Análisis de The Dark Pictures Anthology: The Devil in Me

Análisis de The Dark Pictures Anthology: The Devil in Me

4 diciembre, 2022 0 Por Jorge Cuadri
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Supermassive Games cierra la primera temporada de The Dark Pictures Antology con un título irregular pero cumplidor y que consigue engancharnos tanto como sus predecesores.

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La antología de The Dark Pictures cierra su primera temporada con The Devil in Me. En esta cuarta entrega, el equipo de Supermassive Games nos invita a sumergirnos en una experiencia de terror y suspense basada, como viene siendo habitual en la saga, en hechos reales. En esta ocasión el argumento se desarrolla en torno a la figura del considerado primer asesino en serie de EE.UU.: el sádico H. H. Holmes, el cuál, además de dar la base temática al videojuego, le da directamente el nombre: según las crónicas de la época, al final del juicio que acabó por condenarlo, el maquiavélico asesino solicitó ser enterrado bajo una capa de hormigón, de forma que “el diablo que habitaba en él” nunca pudiera escapar.

Este angelito de finales del siglo XIX fue un asesino megalómano, que se vanagloriaba de haber acabado con la vida de más de 100 personas, si bien rectificó esta cifra varias veces a lo largo de sus declaraciones, quedando estimadas finalmente en unas 27 sus infortunadas víctimas. Las atrocidades del señor Holmes se llevaron a cabo principalmente en un hotel que, según revelaron varias investigaciones posteriores, fue construido y reformado con este macabro objetivo en mente.

Devil in Me

¿Una cena acogedora… o un mal presagio?

Pues bien, sobre esta base, Supermassive Games plantea una historia arquetípica, como se puede esperar de toda peli de sustos que se precie. Tras una breve introducción en la que viviremos (¿o debería decir, experimentaremos?) uno de los casos del asesino original a finales del siglo XIX, tomaremos el mando de un grupo de trabajadores de una productora audiovisual, quienes, liderados por su director, acuden a la llamada de un excéntrico multimillonario que se declara coleccionista de objetos relacionados con los casos de H. H. Holmes. La productora no está pasando sus mejores momentos, y tiene depositadas todas sus esperanzas en una serie documental cuyo último episodio se dedica al asesino Holmes. Este motivo les empuja a aceptar una invitación consistente en acudir a pasar unos días a una mansión localizada en una despoblada isla en medio de la nada (el primero de los muchísimos “¿qué puede salir mal?” que entonaremos a lo largo del juego) para grabar unos planos de la macabra colección de la que se jacta su intrigante anfitrión.

A partir de aquí, la fórmula es la ya conocida: iremos manejando a distintos personajes, tomando decisiones, y solventando ciertas situaciones a golpe de quick time event, de forma que iremos moldeando el desarrollo de un argumento que tiene multitud de ramificaciones. El concepto de efecto mariposa marca de la casa de la desarrolladora británica se antoja omnipresente y poderoso en esta entrega, y nos hace de nuevo estallar la cabeza en más de una ocasión cuando a posteriori reflexionas sobre las decisiones que has tomado y las consecuencias que han tenido.

Devil in Me

La isla nos dejará paisajes hermosos… mientras sea de día.

A estas mecánicas clásicas de la saga se han añadido varias novedades en esta entrega. Al igual que en su predecesora, House of Ashes, se vuelve a apostar por una cámara libre que funciona bien en general, pero que en momentos puntuales provoca colisiones entre los personajes y el escenario que desembocan en glitches, cuerpos invisibles, y objetos flotantes. Como novedad, en The Devil in Me los personajes pueden hacer uso de un inventario personalizado de acuerdo a las habilidades y conocimientos de cada uno, si bien la superficial implementación de esta característica no aporta toda la profundidad que podríamos esperar de ella. Además, se ha dotado a los escenarios de una componente vertical, y a los personajes de capacidad de subir y bajar ciertos desniveles, y saltar para salvar ciertas distancias. De nuevo, esta novedad se queda a medias: el control de los personajes es tosco, y el parkour que nos proponen se convierte en bastantes ocasiones en un suplicio más que otra cosa. Como punto positivo cabe destacar que la verticalidad le sienta muy bien al diseño de niveles, incrementando la riqueza estática de los escenarios y el nivel artístico.

El guion se antoja algo endeble en los compases iniciales. Las relaciones entre personajes aparecen forzadas y pueriles, y las situaciones de tensión están metidas con un calzador que parece ser producto de la improvisación. A medida que nuestras aventuras (y sobre todo, nuestras desventuras) avanzan, el conjunto toma cuerpo, y cuando te quieres dar cuenta no puedes parar de avanzar por la inquietante mansión en la que nada es lo que parece y en la que te sientes atrapado en un escape room macabro en el que el objetivo es sobrevivir.

Devil in Me

Algunas poses y gestos de los personajes no están todo lo pulidos que cabría esperar.

A nivel técnico no puedo menos que dar un tirón de orejas a la desarrolladora británica. Sobre todo porque esta saga se merece una atención y un cariño que este juego claramente no ha recibido. A nivel gráfico, los gestos y miradas de los personajes no están ni de lejos a la altura a la que nos tienen acostumbrados. La sensación tan rara que dan las facciones de los personajes de The Devil in Me convierten el conocido efecto de uncanny valley en el Cañon del Colorado, si no en el mismísimo Valles Marineris de Marte, el cañón más grande conocido en el sistema solar. Además, el diseño 3D tiene defectos inaceptables en un juego de esta categoría, con puertas que se abren a más de medio metro de la mano que supuestamente las está abriendo, brazos apoyados en suspensión a varios centímetros de la superficie que los debería soportar, y las texturas, sobre todo las texturas, que en algunos casos tardan mucho en cargar. Además, otro punto muy negativo es el doblaje al español. Las interpretaciones en nuestro idioma están completamente fuera de la ambientación general y el tono del argumento, y en mi caso llegaron al punto de sacarme completamente de la experiencia. Me vi obligado a configurar el audio en versión original inglesa, que mejora mucho, y hacer uso intensivo de los subtítulos en español, entre los que también se han colado varios gazapos. Una muestra más de que este título parece haberse desarrollado bajo la sombra del trabajo simultáneo en el exitoso The Quarry, y que Supermassive no ha podido dedicarle todos los recursos que hubieran sido necesarios para convertirlo en una experiencia superior, como ha hecho con brillantez en la mayoría de los demás títulos de su portfolio.

En el apartado sonoro este título destaca: los efectos, el sonido ambiente y la música, de la que no se abusa y sólo aparece en momentos escogidos rayan a un nivel excelente durante toda la aventura. Favorecen la ambientación y contribuyen de forma magistral a la creación de esa tensión a la que esta desarrolladora le tiene más que cogida la medida.

Devil in Me

El Conservador nos estará observando siempre desde el Repositorio y nos irá comentando la jugada en ese tono de humor negro que le caracteriza a lo largo de toda la saga.

Si duda, el que tuvo, retuvo, y Supermassive está en un momento dulce con estos productos que lleva perfeccionando ya casi una década. Si decidís acudir a esta nueva llamada de El Conservador, que por supuesto nos vuelve a acompañar desde El Repositorio en The Devil in Me, os veréis arrastrados sin piedad hasta las profundidades de la mente enferma de un psicópata para, como siempre de la mano de este estudio británico, y parafraseando a los geniales Gomaespuma, “pasarlo de miedo con miedo“.

Jorge Cuadri
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The Devil in Me

34.99
7

Historia

5.5/10

Jugabilidad

6.0/10

Diseño Artístico

8.0/10

Diseño de Sonido

8.5/10