Blasphemous.
14 octubre, 2019Analisis para Nintendo Switch
Supera tu viacrucis
Sacamos pecho ante lo nuevo de los españoles The Game Kitchen, uno de los títulos más esperados de este año al que ya le hemos podido meter mano en Nintendo Switch, segundo juego del estudio que tras el éxito de The Last Door vuelve a la carga con Blasphemous, un “soultroidvania” muy plataformero, con combates exigentes, y un apartado artístico que ya quisieran muchos. Poneos el traje de “capurucho”, pero dejaos los caramelos y en lugar de estos coged vuestro rosario más curtido, y preparaos para un camino de penitencia lleno de dolor y oscuridad porque no nos equivocamos al decir que estamos ante uno de los indies del año. Y bueno, si nos equivocamos pues rezamos diez Padres Nuestros… Todo esto arranca en 2017 con una exitosa campaña de financiación en Kickstarter con la que consiguieron un total de 333.246 dólares (de una meta inicial de 50.000), a través de 9.869 mecenas que hicieron de este el videojuego español de más exitoso de la historia de la plataforma. ¿Y a qué se debe tal éxito? Principalmente a su estética tan llamativa, plasmada en esas primeras animaciones y concept art, pero también a su propuesta jugable. Blasphemous es un juego que nos recuerda tremendamente a un Souls en 2D, pero que sin embargo está lejos de serlo, con mecánicas de aquí y de allá que lo convierten en un cocktail casi perfecto de géneros, pero con mucha personalidad y sobre todo adictivo, que al final es lo importante. No innova en casi nada, pero hace muchas cosas bien, y eso ya se veía desde el principio, o por lo menos se intuía, que muchas veces del dicho al hecho hay un trecho.
Hablábamos de la saga de From Software, y es que la historia del juego se irá desarrollando mediante una narrativa tipo Souls, que aunque parca en cinemáticas y diálogos, como ya sabemos es rica en descripciones de objetos, de los que aprenderemos mucho sobre este mundo, pero también a través de sus enemigos, y algún que otro diálogo con npcs. Como siempre la imaginación y libre interpretación hará el resto. Pero básicamente lo que “nos cuenta” Blasphemous es una historia que nos lleva al oscuro mundo de Cvstodia, una tierra en descomposición donde la religión es tan importante que las iglesias superan en número a las personas en una proporción de dos a uno. Pero ahora la superstición se torna locura, y la corrupción ha transformado a casi la totalidad de la población en horribles bestias como castigo por su blasfemia… Nosotros encarnaremos al Penitente, el último miembro de la hermandad del Lamento Mudo, que tendrá que librar al mundo de esta maldición con el poder de su espada Mea Culpa, nacida del remordimiento y alimentada por la sangre de los pecadores. Un punto de partida interesante para una historia que guarda más de un secreto.
En lo jugable sería injusto decir que esto es simplemente un metroidvania, ya que tiene algo más de chicha. Por supuesto cuenta con todos los elementos típicos del género, como el mapa por descubrir, puntos de guardado, viaje rápido (no muchos, eso sí), backtracking, pero no se queda ahí. Para empezar tenemos las similitudes con el género “Souls”, como el respawn de enemigos y recarga de nuestros frasquitos de vida, la pérdida de “almas”, la dificultad de los enemigos, y hasta algunos elementos del combate, más próximo al hack and slash que al beat ’em up. Un sistema sencillo pero con cierta complejidad a la vez, con un sólo botón de ataque, una sola arma, una esquiva imprescindible de dominar, y un bloqueo con el que hacer tanto contraataques como parrys. Pese a que, como decimos, la espada Lamento Mudo será nuestra única arma, esta irá evolucionando mediante el desbloqueo de nuevos movimientos y ataques especiales invirtiendo puntos, los mismos que perdemos al morir y que podemos recuperar si llegamos a nuestro cadáver sin ser derrotados. Además, disponemos de ataques mágicos que consumen puntos de maná, así como objetos de apoyo que mejoran nuestros números. En general nos ha parecido un sistema de combate muy logrado, pese a que los controles fallan un pelín y algunos movimientos son un tanto incómodos de ejecutar, algo que confiamos se vaya solucionando con actualizaciones, como el problema que había en un principio cuando los enemigos te golpeaban con tan sólo tocarte, y en ocasiones esto provocaba que no parasen de golpearte hasta matarte o sacarte de la habitación. Combate a parte, estamos ante un juego con mucho plataformeo, tanto en cantidad como en dificultad. Secciones largas, no demasiados puntos de control, y muertes instantáneas nos aguardan en el mundo de Blasphemous, un mundo que no concede lo más mínimo y que en ocasiones podrá resultarnos hasta desesperante, dependiendo de nuestro nivel de habilidad. Y por último hay que hablar de la exploración, la cual no nos ha defraudado lo más mínimo, al encontrar en un mapa muy abierto desde el principio, y con más secretos o áreas opcionales de las que pudiera parecer.
Pero no nos engañemos, pese a ser un metroidvania fantástico, el punto fuerte de Blasphemous, ese elemento que lo hace diferente al resto de propuestas del género, que no son pocas, es su rompedora inspiración en la pintura, la escultura y la arquitectura del sur de España, muy relacionadas con la religión, como es el caso de uno de los principales cimientos de la obra, el cuadro de Goya, “Procesión de disciplinantes”, y que sirvió como punto de partida para recoger todo un abanico de elementos de la Semana Santa andaluza, como la vestimenta de los nazarenos flagelantes y ese casco puntiagudo tan significativo de los “capuruchos”. Se nota, y así lo han dicho sus responsables, que en Blasphemous se ha querido llevar el folclore español a la fantasía, y jugar con esto como llevan décadas haciendo los japoneses con sus movidas fantásticas de la época feudal, periodo Sengoku, yokais, etc, y que curiosamente nosotros a penas hemos hecho, más allá de Maldita Castilla, y ahora Blasphemous, lo cual si nos paramos a pensarlo no deja de resultar curioso dado el enorme legado artístico de nuestro país. Pero no todo son cuadros de Goya y Semana Santa, también encontramos lugares míticos o basados en estos, como la Mezquita de Córdoba, el Puente de Triana, o la Giralda, e incluso elementos de la cultura popular, que también está presente en las influencias del juego, como por ejemplo la tumba de Joselito El Gallo, en la que se basan las fuentes donde subimos estadísticas. Y todos estos elementos (y muchos más) han servido para dar vida a una de las mejores cosas que tiene este juego, y que es la gran variedad de enemigos que encontramos, el diseño de estos por supuesto, y que tanto su aspecto, como la forma de moverse, como sus ataques sean tan diferentes entre sí. Y donde esto cobra su mayor envergadura es en los imponentes jefes finales, todo un alarde de imaginación que no dejará de sorprendernos desde el primer minuto hasta el final del juego. Sencillamente impresionantes, de los mejores jefes en cuanto a diseño que hemos visto en un juego de estas características. Y ojo porque pese a tener todas estas referencias, desde The Game Kitchen han querido evitar cualquier polémica y no herir sensibilidades, por lo que no han incluido cruces en el juego.
En el apartado técnico, pese a tener una dirección artística de desfile, se nota que ha faltado madeja ya que hay unas zonas claramente mejor trabajadas que otras, y no parece que sea por falta de imaginación si no de tiempo y/o recursos, es decir, pasta. No obstante, las animaciones son muy llamativas, se nota que es un juego que ha cuidado muchísimo este aspecto con un pixelart buenísimo hecho a mano para lograr una fluidez y un nivel de detalle sensacional. En cuanto al sonido, nos encontramos con música compuesta por Carlos Viola, con esos toques de guitarra flamenca mezclados con otros sonidos sintetizados, e instrumentos usados en las procesiones y títulos de canciones tan variopintos como “Dame Tu Tormento”, “Que Las Campanas Me Doblen” o “Ten Piedad”. Es una Banda Sonora un tanto monótona y falta de algún temazo que destaque por encima del resto o que se nos quede grabado en la memoria, pero la verdad es que le viene que ni pintada al juego. Mención especial a la portada del disco, sencillamente brutal. En cuanto a las voces hemos echado de menos el doblaje a nuestro idioma al ser un juego made in spain, pero bueno, qué le vamos a hacer. Eso sí, las voces en inglés very well Manuel.
En definitiva, Blasphemous se postula como uno de los indies del año, un genial metroidvania, exigente, que no es perfecto y que de hecho tiene cosas por pulir, sobre todo en lo referente a control del personaje, pero que su maravilloso diseño artístico y su fascinante lore basado en la cultura y el arte del sur de nuestro país, lo convierten en uno de los juegos más interesantes y con más personalidad del panorama actual.
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