Análisis Switch: Celeste: El color de la evolución.

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Después de un año de oro para el género de los plataformas con títulos como Cuphead o Super Mario Odyssey el 2018 comienza trayéndonos Celeste, el nuevo título de los creadores de Towerfall Ascension, y no puedo imaginar una mejor forma de empezar el año.

En su premisa Celeste es simplemente un juego que trata de escalar una montaña, pero nada más alejado de la realidad. Es un complicado plataformas que se enmarca dentro de una historia de autodescubrimiento y se adentra en el terreno de la enfermedad mental. ¿Demasiado para un plataformas? Para nada, es un viaje inolvidable que merece ser recorrido. Controlaremos a Madeleine, o como prefiramos llamarla porque el juego nos da la opción de renombrar al personaje a la vieja usanza para tener una experiencia más persona. Madeleine es una inquieta exploradora pelirroja que se propone escalar la montaña Celeste huyendo de ciertos problemas en su vida. Desde el principio estamos advertidos de que la montaña es un lugar extraño en el que podemos experimentar cosas para las que no estamos preparados. Con este planteamiento daremos nuestros primeros pasos en esta difícil escalada.

El juego comienza enseñándonos las mecánicas simples que vamos a tener que utilizar a lo largo del juego y pondrá a nuestra disposición desde el principio todas las habilidades de Madeleine, como los buenos juegos. Estas habilidades van a ser únicamente saltar, escalar hasta que Madeleine se agote y dar un impulso. El impulso diría yo que es la habilidad más importante, solo la podremos usar una vez y Madeleine la recuperará cuando sus pies tocan el suelo. Se nos indica si disponemos de impulso con el pelo de Madeleine, cambiando de pelirrojo a azul cuando gastamos el impulso. Así tendremos que llegar a la cima de Celeste. La montaña cada vez nos irá asfixiando más, mentalmente y jugablemente, y nos nutrirá con nuevos elementos en el escenario con los que interactuar y que hacen la jugabilidad una maravila. Burbujas con las que podemos desplazarnos, nubes en las que saltar, plumas con las que podremos volar… Todo esto repartido por las distintas fases, ya que nunca nos apoderaremos de una habilidad. A pesar de que estas habilidades ya las hemos visto en otros juegos, el diseño de las fases es lo que hace que nos parezcan nuevas. Tenemos fases frenéticas en las que pararse un segundo significa fracasar y otras en las que vamos a tener que crear una estrategia previa y pararnos a pensar como demonios puedo llegar a ese saliente. El jugador va creciendo con el juego, tanto en habilidad personal como en implicación con la historia, a través de cada muerte. Porque vas a morir mucho en esa montaña.

Conforme vamos avanzando iremos conociendo a carismáticos personajes, unos más amigables y otros menos. Dejémoslo ahí para no entrar en spoiler, ya que de verdad merece la pena descubrir estos personajes por uno mismo y la evolución que tienen a lo largo de la escalada.Los problemas pasados que persiguen a Madeleine se hacen más evidentes con el avance, y son representados en la jugabilidad con plataformas más  complejas y enrevesadas. Sufriremos con ella y queremos salvarla a toda costa de su sufrimiento, una necesidad que no había sentido nunca en un plataformas. Esto es lo que hace al juego tan potente emocionalmente.

Durante el camino principal el juego nos irá poniendo retos en forma de fresas coleccionables (casi 200) que nos exigirán dos cosas: primero un extra de habilidad a la hora de cogerlas y volver a ponernos a salvo, y exploración de los mapas, ya que la mayoría están bastante escondidas. Esto le da al juego un reto extra, el cual ya está en el jugador aceptarlo durante la historia principal, dejarlo para una segunda vuelta o no ir nunca a por ellas. Además de las fresas en cada fase hay escondida un cassete que nos dará acceso a la “Cara B” de la fase, una versión de esta mucho más complicada que podremos jugar una vez la superemos. Y como coleccionable final cada fase también esconde una piedra preciosa. Al conseguirlas todas conseguiremos desbloquear algo.

Gráficamente nos encontramos ante un colorido 8-bit que les resultará familiar a los que hayan jugado el anterior juego del mismo estudio, Towerfall: Ascension. Los colores se irán tornando más chillones conforme avanzamos en la historia y en la frustración de Madeleine. El juego es muy elegante en sus menús y en los dibujos que podemos ver al finalizar cada fase, donde vemos representado un fragmento de la historia. Son preciosos y no me he podido resistir a hacer una captura de pantalla de cada uno de ellos para conservarlos.

Lo mismo ocurre con la banda sonora, donde se usa mucho el piano. La música se va haciendo cada vez más siniestra e histriónica conforme avanzamos, después de un comienzo agradable y melódico. A pesar de eso nunca te va a taladrar la cabeza, sino que son melodías pegadizas. El juego también hace uso de la vibración HD de la nintendo switch con cada salto y cada impulso que demos con Madeleine de forma muy bien implementada.

La historia principal tiene una duración de unas 7-8 horas. Yo he tardado unas 8 horas haciendo alguna que otra cara B y habiendo recogido 103 fresas de 175. Todavía me quedan unas cuantas horas de Celeste y tengo ganas de recorrer otra vez cada fase buscando las fresas que me faltan. El precio de 20€ en todas las plataformas (PC, ps4, xbox y switch) está muy bien ajustado dado la calidad del juego y la cantidad de contenido. Veo en este juego el posible principio de una saga, ya que está recibiendo buenas críticas y el propio creador ha dicho que las ventas van “muy bien”.

Es justo decir la admiración que me provoca este juego, tanto en la escritura de su historia como en el diseño de sus plataformas. Después de jugarlo sientes que has hecho el mismo viaje que Madeleine. Un juego con el que es sencillo empatizar y al que cuesta verle puntos débiles. Una historia contada con una delicadeza nunca vista en un juego de su género, preciosamente ilustrada y diseñada. Nada ml para un juego que va de escalar una montaña.