Análisis de Pumpkin Jack
5 noviembre, 2020Una de mis épicas preferidas del mundillo es aquella del juego hecho por una sola persona. Es acojonante pensar que una sola mente, pese a haber recibido cientos de inputs de otras personas y otras obras hechas por otros tantos equipos de personas, ha tomado todas y cada una de las decisiones concernientes a todos y cada uno de los apartados de su juego. Un ejemplo, un caso de éxito que se queda conmigo para siempre es Iconoclasts. La historia de Alondra parida por Joakim “Konjak” Sandberg es uno de los juegos que más voy a recordar de esta generación, y una vez lo terminé, sentí la necesidad física de buscar información sobre cómo se habían desarrollado todas esas ideas maravillosas durante los 9 años en los que el amigo Konjak estuvo trabajando en él.
Y lo cierto es que pese a que tuvo un final feliz, el camino de Sandberg fue tortuoso y en muchos casos se asomaron la ansiedad, la depresión, la pérdida de la motivación y el miedo de haber tirado a la basura una década de trabajo. Es por eso que cuando hablo de juegos como el que hoy nos ocupa, Pumpkin Jack, intento pensar no sólo en el juego per se, si no en todo lo que hay detrás, que en este caso es una sola persona, Nicolas Meyssonnier. Y que ha desarrollado ÉL SOLITO un título que nace de un obvio cariño por los plataformas de acción que llenaban las estanterías de las tiendas durante la era de los 32 y 64 bits. Pero no sólo eso. Este muchacho ha puesto en PC y consolas un sucesor espiritual de Medievil que supera al original y al remake en muchos apartados y que se convierte por derecho propio en una de las sorpresas más gratas de este horripilante 2020.
La historia de Pumpink Jack es francamente sencilla. El diablo decide maldecir el reino de Arcoiris con la noche eterna y llenarlo de criaturas horribles y descerebradas, porque está harto de que sus habitantes vivan contentos y felices. Pero claro, para defender a las buenas gentes de Arcoiris, un poderoso hechicero se alza contra las huestes infernales. Es entonces que el rey del inframundo usa a nuestro protagonista, un mercenario embaucador llamado Jack, a hacerle el trabajo sucio. Para ello, lo saca de su encierro en el infierno, le otorga un cuerpo consistente en un espantapájaros con una calabaza por cabeza y lo manda al mundo de los vivos, para acabar con el ya mencionado hechicero. No estará solo, claro. Para asegurarse de que Jack no intenta engañar al mismísimo diablo, le acompañan un búho, que hará las veces de guía, y un cuervo, que hará las veces de… arma a larga distancia. Pero más sobre esto más adelante.
El periplo de Jack es uno en el que deberemos recorrer unos cuantos niveles lineales con algunos desvíos para recoger coleccionables, pero en los que priman muy por encima de la exploración, el combate y el plataformeo de cierta precisión. El primer aspecto es funcional y divertido. La variedad de armas y de posibilidades hace que sea posible afrontar los encuentros contra los seres que asolan el reino (porque claro, al ser TONTOS no distinguen entre vivos y muertos, atacan indiscriminadamente) sea bastante sencillo, aunque algo tosco, sobre todo porque a veces la detección de impactos es errática, y porque el feedback cuando Jack recibe daño es poco contundente y es fácil no darse cuenta de que nuestra barra de vida está bajando rápidamente. El segundo es donde el juego realmente brilla, porque el control es excelente y los saltos están medidos para que sean desafiantes pero nunca desesperantes. Se combina además con segmentos en los que iremos en vehículos y tendremos que abrirnos paso mientras nos inclinamos para que la vagoneta se mantenga sobre los raíles. Todo esto se desarrolla en una aventura bastante breve y que contiene checkpoints que recuperan toda la salud cada pocos minutos de partida, convirtiendo Pumpkin Jack en un juego muy sencillo, pero ciertamente agradable y fácil de disfrutar incluso para los más peques. Mención especial merecen los jefes finales, que tienen diseños y mecánicas muy divertidas y que obligan al jugador a usar toda su colección de movimientos para ser superados.
En lo técnico, como es obvio, no contamos con los valores de producción que Other Ocean trabajó en el remake de las aventuras de Sir Dan, pero se compensa con un apartado artístico muy resultón y un protagonista muy carismático, siempre listo para soltar este one liner socarrón que te arranca una sonrisilla. Mención especial para las “frases motivacionales” que aparecen cuando mueres, y que deberían figurar en las tazas de Mr Wonderful. Mi preferida, “Si te dieran un dólar por cada vez que has muerto, tendrías 2 dólares”.
Con todo lo mencionado anteriormente, creo que he dejado bastante claro que he disfrutado enormemente de Pumpkin Jack. Esto no hace sino añadir mérito y reconocimiento en el haber del amigo Meyssonier, del cual espero mucho y muy bueno en el futuro. Quien sabe si con la tercera parte de una franquicia protagonizada por cierto caballero no muerto. Sea lo que sea, merece nuestra atención y curiosidad.
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