Análisis de The Cosmic Wheel Sisterhood

Tener un don, uno que te haga poderoso e influyente aunque tú ni siquiera lo busques, puede ser una condena o una maldición, dependiendo de cómo hagas uso de él. Que se lo pregunten a Fortuna, que lleva doscientos años exiliada en un asteroide a la deriva por haver visto en el futuro la caída de su aquelarre. Y le quedan otros ochocientos. No es de extrañar, claro, que recurra a pactar con Ábramar, un Behemot, para recuperar su poder y en última instancia, hallar la redención.

Seguro que también te interesa nuestra review de Might &Magic: Clash of Heroes – Definitive Edition

Suscríbete a nuestro canal de Youtube

The Cosmic Wheel Sisterhood es un juego narrativo, una especie de visual novel con un componente de “deck builder”.

De su aspecto de deck builder os puedo decir que se ajusta a esta descripción de forma literal. Porque lo que vamos a hacer durante buena parte del juego es construir nuestra propia baraja de tarot. Y esto lo hace mediante un sencillo pero elegante editor que nos permite unir tres elementos, la esfera, el arcano y el símbolo. Cada uno de estos tres elementos tiene atribuciones e interpretaciones que, unidas, dan significado a las cartas, que posteriormente usaremos para leer el futuro de todos aquellos que vienen buscando respuestas.

La vertiente narrativa, por su parte, ya podréis imaginarosla. Texto, texto y más texto. Pulsar el botón A para avanzar. Puede sonar aburrido, pero la pluma de la que nace esta historia es tan afilada, y tan precisa que da GLORIA BENDITA leer cada uno de los episodios.

Y da gloria bendita porque este, SIN DUDA, es un juego de Deconstructeam. Se reconoce el delicioso pixel art, que impregna cada una de las escenas, con animaciones súper detalladas, intrincados escenarios trufados hasta arriba de detalles y diseños, sobre todo de las brujas, MA-RA-VI-LLO-SOS. Se reconoce, también, la super atmosférica, a ratos ominosa, a ratos reconfortante y siempre evocadora música.

Pero, en la opinión de este que os escribe, lo que más me ha pegado, durísimo, en la patata, es el texto. Y con el texto me refiero, obviamente, al texto. Y al subtexto. Y a todo. En un momento en el que cualquier cosa que se salga de “lo apolítico” es automáticamente tildado de pretencioso, postmoderno, o “guoque”, Deconstructeam demuestra una vez más que no les importa mostrar sus cartas. Y es más. Que disfrutan  haciéndolo, y dotando de un trasfondo tremendamente político, pero también cálido y, como gusta mucho decir en redes, wholesome.

Cada una de las brujas que pasa por la pantalla nos deja ver un poco más del universo que se esconde detrás de la historia de Fortuna y de su capacidad de crear cartas y de ver el futuro de los demás. Con cada consulta se nos revela el rico universo que se esconde tras cada una de las respuestas, porque las lecturas de Fortuna nunca dan respuestas fáciles. Y con cada decisión, nos asomamos un poco más a las obsesiones e inquietudes, ya no de Fortuna, Dalia y compañía, si no a las de, quiero pensar, Marina, Paula y Jordi. Y creedme, CADA UNA de las decisiones que tomamos en este juego CUENTAN. Es más, las decisiones más importantes están, curiosamente, al principio.

Y tras unas horas jugando, leyendo y creando cartas, comenzaremos el acontecimiento pivotal del juego, que es, ojo al dato, una elección para liderar del aquelarre. En este momento el juego nos pide que nos posicionemos, de forma explícita, al respecto de ciertos temas. Y claro, una vez nos hemos definido, se espera que defendamos nuestra posición. Es más. Se espera que “hagamos política”, ganando simpatías de las brujas afines, rebatiendo a las que no comulgan con nuestra e incluso buscar trapos sucios de nuestros rivales. Porque amigos, en la guerra y en el congreso, todo vale.

Y al final, ganarás o perderás, pero lo importante, lo que queda, es esa forma de entender el destino y lo difícil de ciertas decisiones. The Cosmic Wheel Sisterhood es el producto de uno de los tríos más creativos y con un imaginario más fructuoso del panorama independiente. Su arte, en todos los sentidos, me ha tenido pegado a mi SteamDeck durante ocho horas que han volado en un viaje en bus y una tarde posterior. A esta gente, a Deconstructeam, hay que quererlos, porque el día que dejen de hacer juegos, lo vamos a notar.