Matrix Resurrections
22 diciembre, 2021Déjà-vu?
Sin duda. Sólo con haber visto el tráiler está claro que la película va a ofrecer más de lo mismo que ya vimos en la trilogía, lo cual no es necesariamente malo. Ya han pasado 22 años desde que se estrenó The Matrix y todavía recuerdo cómo se me puso la carne de gallina al ver aquellos efectos tan espectaculares y cómo la trama nos arrastraba “down the rabbit hole”, igual que al protagonista, en un enrevesado juego de múltiples simbolismos. La anticipación de poder revivir sensaciones parecidas es razón suficiente para entender que no se haya pretendido hacer algo distinto. Quién se sorprenda por ello está un poco desubicado.
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Lo que queremos descubrir al sentarnos en la butaca es si el deseo al continuar con la saga es simplemente hacer caja o hay un interés más allá de lo económico. Y en mi opinión lo hay. Las meta-referencias y la confusión que sufren los personajes al comienzo de la narración consiguen en pocos segundos la complicidad del espectador, y la sensación intencionada de “esto ya lo he visto” cumple el doble propósito de hacer un guiño al significado que tenía dentro del argumento (aquella icónica secuencia del gato negro pasando dos veces por delante de un confuso Neo) y enganchar con la trilogía a modo de “Previously on Matrix…”. Y algo que podría haber sido un problema, como es el hecho de que hayan recurrido a nuevos actores para interpretar a personajes ya conocidos, no sólo no afecta a la coherencia de la historia, sino que se utiliza para intensificar ese efecto buscado de esto ya lo he visto pero era diferente. Como ocurre con los sueños. Y como les ocurre a los personajes principales. Ayudando aún más a entrar en su universo de confusión.
Y a partir de ahí, la explicación de lo que está pasando, mezclando como ya hicieron antes elementos del mundo de la programación con filosofía, psicología, una pizca de ese amor que todo lo puede, y alusiones a ciertos elementos fetiche en la actualidad, como el tratamiento tan acertadamente frívolo que dan a un tema que despierta tantas suspicacias como la dictadura de lo binario (“¿pastilla roja o azul?”… “¿Y por qué son solo dos opciones?”).
Una vez que sabemos dónde estamos y por qué, ya sólo queda disfrutar de dosis adecuadas de acción, con la estética y ritmo que ya conocemos y esperamos, engarzadas en un argumento bien construido sobre elementos anteriores. Carece de la brillantez que ofreció la primera película, tanto por su historia como por lo revolucionarios que fueron en su momento los efectos especiales, pero tiene la agradable virtud de ofrecer justo lo que esperas, como cuando repites una película que ya has visto, pero con la ventaja de estar viendo algo nuevo. Agradezco que no hayan tratado de replicar las complejas disertaciones del arquitecto que para mi gusto eran forzadas y pretenciosas, y es de destacar la interpretación de Neil Patrick Harris en el personaje que lo sustituye, mucho más fresco y gamberro.
En resumen, un producto que no sorprende pero que te hace sentir en casa, como el sabor de un plato de cuchara que te recuerda a tu abuela (perdóname Proust), que ha sabido evitar algunos defectos de Reloaded y Revolutions sin negar su existencia, y que cuadra con relativa facilidad como la cuarta pata de una banqueta que se concibió para tener solo tres.
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