Análisis de Hades
23 agosto, 2021“Mégara: Puedes darte la vuelta como un buen chico, o puedo enviarte a casa por la vía dolorosa.
Zágreo: Tendré que probar con la vía dolorosa”
El adjetivo que más se me viene a la cabeza cuando pienso en lo vivido con Hades es “contundente”. Porque Hades, el merecidamente aclamado roguelite de SuperGiant Games, es contundente, pulido, brillante. Es un juego tan sólido y refinado en cada uno de sus apartados que cuesta creer que haya sido desarrollado en poco más de tres años por una compañía de sólo 20 personas. Estuvo en todas las quinielas de premios del año pasado cuando se lanzó en PC y en Switch, y ahora Zagreo llega por fin al resto de plataformas. Y no parece que vaya a hacer ningún prisionero.
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Es habitual oir y leer a puristas y aficionados del género decir que Hades es un rogue-lite para aquellos que quieren iniciarse, o incluso para aquellos a los que no les gustan estos juegos. Y no podría estar mas en desacuerdo. Bien cierto es que es una puerta de entrada maravillosa a un género que a mí personalmente me apasiona. pero desde luego no lo calificaría de “rogue-lite para los que no les gustan los rogue-lites”. Al contrario. Creo que Hades es la sublimación de lo que hemos estado viendo durante todos estos años, no sólo en el género, si no también en los juegos anteriores de SuperGiant.
Y no lo digo sólo por los gráficos, que van en la línea de de ser artística y estilísticamente sobresalientes, usando personajes y demás elementos tridimensionales sobre escenarios que dan la sensación de estar pintados a mano, acompañados de unos diseños de personajes, obra y gracia de Jen Zee, y que ha dejado personajes imperecederos como el protagonista de nuestra historia. Zagreo es un tipo burlón, carismático, y que parece que siempre tiene las palabras justas para enamorarnos, y su aspecto refuerza y acompaña estas nociones. Y lo mismo ocurre con las interpretaciones de los dioses del olimpo. Y además en esta ultimísima versión de PS5 vemos todo esto en 4K y 60 fotogramas por segundo en unos combates rápidos, fluidos, vistosos y en unos escenarios que aunque parecen recargados, siempre resultan fáciles de leer, entender y aprovechar.
Tampoco lo digo por su soberbio apartado sonoro, que de nuevo sigue siendo super atmosférico y a la vez estimulante. Temas que empiezan con solo unos acordes y que cuando llega el momento de cortar cabezas estallan con guitarras furiosas y distorsionadas. Y sobre estas, un doblaje excelente que elevan unas interacciones maravillosas, algunas de las cuales se encuentran entre mis frases preferidas de siempre.
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Son estas interacciones, esta escritura, y el modo en el que la narrativa está integrada en la jugabilidad y viceversa lo que convierte en Hades en el paso adelante más rotundo de SuperGiant Games. Como bien sabréis, los juegos rogue-lite consisten en conseguir pequeños progresos incrementales en cada partida para en última instancia, superar el juego de un tirón. Para que este esquema repetitivo no sea demasiado pesado, con cada partida el escenario se reconstruye de forma aleatoria, por lo que ningún recorrido será igual al anterior. Este esquema es en esencia muy divertido, pero en condiciones normales es un enemigo mortal de una narrativa potente, seña de identidad del equipo basado en San Francisco. Pero estos genios lo que hacen es integrar esta dinámica en la misma narrativa, de modo que cada muerte es reconocida por los personajes dentro del juego y tiene consecuencias diegéticas. Con cada resurrección en lo más profundo del averno Hypnos, Nicte, Mégara o el propio Hades nos recibirán con líneas de dialogo distintas consecuentes con lo ocurrido en runs anteriores, e iremos descubriendo sus motivaciones a través de ellas.
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Es por eso que resulta tan gratificante intentar escapar una y otra vez del infierno probando cada una de las seis armas desbloqueables, redecorando nuestros aposentos y coleccionando tesoros. Porque en otros rogue-lite experimentar es una apuesta muy fuerte que suele acabar con una run corta y un tiempo precioso perdido, pero aquí, aunque no consigamos recursos suficientes para lograr algún progreso significativo, siempre tendremos la oportunidad de conocer un poquito más a los habitantes de esa oficina de locos. Además, cada una de las herramientas de matar es única en su manejo, dando multitud de posibilidades para adaptarse al estilo de cada jugador. De hecho, una de las armas convierte Hades en otro de los clásicos de SuperGiant Games, aunque eso dejaremos que lo descubráis vosotros mismos, mientras exploráis las cámaras del averno recogiendo bendiciones, machancando espectros, y comerciando con todo un elenco de dioses griegos a cada cual más pintoresco. Incluso podremos acariciar a nuestro perrete de tres cabezas. Poco o nada se me ocurre para mejorar esto. Bueno, si. Que gracias al SSD de PS5 los tiempos de carga son inexistentes, limando una de las pocas aristas de la versión de Switch. Mejorando lo que ya era casi perfecto. El zénit de un género y de un estudio que no hace más que crecer con cada juego que hace.
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En un mundo en el que cada una de los detalles presentes o ausentes en un videojuego es usado como munición en la guerra de consolas, en el que tenemos el cuajo de decir que un juego es malo porque las frutas de los barriles no explotan de forma independiente, Hades se alza como el mejor ejemplo de lo que deberíamos entender por refinado y pulido. Compradlo, regaladlo y disfrutadlo, porque Hades es uno de esos diamantes que se ven cada muchos años.
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