The Council. +1 en aventura.

Análisis PS4

En marzo de 2018 se presentaba The Mad Ones, el primer episodio de The Council, la ópera prima del estudio francés Big Bad Wolves que prometía llevar el género de la aventura narrativa point’n’click hasta un nuevo nivel. Nueve meses después y coincidiendo con el lanzamiento del quinto y último de sus episodios, llega a nuestras consolas The Council Complete Edition incluyendo todo el contenido previamente lanzado. ¿Hasta qué punto ha cumplido con las expectativas creadas? Lo veremos en las próximas líneas.

El juego se desarrolla a finales del S. XVIII, en los revueltos años que siguieron a las revoluciones francesa y americana, y nos sitúa en una isla en la que un misterioso anfitrión ha reunido a algunos de los personajes más influyentes de la época como George Washington, un joven Napoleón Bonaparte o el mismísimo Manuel Godoy con un objetivo incierto. Vamos, como si estuviésemos ante un antepasado ilustrado del Club Bildenberg.

En el transcurso de la aventura tomaremos el papel de Louis Mauras de Richet, miembro de la secreta Orden Dorada, invitado a la isla para tratar de localizar a su madre, líder de la Orden y misteriosamente desaparecida. ¿Realmente ha desaparecido o se está ocultando en un siniestro juego del ratón y el gato? ¿Por qué se oculta? ¿Es la cazadora o la presa? Preguntas a las que trataremos de dar respuesta mientras participamos en un teatro de traiciones, manipulaciones y complots políticos del máximo nivel, aderezados con un componente sobrenatural. En general, la historia está bien trabajada y es capaz de mantener el interés a lo largo de sus cinco capítulos, aunque tal vez debido a la complejidad su estructura narrativa en alguna ocasión hemos encontrado textos fuera de lugar u opciones de diálogo que no tenían demasiado sentido.

En lo jugable, su fórmula episódica y su fuerte componente narrativo basado en la toma de decisiones nos hacen mirar directamente a referentes cercanos como Life Is Strange o los títulos de la recientemente desaparecida Telltale Games. Conscientes de estas referencias, Big Bad Wolves ha querido desmarcarse y evolucionar la fórmula hasta un punto que todavía no habíamos visto en el género.

La primera gran diferencia tiene que ver con las decisiones y sus consecuencias para el desarrollo de la aventura. En The Council, las decisiones que tomemos no serán meras variaciones para llegar al mismo punto sino que supondrán ramificaciones argumentales, existiendo varios finales tanto para cada uno de los episodios como para el juego completo. Algunas decisiones, además, tendrán consecuencias directas, tanto físicas como psicológicas, en nuestro protagonista, como si de un RPG se tratase. Sin entrar en espoilers, ya durante la primera escena del juego, en el prólogo, tendremos que tomar nuestra primera decisión a modo de declaración de intenciones. Pues bien, de la elección que tomemos en ese momento va a depender el aspecto físico de Louis a lo largo del resto del juego.

La segunda gran diferencia potencia todavía más este componente rolero. Siguiendo los cánones del género, Louis podrá desarrollar hasta 15 habilidades distintas recogidas en tres árboles (diplomático, ocultista y detective) que podrá ir mejorando conforme sube de nivel gracias a la experiencia acumulada al final de cada una de las secciones en las que se articula el juego o a la lectura de diferentes libros y manuscritos que iremos encontrando en nuestra aventura.

Como es habitual en muchos RPGs, la posesión de estas habilidades activará opciones de diálogo y de acción no disponibles en el caso de no haberlas desarrollado, lo que permitirá múltiples formas de ir avanzando en la trama dependiendo del camino tomado por nuestro protagonista. Además de las habilidades, el juego cuenta también con talentos que iremos ganando al cumplir determinados requisitos y gracias a los cuales obtendremos ciertas bonificaciones. Por último, algunas decisiones son capaces de desbloquear los denominados rasgos, que nos otorgarán puntos extra de habilidad.

Otra característica directamente heredada del mundo del rol es que el uso de estas habilidades no es gratuito. Dependiendo de la complejidad de la situación a la que nos enfrentemos y de nuestro nivel, el uso de las distintas habilidades puede tener un coste en puntos de esfuerzo, disponibles en una cantidad limitada pero que podremos regenerar bien sea descansando o bien mediante el consumo frascos de jalea real que podremos encontrar a lo largo y ancho de la mansión. De la misma forma, también podremos sufrir estados alterados que tendremos que contrarrestar con otros consumibles.

A lo largo de los distintos episodios, el juego nos plantea fases de investigación, de resolución de puzzles y de toma de decisiones. Además, una de las mecánicas más utilizadas durante el juego son las denominadas confrontaciones, en las que tendremos que superar con éxito una suerte de duelo dialéctico con alguno de los otros personajes del juego haciendo uso de la información que hemos ido recopilando durante nuestra investigación, así como de nuestras habilidades, teniendo en cuenta que cada personaje es especialmente vulnerable a alguna de ellas, pero también puede ser inmune a otras.

En general, la dificultad está bien ajustada aunque en ocasiones la respuesta a determinadas preguntas o la lógica detrás de algunos puzzles no termine de estar del todo clara, en especial si carecemos de las habilidades necesarias para echar algo de luz sobre los mismos. Por otro lado, y pese a la aparente sensación de libertad que acompaña a las decisiones, la naturaleza episódica del título marca una estructura completamente lineal, de forma que tendremos que ir superando los retos en el mismo orden en el que vayan llegando, sin posibilidad de dejarlos para más tarde cuando nuestras habilidades hayan mejorado y sin posibilidad de seguir avanzando en la aventura hasta que los hayamos superado.

En cuanto al apartado técnico, el juego se presenta en un esquema clásico tridimensional en tercera persona con ambición fotorrealista, que destaca en la recreación de las distintas estancias de la mansión, pero que no termina de superar ese uncanny valley cuando se trata de modelar a los personajes humanos. La falta de sincronización labial (en ocasiones falta de movimiento en las bocas) resulta especialmente llamativa en un título como este en el que las conversaciones entre personajes tienen un gran peso narrativo. Este aspecto no desmerece el cuidado aspecto visual y el esmero con el que se ha diseñado los diferentes escenarios del juego, dotándolo de una notable ambientación que contribuye a meternos en la narración. Los controles son generalmente fluidos, aunque en ocasiones puntuales se sienten “torpes”, sobre todo al tratar de capturar algún punto de interés.

Durante el juego el uso de la música pasa prácticamente desapercibido, principalmente ambiental y para destacar determinados momentos de la narración. Los efectos de sonido acompañan correctamente a la acción, aunque sin destacar especialmente. Con respecto a las voces, únicamente disponibles en inglés, están presentes a lo largo de todo el juego tanto en los diálogos como acompañando al resto de textos del juego a través de los pensamientos de Louis. Desgraciadamente las voces son demasiado planas y, lo que es más sangrante, no respetan los acentos de los distintos personajes del juego. Así, por ejemplo, el protagonista que debería ser francés, habla en un inglés impecable, mientras que Napoleón sí que habla con acento francés… ¿por qué unos sí y otros no? Aparte dejaremos al muy español Manuel Godoy, que adelantado a su tiempo habla un inglés de C1 para arriba que ya nos gustaría a muchos… Por otro lado, muchos de los textos se perciben como contemporáneos, con algunas expresiones que no serían posibles en la época en la que se desarrolla en juego. En el lado positivo, la traducción del abundante y en ocasiones complejo texto al español es buena y permite seguir la trama con facilidad.

En conclusión, y pese a sus imperfecciones técnicas que no enturbian la experiencia de juego, estamos ante un gran título que sienta las bases de lo que podría ser la evolución de la aventura narrativa tal y como la conocíamos… ¿o tal vez estemos ante un juego de rol sin combates? En cualquiera de los dos casos, una experiencia que vale la pena jugar.