Análisis Dreams
6 marzo, 2020PS4
A veces me digo a mí mismo: Para, para. No puedes estar creando todo el rato.”
Hideo Kojima (interpretado por Borja Pavón)
La creatividad es algo que puede parecer que se tiene o no se tiene. Pero no es así. La creatividad se trabaja, se refina y se mejora. Es cierto que una buena predisposición, el talento natural, las influencias y el haber consumido obras de otras mentes creativas ayudan, pero la chispa, la llama, está en todos los seres humanos y sólo hay que arrimarle un poquito de hojarasca, soplar, ahuecarla un poco y cuidarla para que esa pequeña ascua se transforme en una hoguera que se mantenga viva durante mucho, mucho tiempo.
Eso es precisamente lo que busca Art’s Dream, la pequeña aventura que Media Molecule ha creado con las herramientas que ellos mismos han desarrollado y puesto a nuestra disposición con Dreams. Es una historia que habla sobre la depresión, sobre apoyarte en tus seres queridos, en pasar página… pero sobre todo es una pequeña experiencia que busca ser ante todo el catalizador que haga que nuestra musa despierte y alce el vuelo. Mediante una ecléctica mezcla de géneros que une con mucho gusto la aventura point and click, el juego musical, el twin stick shooter, el shooter sobre raíles, las plataformas y los puzles de mil y un maneras, con mil y un estilos artísticos distintos, pero con un gran y único discurso sobre el bloqueo creativo y la capacidad de inventar, imaginar y plasmar nuestras ideas por locas o carentes de sentido que puedan parecer.
La creatividad y sobre todo el romper las barreras preestablecidas de lo que es un videojuego es el tema que impregna no sólo la campaña, sino todo el entorno que Media Molecule pone a nuestra disposición para convertir nuestras ocurrencias en los “sueños”, que así se llaman creaciones que produzcamos, que posteriormente podremos compartir con el resto de creadores en una suerte de red social llamada “dreamiverso”. En este dreamiverso bucearemos a través de numerosos sueños que podremos experimentar, valorar, y de los cuales es posible no sólo extraer ideas, sino recursos reales que usar en nuestro banco de trabajo. Porque ser generoso y ayudar al prójimo a dar sus primeros pasos y partir de ideas ajenas no es más que otro camino hacia la tan ansiada chispa de genialidad.
Genialidad, o más bien genialidades que juegan, retuercen y rompen y reconstruyen el concepto que normalmente tenemos de lo que es un videojuego. Vamos, primero, a lo más evidente. Donde Little Big Planet trataba de estimular la creatividad del usuario dentro de un marco concreto, Dreams prescinde del marco y te empuja a que simplemente descargues, usando sus gamificadas y aún así potentes herramientas, cualquier idea que se te pueda ocurrir. Decía Jesús Franco, célebre director de serie B español, que para hacer cine sólo tenías que coger una cámara y ponerte a grabar, y creo que esta frase debemos llevarla tatuada en la frente durante nuestra estancia en el creador de sueños. No es necesario que crees un “juego”. Puedes hacer un videoclip. Puedes hacer un corto. Puedes simplemente hacer una exposición de tus modelados, o un diorama interactivo representando una escena de tu obra de teatro favorita, o componer música y crear tu propia banda virtual para que la interprete. Hay un sueño que consiste en un espárrago contando un chiste. Porque en Dreams, como en los sueños, no hay reglas. Todo está permitido.
Se habla mucho de cómo Dreams es “mejor que…” o “mucho más complejo que…” pero lo cierto es que está tan lejos conceptualmente de otros juegos basados en el diseño de niveles que es absurdo siquiera hacer la comparación torticera con, vamos a decirlo, Mario Maker 2. En Dreams el único límite es nuestra cabezonería a la hora de entender qué es un juego. Si te piden que “diseñes un nivel” en Dreams, quizás deberías responder que los juegos no son un conjunto de niveles dispuestos de una manera concreta, y que es hora de que suelte sus convicciones vetustas y ancladas en un pasado que huele a cerrado, y empiece a pensar en cómo los videojuegos pueden ser tantas cosas como deseemos.
Si de verdad quieres dar rienda suelta a toda tu creatividad, deshazte de prejuicios y ármate de tiempo y paciencia, porque el camino no es sencillo. Pero la recompensa, la dulce dopamina que irrigará tus neurotransmisores cuando veas un nuevo “Me Gusta” en tu sueño, bien merece tu dedicación. Porque la vida es sueño, y los sueños sueños son.
Imágenes del articulo cedidas por Sony, a través de presskits. Los logotipos y marcas que aparecen en ellas son propiedad de sus respectivos dueños y son utilizadas aquí únicamente con fines ilustrativos.
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