Análisis de GetsuFumaDen: Undying Moon
7 marzo, 2022La cultura del sufrimiento lleva tiempo totalmente instaurada en el mundo del videojuego. Con From Software a la cabeza, los títulos que hacen de la extrema dificultad su modus operandi para conquistar al jugador han ido asentándose entre nosotros. Konami regresa con un roguelike donde grandes dosis de acción y un apartado artístico de altura se unen para ofrecer algo difícil de olvidar.
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Getsu Fuma Den Undying Moon es un título que llega para PC y Nintendo Switch que combina elementos de acción hack and slash con un combate contra seres de ultra tumba en el que encarnamos a un poderoso guerrero del clan Getsu, quien tendrá que hacer frente a hordas demoníacas que han escapado del infierno. El juego es una secuela directa de The Legend of Geetsu Fuma original lanzado en NES en el año 87 y lejos de parecer una mera anécdota, lo cierto es que recupera parte del espíritu de aquel, con escenarios 2D, una mezcla de combates con platafomeo que aquí se ha ido salpimentando con mecánicas propias del género roguelike y sobretodo una gran dosis de dificultad.
Ojo que no estamos ante un souls en el que nos enfrentamos a una aventura sin posibilidad de escoger el nivel, aquí tendremos dos desbloqueados de inicio: el aprendiz para los principiantes, y el plebeyo para hacer las veces de un nivel “normal”. Aunque el final del juego variará ligeramente de un modo a otro lo cierto es que jugablemente vamos a encontrar desafío tanto con uno como con otro. Y el reto es de aúpa.
Konami ha creado un título en el que demonios, onis y yokais serán lanzados a nuestra cara mientras lidiamos con un arsenal de armas que tendremos que escoger con cuidado, tendremos dos armas principales, una a distancia y una especial, estas dos últimas con cargas y usos limitados. A nuestra disposición una gran variedad de ellas: katanas, paraguas de guerra, espadas cortas, lanzas, cadenas, garrotes, arcos, rifles…la lista es larga y cada una de ella tiene además diversas variaciones para escoger el estilo de juego que por potencia, cadencia y rango se adapte mejor a nosotros.
Según venzamos a enemigos podremos ir recogiendo materiales para mejorar sus características y sobre todo nuestras propias habilidades. Esto es importante ya que con cada muerte (y serán muchas) nos tocará reiniciar la partida conservando ciertas cosas como diagramas que encontraremos en los escenarios y que desbloquearán armas y habilidades en nuestro entrenamiento personal. Con esto haremos conseguiremos distintos tipos de ataques y la opción de causar más daño a los rivales.
Las primeras horas como en todos los roguelikes se corre el riesgo de caer en cierto tedio porque estamos condenados a morir una y otra vez. Con cada run veremos que seremos capaces de gestionar mejor las compras de materiales en las tiendas que encontraremos por el camino, de usar eficientemente las escasas pociones de curación y de aprender patrones de ataque de los adversarios. Aquí no basta con ir progresando, hay que hacerlo además lo mejor posible. Y esto será vital con los jefes finales de cada una de las cinco fases que componen el juego tales como esqueletos demoníacos o un ciempiés gigantesco entre otros.
El escenario será cambiante con cada nuevo intento que hagamos, algo que se agradece porque aunque el juego puede acabarse en algo más de un par de horas si somos unos auténticos expertos, lo normal es llegar a la decena a base de repetir las primeras fases multitud de veces. Muchas de las “pantallas” funcionan más a modo de bloques de construcción que serán combinadas de distintas maneras con otras y por ello nos sorprenderemos reconociendo ese saliente de allí y aquel foso de pinchos. Pero esto no resta ni una capa de complejidad a la experiencia, más si cabe si tenemos en cuenta que algunos saltos no están bien pulidos y el control con los joycon en Switch nos han dado algún quebradero de cabeza. Tampoco ayuda que la animación del personaje en saltos y esquivas es algo tosca y resta lustre a un conjunto que por todo lo demás nos va a dejar con la boca abierta.
Y es que el apartado visual de Getsu Fuma Den Undying Moon es digno de admirar y podemos decir que nos entrará enseguida por el ojo. Su impresionante estética ukiyo-e le da un aspecto de ilustración en movimiento muy bien conseguido con un diseño de personajes y enemigos absolutamente fantástico. Algunos escenarios no sacan del todo partido de la perspectiva del fondo lejano que tenemos como base pero en cualquier caso es un estilo muy sólido y que funciona como un tiro. Efectos de armas, ataques, chorros de sangre…todo parece estar entintado para hacernos sentir dentro de una obra de arte japonesa.
También el apartado sonoro merece reconocimiento con unas melodías muy características y propias de estas historias de fantasía en el Japón feudal donde los ritmos de tambores e instrumentos de cuerda se combinarán con acierto para añadir más frenesí a los combates. Getsu Fuma Den Undiying Moon basa buena parte de su atractivo a lo visual y lo sonoro pero lo complementa con pinceladas de otros géneros para enganchar al jugador más intrépido, como presente en escasos diálogos y descripción de objetos traída de los soulslike. Todo un cocktail explosivo no apto para todos los públicos pero capaz de dejarte con un gran sabor de boca si eres de los que no se arrugan ante la adversidad.
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