Análisis de Skully
20 agosto, 2020Rueda, rueda, rueda por el río. Así rezaba la cutre y salchichera traducción de Proud Mary, temazo inmortal de Creedence Clearwater Revival, que perpetraron los ahora vestigios de la España cañí más rancia, Seguridad Social. Afortunadamente lo que rueda en este análisis es bastante más simpático y menos pocho. Porque nuestra protagonista, la protagonista de Skully, es una calavera que gracias a la casualidad y a un cavernícola llamado Terry acaba metida en una poza de barro mágico, convirtiéndose en una pelota de barro y huesos que se mueve con bastante soltura. ¿Y con qué propósito Terry le da vida y nombre a una calavera? Pues con el noble cometido de arreglar una disputa familiar.
La terapia familiar pasa por un título de plataformas y puzles en tres dimensiones que desde luego no innova en absoluto pero que hace lo que hace muy bien. Empezando por los escenarios repletos de accidentes naturales que ponen en riesgo la vida de nuestro redondo protagonista mediante el mayor enemigo natural del barro, que es el agua. La caída en un charco, lago o río no resultará en una muerte instantánea pero si no nos damos prisa en salir, volveremos al último checkpoint. Afortunadamente el control de Skully es ajustado y preciso, y los escenarios nos piden una continua exploración en busca del coleccionable principal, unas flores amarillas diseminadas por el escenario que se irán acumulando para desbloquear contenidos extra, como bocetos, o concept arts.
Al plataformeo, divertido, desafiante y en ciertos momentos frustrante, le unimos la resolución de puzles, basada en la utilización de hasta tres tipos de troll, golem, o bicho de barro, cada uno con sus propias habilidades, que debemos combinar para salir airosos de las situaciones que nos salgan al paso. Así, dando puñetazos con uno, usando la telequinesis para mover plataformas con otro o lanzándonos a la carrera con el más pequeño de los golems, Skully entreteje escenarios que en el mejor de los casos son buenísimos, divertidísimos y estimulantes, y en el peor de los casos, también, pero añadiendo el calificativo de medianamente desesperante. Desesperante porque el principal y mayor problema de diseño de este juego es la distribución de sus checkpoints. En tramos donde superaremos con facilidad los obstáculos, veremos varios de estos charcos que recargan nuestra vida y salvan nuestro progreso. Y sin embargo, en tramos donde la velocidad de nuestra esférica amiga aumenta, y el plataformeo se hace mucho más exigente, sentiremos que esa bendita poza no acaba de llegar nunca, y moriremos en más ocasiones de las que nos gustaría, también porque aunque la cámara es libre, no siempre se coloca en el mejor de los lugares. Afortunadamente, los problemas jugables no llegan más allá, y el conjunto es sólido como una roca.
Igual de sólido que es su apartado técnico, que sorprende a primera vista, con unos escenarios sencillos pero muy bonitos, donde destacan las texturas del agua, o de la tierra mojada sobre la que Skully va dejando un surco tras de sí. Salvo alguna textura que tarda en llegar cuando se carga un nivel, y un par de ralentizaciones en momentos muy puntuales, el juego se mueve a 30 fps y mantiene el tipo de maravilla. No podemos decir lo mismo del modo portátil, que añade a estos problemas la resolución variable, provocando que en ciertos momentos se vea borroso. Pero de nuevo, estos momentos son los menos, en comparación con los que el juego va como la seda.
Acompaña además una música bastante divertida y alegre, con percusiones tribales y buenos arreglos, y una familia cavernícola que habla más que Los Picapiedra, en inglés, claro. Los textos, eso sí, están en perfecto castellano, para que no nos perdamos ni uno de los chistes malos de Terry y sus congéneres.
Skully es un juego que, ya lo hemos dicho, no va a descubrirnos nada que no hayamos visto antes, pero lo que hace lo hace bien y bonito. Skully tiene ese encanto de los juegos hechos con ilusión y con ninguna otra pretensión que no sea escapar durante un rato de la realidad y rodar, lo mismo que la orgullosa Mary, por la orilla del río.
Juego reseñado gracias a una copia proporcionada por Avance Discos.
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