Conozco a Óscar desde hace más de diez años. Por aquel entonces era simplemente un oyente de Reserva de Maná que comenzaba a dar sus primeros pasos en el podcasting y que tenía un pequeño blog llamado Noespaísparafrikis. Su primera incursión en el medio fue con un programa maldito sobre Capcom que nunca llegó a grabarse, pero su segunda intentona, un especial sobre la saga Far Cry, sí vio la luz. Desde entonces, poco a poco pasó a formar parte de la plantilla habitual del podcast, del que sigue siendo un miembro fundamental, y espero que lo siga siendo durante al menos diez años más.
Óscar y yo nos hemos encontrado en eventos de videojuegos, en esas quedadas cerveceras entre oyentes y miembros del programa que nos dan la vida —y que hace tiempo que no repetimos—, en su casa, en la mía, en cumpleaños sorpresa y donde haga falta para desvirtualizarnos de vez en cuando.
Pero, como diría el señor Lobo en Pulp Fiction: “No empecemos a chuparnos las pollas todavía.” Mi relación con Óscar, como todo en esta vida, ha pasado por momentos mejores y peores, de los que siempre hemos sabido reponernos, eso sí.
Seguro que también te interesa nuestro articulo Videojuegos contra la depresión
Un punto de inflexión fue el cierre de La Pistachería, el spin-off de Reserva de Maná centrado en el mundo Xbox que tanto éxito tuvo, y que tan bien llevaba Óscar. El motivo por el que decidí ponerle fin está más que hablado y, aunque fue una decisión meditada y tomada por el bien de un proyecto mayor, es algo que aún me pesa. Porque sé que Óscar es todo corazón, y él lo puso todo en aquel proyecto. Dicho sea de paso, viéndolo en perspectiva, la continuidad de La Pistachería tampoco tendría mucho sentido ahora, con el panorama actual de Xbox. A este respecto, aprovecho para recomendaros el fantástico artículo que tenéis en esta web sobre el bueno de Phil Spencer y sus amigos de la casa verde.
Pero volvamos al tema: hablar de ese pequeño gran blog que hoy es un medio independiente y que celebra una década de artículos, análisis, noticias y entrevistas. Y es que, si algo he defendido a lo largo de estos doce años como comunicador —y no me cansaré de repetirlo—, es que las cosas deben hacerse desde el corazón. Óscar puede sentirse orgulloso de ser un estandarte de esa filosofía, como he comentado en el párrafo anterior.
Orgulloso está también un servidor de haber podido aportar su granito de arena con más de treinta reseñas y unas cuantas noticias en esta web. Pero, como suele decirse, la vida nos come, y la escritura no es precisamente uno de mis puntos fuertes. Me cuesta sentarme a redactar, y por eso valoro todavía más el trabajo que hacen Óscar y su envidiable equipo: personas que, además de compañeros, son amigos. Y eso se nota. Se tiene que notar, vaya. No todos los medios —más allá de los que viven de esto— pueden decir que no se han convertido en otro esqueleto atravesado por la luz del sol.
Porque cuando arrancas un proyecto de este tipo con la idea de sacarle rédito económico, pasa lo que pasa. Y tenemos varios ejemplos recientes de ello. Pero no hablemos de los muertos. Ojo, no hay nada de malo en intentar vivir de lo que te apasiona —¡faltaría más!—, pero no somos el hombre mágico del país feliz ni vivimos en la casa de la gominola de la calle de la piruleta. La realidad es la que es: vivimos en un país donde la oferta de contenido es mucho mayor que la demanda, y más aún en un nicho como el de los videojuegos, donde no hay dinero. Al menos, no en la parte de la comunicación. Otra cosa es lo que nos vamos encontrando por el camino, y que de algún modo sirve para pagarnos los vicios o evitar que gastemos un dinero que no tenemos en algo que nos apasiona: el ocio digital (y no tan digital).
“Lo hacéis por los códigos”, dirán algunos. Amigos, os aseguro que tras más de diez años de trasnochar y madrugar para sacar un rato para preparar, grabar y editar un programa, o escribir un artículo, y a la vez seguir siendo un adulto funcional, no hay ningún saco de códigos que pague las horas de sueño que pasamos ni los encajes de bolillos que nos toca hacer a veces para no ganarnos una discusión con la parienta. Creedme: esto se hace por amor al arte y, sobre todo, por la gente que conoces.
Seguro que también te interesa nuestro articulo Nintendo, Gracias por enseñarme cómo no quiero que me quieran
Diez años no son nada, y estoy seguro de que Noespaísparafrikis cumplirá muchos más. Además, el proyecto ha sabido crecer con el paso del tiempo y adaptarse a nuevos formatos, como el de las reseñas en vídeo o algunas cositas que están por llegar. Ha madurado, igual que nosotros: nos hemos casado, hemos sido padres y, algunos, incluso nos hemos divorciado por el camino. Y lo ha hecho sin perder la esencia: hablar de lo que nos gusta, con honestidad y sin pretensiones. Esa autenticidad es lo que mantiene viva la llama, incluso en tiempos donde todo parece medirse en likes y visitas y donde el SEO se lo ha cargado todo.
Pero nosotros, mientras haya algo para jugar, ver o leer, aquí estaremos para contarlo. Porque este país, por suerte, cada vez lo es más para frikis.
- Diez años no son nada - 10 noviembre, 2025
- Análisis de Hammerwatch II - 2 septiembre, 2023
- Análisis New World - 21 julio, 2023






