Análisis de Warhammer 40,000: Darktide

27 diciembre, 2022 0 Por Jaime Brotons

Bien saben los que me conocen que cualquier cosa bajo el sello “Warhammer” debe ser probada por este menda, y si encima es de los creadores de los divertidísimos y exitosos Vermintide, pues razón de más.

Los chicos de FatShark vuelven a la carga con un nuevo juego de disparos en primera persona cooperativo, que nos une a otros tres jugadores (o bots), en grupos de cuatro para luchar contra hordas, en este caso de infectados y demonios de nurgle que se han apoderado de la ciudad industrial de Tertium. Nosotros, despojos de la sociedad, ahora servimos a la Inquisición para que expíen nuestros pecados mientras combatimos a los enemigos que ahora infestan esta ciudad maldita. Los primeros compases del juego, tras pasar por un satisfactorio editor de personaje, nos llevan a completar una misión introductoria que hace las veces de tutorial, para tras esta dejarnos ya en el centro de operaciones, o la zona social del juego. Aquí, además de otros jugadores corriendo de aquí para allá, encontraremos todo lo que podemos esperar de un juego de estas características, es decir, las tiendas, mejoras, buzón, y por supuesto, la mesa de misiones a través de la cual accederemos a eso, las misiones, partidas rápidas, etc. Todas ellas con sus correspondiente matchmaking. Decir que de momento hay poquitas misiones, aunque esto apunta a que se va a ampliar considerablemente. Veremos a qué precio.

Cómo se juega Darktide ya os lo podéis imaginar, porque es prácticamente igual a como se jugaba (se juega) a Vermintide I y II. Nos sueltan en un escenario junto a nuestros compañeros, y mientras aniquilamos a decenas de enemigos y aguantamos oleadas muy numerosas de estos, tendremos que ir cumpliendo una serie de requisitos, según el mapa. Activar sistemas de defensa, elevadores, abrir puertas, piratear estaciones con nuestros servicráneos, y alguna cosilla más hasta que accedamos al tramo final, en el que normalmente enfrentamos a un enemigo más grande y poderoso que hace las veces de jefazo. Simple, directo y efectivo, al menos sobre el papel. Pero como le dijo Carlos V a Francisco I de Francia, “El papel lo aguanta todo”.

Por cierto, es curioso que en un juego que yo pensaba que era un “Vermintide de disparos”, los disparos pasan a ser algo secundario. Primero porque las armas cuerpo a cuerpo son mucho más mortíferas, y segundo, porque hay muy poca munición. Por lo que en lugar de un Vermintide de disparos, estamos ante un Vermintide CON disparos.

Decía lo del papel porque amigos, creo que este juego (pese a los retrasos), ha salido antes de tiempo. Pocos escenarios, poca variedad de estos, ya que resultan todos prácticamente iguales, un fallido sistema de loteo en el que no conseguimos prácticamente nada como recompensa por hacer misiones, más allá de unas cuantas monedas con las que comprar armas en tienda. Además, el inventario de estas tiendas es rotativo, y este tampoco es que sea una maravilla. Si quieres disponer de buen equipo y una estética molona, desgraciadamente hay que pasar por caja. Porque sí, Darktide tiene su propia moneda, y se nota demasiado que es un juego orientado a estas compras internas. Qué decir tiene el estado en cuanto a rendimiento, optimización, bugs, etc en el que ha salido el juego. No me gusta usar estas palabras cuando analizo un producto del que nos han facilitado un código para review, y del que estamos muy agradecidos, pero es inaceptable. Hay que decir que yo lo he jugado en Steam Deck, donde va especialmente mal, pero el juego en máquinas potentes consigue un apartado gráfico sobresaliente, con unos modelados excelentes, una iluminación de caerse de culo, y un sonido increíble.

Pero no todo va a ser malo, ni muchísimo menos. Darktide es uno de los juegos que mejor representa ese universo warhammero decadente, con una ambientación de 11 sobre 10. Tanto los personajes, como enemigos en diseño y variedad, NPCs, los escenarios, las armas, nuestro equipamiento, y absolutamente todo lo que tiene que ver con el arte del juego, es una auténtica joya. Y es que los cuatro personajes elegidos molan un montón, y están muy bien diferenciados. Me gusta que hayan optado por algo más “underground”, alejado de la grandilocuencia de los Marines Espaciales y las grandes batalles interplanetarias. Aquí tenemos el Ogrete, que es un tanque con patas, el Predicador, que es el especialista cuerpo a cuerpo, el Tirador, que es el especialista en armas a distancia, y el Psíquico, que podríamos decir para evitar explicaciones más elaboradas, que es el mago. Lo chulo es que vamos a poder cambiar de personaje durante el juego en cualquier momento, y esto además de resultar muy cómodo, incentiva a que probemos todas las clases. Por otro lado, las sinergias entre las diferentes clases son muy importantes, y el juego premia la variedad en los grupos. Punto positivo también para la personalización de nuestros combatientes, y gracias a esta y al editor de personajes, va a ser difícil encontrar dos personajes iguales.

Me da pena que el juego haya salido tan pelado de contenido, con esa filosofía tan marcada de juego servicio, y con tantísimos problemas de pulido, y sobre todo de rendimiento, que lo hacen prácticamente injugable en Steam Deck, donde por cierto todavía no está verificado. Aunque casi debería dar las gracias por haberlo podido probar en Deck, ya que Vermintide ni siquiera es jugable aún en la portátil de Valve. Algo que no entiendo porque si juegos como God of War (2018), Death Stranding, Red Dead Redemption II o Elden Ring, por mencionar algunos recientes, funcionan sin problemas, ¿Por qué no puedo jugar en condiciones a los fantásticos títulos de FatShark? Por eso creo que lo mejor es dejarlo un tiempo en la nevera, y darle una segunda oportunidad cuando llegue a consolas, donde seguro que ya contaremos con una versión más estable, y con más cosas por hacer.