Análisis Manifold Garden
16 septiembre, 2020¿Estás realmente seguro de que un suelo no puede ser también un techo?
M. C. Escher
Vamos hablar de Manifold Garden… y os tengo que decir una cosa, no se como arrancar. Normalmente este párrafo me gusta dedicarlo a una pequeña reflexión que intente ser nexo entre mi vida y mis experiencias con el juego del que hablo, pero hoy no se como llevarlo a cabo. Lo suyo, lo fácil, hubiera sido empezar hablando de aspectos artísticos, de como el juego se ve influenciado en muchos aspectos de la obra de M. C. Escher, de sus grabados y dibujos, de sus objetos imposibles y su arte matemático y así quedar de fabula con el desarrollador y el publisher. Pero al final tras doscientas o trescientas palabras, y como si estuviera recorriendo una escalera de Penrose, siempre acababa donde empezaba. Manifold Garden es difícil de explicar, es una imposibilidad de la física, de la arquitectura, de la lógica… pero al final te das cuenta de que así es el arte, pura imposibilidad, y entonces te das cuenta del problema. Como concentrarías una obra de arte en 300 palabras? Es otra imposibilidad, así que te das por vencido y dejas de intentar escribir lo que no se puede describir con palabras y pasas directamente ha hablar del juego, así que… Vamos hablar de Manifold Garden….
Manifold Garden entra directamente en ese selecto, y exclusivo, grupo de juegos en lo que prima es la experiencia visual. No hay salto, ni disparos, ni plataformas ni cualquier otra mecánica que pudiésemos encontrar en cualquier otro titulo “normal”. Tan solo caminar para recorrer un onírico complejo cuyo único objetivo es asombrarnos. Partiendo de esa base sería cierto pensar que estamos ante un viaje contemplativo pero es igual de cierto que no es solamente eso ya que en Manifold Garden hay puzles y que se implementan unas mecánicas de “control” de la gravedad diseñadas para resolverlos. Pero realmente el motor que nos impulsa a seguir adelante en el juego no es resolver estos puzles, es ver qué otro imposible diseño arquitectónico ha escondido William Chyr tras esa puerta cerrada.
Y digo esto ultimo porque los puzles no son extremadamente complejos o complicados. Se suelen resumir en colocar un cubo de cierto color en una base de idéntico color. Para llevar la tarea a cabo podremos controlar la gravedad, podremos convertir paredes en suelos y caminar por ellas eliminando de un plumazo del juego conceptos como suelo, techo, arriba o abajo. Todos ellos quedan obsoletos ya que gracias a esta gestión de nuestra propia gravedad en cualquier momento podemos desplazar por cualquier eje de la habitación en las que nos encontremos. Pero, como todo en la vida, esta mecánica tiene truco. El “pero” se encuentra en que gestionamos “nuestra” gravedad y solo la nuestra. Los objetos con los que interactuamos, los cubos, no se ven afectados por nuestra posibilidad de alterar la dirección de la gravedad. Estos objetos cuentan con la suya propia, indicada con una flecha y es inamovible. De esta manera tendremos que ir combinando nuestros movimientos a una gravedad direccional con la del objeto que puede ser totalmente opuesta para conseguir llevar esta llave de un punto a otro de la habitación sorteando los distintos obstáculos que puedan haber en ella. Como todo en Manifold Garden es más sencillo hacerlo que explicarlo. Con lo que antes de abandonar la primera sala ya tendremos más que interiorizada la mecánica predominante.
Pero como digo, lo que nos impulsa a seguir hacia adelante son los intricados diseños de este inusual jardín. Un mundo creado a partir de trazos sencillos y minimalistas pero que componen un universo de diseños arquitectónicos complejos, enrevesados, imposibles pero a la vez de gran belleza. Edificios y estructuras interminables, que se extienden hasta el infinito llevando a otro nivel conceptos como el punto de fuga. Es en este apartado donde el juego abraza las obras de arte de M.C. Escher. La influencia de sus obras “manos dibujadas”, “relatividad”, “cascada” o el resto de sus figuras imposibles es clara en este apartado. El escenario se repite en bucle ante nuestros ojos. Los elementos arquitectonicos se clonan y repiten hasta el infinito en todas las direcciones llenando de lineas un blanquecino paramo. Si saltamos desde una cornisa veremos como nuestra caída nos va a dejar en el mismo lugar desde el que nos precipitamos como si el mismo juego fuera una demostración digital de su obra “Ascending and Descending”, la más celebre representación de la famosa escalera de Penrose. Una quimera de formas y color que se aleja deliberadamente del 4K para sorprendernos haciendo uso únicamente de formas tan básicas y primordiales como la linea recta. La de cal nos la llevamos en el apartado sonoro. Lo mejor, y lo peor, que se puede decir es que pasa totalmente desapercibida. Una música ambiental relajante que subirá de volumen e intensidad en momentos puntuales en los que creemos que este apartado puede ganar puntos pero que al momento siguiente se vuelve de nuevo anodina. Una lastima.
Manifold Garden no es un juego para todos, decir lo contrario no solo seria mentir sino que también sería una tontería. Su acción relajada, sus puzles inteligentes o su apartado gráfico minimalista pueden espantar a más de un jugador pero lo que puede parecer su gran debilidad es su mayor virtud. El juego de William Chyr es una propuesta que invita al jugador a un viaje de descubrimiento y fascinación gracias a su acción relajada, unos puzles inteligentes y un apartado gráfico minimalista.
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