Análisis Werewolf: The Apocalypse – Earthblood
8 febrero, 2021Hay una cosa que tenemos que reconocerle a Cyanide Studio y a Nacon…y es que tienen más huevos que el caballo de Espartero, lo siento pero llevo 15 minutos buscando otra expresión “más delicada” para expresar la valentía del estudio y el publisher pero no soy capaz de encontrarla. Esto lo digo porque hay que tenerlos bastante bien puestos para plantearse afrontar el desarrollo de una IP basada en una franquicia de rol tan potente, compleja y difícil de condensar como la creada hace casi 30 años por White Wolf. Y es que Werewolf: The Apocalypse – Earthblood , independientemente de la nota que encontrareis al final del texto, es un titulo en el que Cyanide ha querido demostrar que puede ser tan ambiciosa como la que más y ha puesto toda la carne en el asador para intentar hacerse un hueco en las videotecas, por desgracia bastante vacías, de las consolas de esta nueva generación.
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Y aunque Cyanide ya tiene cierta experiencia en esto de embarcarse con desarrollos que implican jugosas licencias, Space Hulk o BloodBowl son algunos ejemplos, no quiere decir que afrontar una nueva IP de otra licencia radicalmente distinta no sea un desafío y más aun teniendo en cuenta que con Werewolf: The Apocalypse tienen que lidiar con una licencia más desconocida entre los usuarios donde hay que presentar un mundo completamente desconocido y con un lore en continua expansión lleno de mitos y seres de leyenda. Un mundo en el que tres deidades Kaos, La Tejedora y el Wyrm colaboran por mantener el equilibro en Gaia. Pero una de ellas, Wyrm, ha quebrantado este equilibrio, corrompiendo a los hombres que, por culpa de sus ansias de poder, están asolando el planeta. En medio de esta lucha se encuentran los Garou, hombres lobo protectores y guerreros de Gaia, que lucharán sin descanso para evitar el apocalipsis que esta apunto de producir la locura que parece azotar a Wyrm. Esto es solo la punta de un inmenso iceberg de un lore lleno de entidades, tribus, razas, guerras, auspicios y criaturas fantásticas.
En medio de este enfrentamiento ancestral se encuentra Cahal, nuestro protagonista, un hombre lobo, un Garou, que pertenece a la tribu Fianna que tendrá que dejar a tras a su tribu y exiliarse tras dejarse llevar por la rabia, algo prohibido por los Garou, tras unos hechos que sucederán en los primeros compases de la historia, momentos que también harán función de tutorial. Pero se verá obligado a volver a su clan al enterarse de que se hayan en peligro de muerte ya que una poderosa organización, encubierta bajo la imagen de una empresa energética, busca acabar con todos los Garou para devastar el planeta. Y aunque pueda parecer mucho lío la verdad que Cyanide cuenta la historia de manera bastante ágil, con bastante cuidado de no meterse en demasiados jardines y condensando la información lo suficiente para que el personal entienda el universo donde se enmarca y no se pierda en el extenso lore de la franquicia. Un trabajo narrativo que saben resolver, sin demasiados alardes, pero que como decimos resulta bastante efectivo incluyendo cierto nivel de interacción en las conversaciones gracias a la posibilidad elegir algunas respuestas.
Pero aunque el mundo de Werewolf: The Apocalypse es muy interesante, lo mejor del juego es su jugabilidad o mejor dicho la combinación de ellas… Y es que aunque en principio Earthblood es un salvaje beat’em up, los galos han tenido que adaptar el titulo a lo especial de un ser como Cahal ya que un Garou es una criatura cambiante, que puede pasar de hombre a lobo y de lobo a crinos siempre a placer. Cada una de estas formas otorga una serie de ventajas útiles para afrontar las distintas situaciones a las que nos enfrentemos. Es estudio ha tenido esto en cuenta y ha adaptado la jugabilidad del titulo a las distintas transformaciones de Cahal y con esto en mente saber variar radicalmente las situaciones para que el uso de las habilidades especiales propias de cada “animal” no solo sea divertida si no que ademas tenga sentido dentro de la aventura. Por ello el enfoque que hagamos durante una misión ira cambiando y nos forzará a elegir entre una u otra transformación. Habrá momentos en los que la forma humana será útil para acabar de forma silenciosa con los guardias y soldados enemigos o para piratear loa ordenadores, pero estar convertido en humano sera inútil a la hora pasar por zonas más estrechas y será necesario transformarnos en lobo para infiltrarnos sin ser visto…el paso de una a otra es muy ágil y los niveles están bien estructurados para que el jugador capte de manera rápida e intuitiva la forma que ha de adoptar para afrontar de manera segura ese tramo de la fase. Pero aunque las situaciones donde la infiltración y el sigilo son la clave son bastante satisfactorias, donde el juego brilla es cuando Cahal se desata y se transforma en Crinos, la imagen que todos tenemos de un hombre lobo. En esos momentos es cuando las mecánicas beat’em up más salvajes toman el mando y el juego gana bastantes enteros. Mientras estemos en esta forma seremos un autentico vendaval de destrucción y caos. Los enemigos aparecerán por docenas en pantalla e igualmente caerán pasto de nuestras garras. Zarpazos, agarres, saltos, lanzamientos serán nuestras principales armas y dispondremos de dos posturas que nos proporcionaran dos tipos de combate distinto. Aunque el listado de movimientos no es demasiado largo, los disponibles son muy visuales y efectivos, quizás demasiado efectivos ya que, aunque hay enemigos con munición especial que nos hará no regenerar salud automáticamente, una vez aprendidos los movimientos claves en más de una ocasión tendremos la sensación de ser más un bulldozer que arrasa con todo a su paso que un animal mitológico…no se si esta sensación de rodillo es buscada ya que como soy desconocedor de la saga de juegos de rol no se si los Garou son realmente criaturas tan profundamente poderosas.
Lamentablemente toca hablar de la parte donde el juego muestra sus puntos más débiles. Si en la parte de historia y jugabilidad el juego aguanta medianamente bien el tipo, por contra su apartado visual si deja ver que estamos ante un juego de presupuesto bastante ajustado. Y esto no lo digo por que sea conocedor del presupuesto de Cyanide, que no lo sé, si no porque hay muchos detalles en los que se nota que les falta mucho trabajo. Y el mayor problema es que estos detalles están presentes desde el primer momento, diseño de personajes bastante básico, texturas planas, modelados y animaciones poco naturales o una animación facial que deja bastante que desear…y este tipo de “problemas” es si hablamos de, vamos a llamarles, los personajes secundarios. Si bajamos de nivel a los masillas ya notamos que estamos ante el efecto musou, es decir, todos los enemigos son clónicos, y esto no tiene que ser algo malo ya que muchos juegos lo hacen para ahorrar presupuesto y tiempo…lo malo de esta practica es que cuando el ojo detecta la trampa ya no puede dejar de verla y se arruina la épica del combate. Y esto que os comento contrasta con unas secuencias CGI, como las del trailer que acompaña este análisis, que están realmente bien hechas y con un protagonista en el que se nota que han invertido mucho más tiempo y recursos. Cahal muestra un acabado fantástico acorde a lo que esperamos en esta generación, con un modelado realmente bueno, animaciones fluidas y con un aspecto realmente amenazador. Igual pasa con el apartado sonoro que muestra una banda sonora que acompaña nuestra aventura, sin muchos alardes, y un doblaje, en ingles, bastante competente.
Tras jugar a Werewolf: The Apocalypse – Earthblood me quedo con sentimientos encontrados. Es uno de esos juegos donde realmente una nota nunca va a ser justa. Por un lado esta una propuesta jugable, que peses a algunas carencias, es bastante divertida. Aúna con bastante éxito sigilo, infiltración y acción consiguiendo que ninguna pese más que las demás y equilibrando cada nivel para que no sintamos que estamos demasiado tiempo haciendo lo mismo. También tiene un guión que sabe abordar un mundo tan grande como el del juego de rol del que toma inspiración y que nos depara momentos bastante épicos. El problema viene en un apartado técnico que se queda a medio gas con unas CGI y un personaje protagonista que visualmente están muy bien trabajados pero que desentonan con el resto de personajes y escenarios que parecen no haber tenido tanto trabajo detrás y que afea el resultado. Werewolf: The Apocalypse – Earthblood es un juego ambicioso en el que Cyanide y Nacon han puesto mucho trabajo y ganas y eso se nota pero es una lastima que los orígenes “humildes” del estudio de dejen ver tanto en un apartado tecnifico que, pese al esfuerzo, no termina de dar la cara. Werewolf: The Apocalypse – Earthblood es una apuesta arriesgada, no solo es el juego en el que se estrenan en la nueva generación sino que también es una apuesta para intentar instaurar una nueva IP por eso que menos que aplaudirles el trabajo y los huevos de hacerlo.
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