen siendo dos muy recomendables juegos de estategia por turnos, que exigen tiempo y dedicación para sacarles el jugo e interiorizar sus múltiples sistemas, pero a cambio ofrecen una experiencia profunda, divertida y generosa en contenido.

Soul Nomad es quizás el juego que tiene un jugabilidad más “tradicional”, siguiendo el cásico sistema isométrico organizado mediante una cuadrícula, con la particularidad de que nuestro protagonista puede invocar guerreros o como el juego los denomina, “manikins”, para que le ayuden en el combate. Previamente debe crear espacios donde colocarlos, teniendo en cuenta que el tipo de unidad y el lugar en el que los coloquemos va a influir en su eficacia en batalla. Podemos además equipar a estas tropas con objetos para potenciar sus habilidades Es un sistema versátil que nos invita a experimentar y a probar distintas soluciones, de modo que si una estrategia no resulta ser correcta, quizás otro arquetipo sea la solución.

Por su parte, Phantom Brave parte de una ambientación mucho más colorida y un planteamiento algo distinto. En este juego no nos desplazaremos por una cuadrícula, si no que nuestro personaje podrá moverse libremente dentro de un rango determinado y dentro del mismo, aplicar los ataques, habilidades o acciones que el jugador vea preciso. La particularidad de este segundo titulo es que todos los combatientes de este juego son espíritus que protegen a la protagonista de la historia, Marona. Y para que estos espíritus puedan darse de tollinas, necesitan ser confinados en un objeto físico, y debemos ser muy cuidadosos a la hora de elegir quién va en cada objeto, ya que los atributos propios de esos objetos van a influir en los atributos de nuestros combatientes. De nuevo, este sistema es muy juguetón  y muchas veces una buena elección al inicio de la escaramuza va a ser determinante para que lleguemos vivos al final.

A fin de cuentas, este primer volumen es un muy digno intento de traer de vuelta dos exponentes de un género que salvando el gigante en el que se ha convertido Fire Emblem, es cada vez más de nicho. Hasta el propio Disgaea ha tenido que conceder una serie de mejoras de calidad de vida, porque el planteamiento adusto, espartano y por qué no decirlo, anticuado de los legendarios juegos de estrategia de NIS cada vez tienen menos atractivo para el gran público. Probablemente que nos lleguen en inglés sea un factor que ponga una fila más de ladrillos a este muro de entrada, pero lo cierto es que si nos tomamos el tiempo de abrazar sus propuestas, tanto Phantom Brave como Soul Nomad van a darnos muchas alegrías y muchas, muchas horas de juego. Quid pro quo.