The Legend of Heroes: Trails of Cold Steel

Análisis PS4

Uno de los JRPG de PlayStation que más y mejor recuerdo me trae es, creedme o no, Legend of Legaia. Este modestísimo juego desarrollado por Contrail y distribuído por la propia SONY, llegó a mis manos buceando por las cestas de segunda mano de esa cadena de venta y reventa de software que todos os imagináis ya, a unas más que apetecibles 1995 pesetas. Y durante mucho tiempo me parecieron las dos mil cucas mejor gastadas de mi vida, porque pese a que el juego en gráficos era BASTANTE DURO, tenía una historia con muchísimo encanto con unos personajes entrañables y un sistema de combate distinto, versátil y muy divertido. Y cómo podréis suponer, aún siendo de aquella jugadores bastante menos informados que tenían a menudo que arriesgar, jamás me hubiera acercado a este título a precio completo.

Lo que me ocurre con este Trails of Cold Steel es algo parecido, ya que tiene a priori el mismo handicap que Legaia. Un aspecto gráfico, literalmente, de la pasada generación, y además, al contrario que el juego que abre este artículo, sin localizar a nuestro idioma. Difícilmente me hubiera yo aventurado a comprar este título si no hubiera sido por la copia de prensa. Y lo que vengo a comentaros hoy, aquí y ahora, es que no cometáis mi error. No seáis como yo. Y es que Trails of Cold Steel, como ya han hecho otros títulos de Falcom, suple su falta de músculo técnico con mucha personalidad y con muchas ganas de salirse por la tangente.

Tomando algunos elementos de la saga Persona (os juro que llegará el día en que no nombre esta saga en un análisis), el título nos pone en la piel de Rean Schwartzer, un nuevo alumno de la academia militar Thors, la más importante y prestigiosa del reino de Erebonia, y sus compañeros de la recién formada Clase VII, formada, al contrario que el resto de clases, por alumnos escogidos en base a su brillantez en alguno de los campos que aplican a la disciplina marcial, y no por su estrato social. Este factor es fundamental para cimentar unas relaciones entre personajes que son sin lugar a dudas el punto más brillante de la parte narrativa del juego. El enorme reparto del juego forma una telaraña de relaciones que por una parte nos confirma que detrás de un diseño Shonen Manga bastante estándar se esconden personajes trabajados y fuertemente contextualizados. Por otra parte, deja claro que de nuevo Falcom pone sobre la mesa uno de los intangibles más importantes en este tipo de juegos, que es la construcción de un mundo y un escenario fantasioso pero tremendamente verosímil con en el que resulta muy fácil sumergirse.

La otra pata en la que se apoya este juego, claro, es la que traduce multitud de estos elementos narrativos a una mecánica jugable que convierte la fuerza de las relaciones de la Clase VII en ventajas de combate, animándonos a seguir ese calendario y a buscar a personajes y NPCs por la academia Thors cada día hasta el siguiente ejercicio de campo que, lo habéis adivinado, hace las veces de la mazmorra de turno. Esta vertiente, la del mazmorreo puro y duro, hará delicias de los más versados en el género gracias a que en los niveles de dificultad más altos, el combate es duro, desafiante, estratégico y absolutamente inmisericorde, donde además el posicionamiento de nuestros compañeros en el campo de batalla se hace esencial para poder salir airosos de algunos encuentros que pueden llegar a ser francamente desesperantes. Además, el sistema de mágicas es enormemente personalizable y flexible, pudiendo convertir a algunos personajes en auténticas bestias a la hora de repartir daño elemental, o en imprescindibles sanadores. Por otra parte, los menos habituados a gestionar turnos, puntos de magia y habilidades, también son bienvenidos gracias a un par de niveles de dificultad donde la mayoría de los encuentros son asequibles y no les impedirá en ningún caso disfrutar de la historia.

Creo que poco queda por comentar de este excelente JRPG que comienza con una explosión in medias res, para justo después templar las gaitas e introducirte poco a poco en un mundo del que, a poco que te encariñes, no querrás salir. Es un título que puede no llamarte por su aspecto gráfico, que puede resultante lento, de ritmo muy japonés si se me permite la licencia, durante los primeros compases, y que obviamente, pone una barrera para todo aquel que no tenga tiempo ni ganas de sumergirse un todo esto que propone en perfecto inglés. Pero desde aquí, desde mi pantalla os digo, que si os llama mínimamente la atención, no dejéis de darle una oportunidad porque es tremendamente fácil entrar de lleno en esta historia que, atención, queda claramente enfocada a su segunda parte que se espera para dentro de muy poco. Así que, amiguetes, no seáis como yo.