The Calígula Effect: Overdose

Análisis PS4

En un típico instituto japonés, con sus típicos estudiantes con pelo de colorines y aspecto andrógino, está teniendo lugar el típico discurso de inicio de curso. Cuando el típico protagonista mudo al que hemos dado nombre (Impo Zible siempre que se pueda) se sube al estrado a dar la típica soflama motivante, se da cuenta de que los típicos estudiantes tienen la típica cara cubierta con la típica máscara negra y con el típico pixelado propio del porno japonés, y entonces tenemos la típica revelación de que en realidad el instituto no es si no una suerte de trasunto de Matrix (aquí llamado Mobius) en el que nuestros estudiantes están obligados a vivir sus típicos tres años de instituto una y otra y otra vez, bajo el mando de la típica idol de largas coletas, enormes pechos y estética moe que es Myu. Afortunadamente, nuestro típico protagonista no es el único que conoce este secreto. Hay muchos otros estudiantes que lo saben. Algunos luchan por mantener la ilusión viva y en funcionamiento, y los menos, han formado el típico club de después de las clases que tiene la típica intención oculta de acaban con el yugo del programa informático que los mantiene encerrados en esa simulación.

¿Sorprendido? A estas alturas no debería, porque este argumento está bastante trillado, pero es, por qué negarlo, un buen punto de partida para prácticamente cualquier historia que se busque contar.

Y es que esta es la tónica general de “The Calígula Effect Overdose”. Una serie de puntos de partida arquetípicos que sobre el papel, tienen el potencial de llegar a un muy buen nivel, pero que en la práctica, no siempre salen bien parados. Bajo la premisa de escapar de Matr… Mobius, TCE:O nos propone un juego que constituye un nuevo intento, otro más, de capitalizar las virtudes que puso sobre la mesa la saga Persona con su tercera entrega. Dungeon crawling mezclado con date simulator, envuelto en una historia que, se espera, de varios giros inesperados donde nada es lo que parece y todo es susceptible de ser un engaño. Pero no llega a cristalizar. O al menos no siempre.

La vertiente de dungeon crawling es justo la que podemos esperar de un título de esta dimensión y características. Escenarios laberínticos que parecen hechos con un generador procedural, con texturas prácticamente idénticas entre cada una de sus estancias, y abundantes combates. Y es en esos donde TCE:O se pone complejo, extraño y diferente. Es aquí donde el juego te enseña lo suyo. Voy a necesitar varios párrafos, pero señores, saluden a uno de los sistemas de combate más complejos, estratégicos, extraños y por desgracia mal explicados que recuerdo en un JRPG. Allévoy.

Cada vez que entramos en contacto con un enemigo, el escenario se torna en un círculo que es la arena de combate, y fuera de este la vida en el instituto continúa como si nada. Si algún enemigo que se pasea por ahí pasa al círculo, automáticamente de une a la batalla. Nuestros personajes, armados con “Efectos de Catarsis” que vienen a ser emociones fortísimas que se tornan en armas adosadas a nuestro cuerpo, (muy japo todo) pueden cada uno llevar a cabo tres acciones durante su turno. Estas acciones que pueden ser ataques, alteraciones de estado, curaciones, huidas, defensas, etc tienen un tiempo de activación desde que comienza la animación hasta que el efecto de la misma entra en acción. Estos tiempos se ven en una parrilla en la cual podemos ajustar el momento en el que arrancan estas acciones y previsualizar los movimientos de los enemigos y las consecuencias de nuestras acciones sobre ellos para adelantarnos así a sus movimientos. Y creedme cuando os digo que el resultado de todo esto puede ser impredecible. ya que con nuestras acciones debemos buscar aturdir a nuestros enemigos para que otro de nuestros compañeros lo lance por los aires y seguidamente un tercero use un ataque que tiene un 50% más de daño contra enemigo que están en el aire y mientras tanto nuestro cuarto personaje hace un ataque sobre otro enemigo que cancela la estocada que nos va a dar antes de que esta llegue a buen puerto.

Pero toda esta previsualización es una simulación IDEAL de cómo se desarrollaría el turno en las condiciones idóneas, llamada “Cadena imaginaria”. La cruda realidad es que arriba a la izquierda tenemos un porcentaje de acierto que nos indica las posibilidades de que todo salga como esperamos. Una vez hemos ajustado todos los tiempos y todas las acciones de nuestros enemigos, EJECUTAMOS EL TURNO, y vemos a ver qué pasa. Una maldita locura que brinda una cantidad de posibilidades estratégicas y flexibilidad a la hora de afrontar los combates. Es una pena, claro, que los desarrolladores hayan decidido darse un tiro en el pie, ya que en el nivel normal de dificultad podemos superar TODOS los combates spameando una y otra vez el mismo ataque, dejando toda esta complejidad y estrategia desaprovechada y llorando en un rincón.

Así pues, el sistema de combate es otra maravilla teórica que falla en la práctica. ¿Qué hay de la vertiente de simulador de citas? Pues este funciona algo mejor. Existen un montón de NPCs- No es hablar por hablar, con “un montón” me refiero a más de quinientos personajes con los que podemos entablar y construir una relación que podemos aumentar mediante misiones secundarias y conversaciones, que a su vez nos procurarán beneficios en el combate. Conversaciones que, curiosamente, acaban resultando bastante más interesantes que la historia central. Con tantísimos NPCs podemos fácilmente agobiarnos pensando en maximizar todas las relaciones, pero lo cierto es que no es necesario, y lo más conveniente es tomar las de aquellos personajes que más nos gusten o que mejor sirvan a nuestros planes, y nos olvidemos del resto, a no ser claro, que seamos unos enfermos completistas, ya que completar este diagrama nos puede llevar casi el doble de lo que nos cuesta la misión principal, haciendo este desafío apto solamente para los muy cafeteros.

Creo que es el juego para el que más tiempo he pasado explicando las mecánicas, pero al menos esta vez, no es casualidad. Fuera de este apartado el juego aprueba, y poco más. Los gráficos son una obvia mejora sobre los que nos mostró PSVita, pero las animaciones, texturas y modelados podrían correr sin ningún problema en una PS3. El apartado sonoro corre la misma suerte, con multitud de escenas dobladas en perfecto japonés y canciones agradables pero poco destacables. Es una pena, pero esta es la tónica general del título que no ocupa. La idea que viene continuamente a la mente es la de potencial desperdiciado. Por cada gran acierto que el juego propone, surge un defecto que lo opaca. Un sistema de combate complejo e intrincado que no explota por la nula dificultad de los mismos. Un sistema de relaciones que funciona pero que es tan masivo que se siente más como una lista de tareas pendientes que como un sistema interesante a explorar. Un buen apartado artístico que intenta ocultar las numerosas carencias técnicas.

Este The Calígula Effect: Overdose es la materialización videojueguil de tres disparos seguidos al poste. Todo está a punto de encajar pero al final, si bien no sobreviene la derrota, queda la desazón de que estuvimos cerca de la victoria. Estuvimos cerca de Persona 3.