Análisis de Cult of the Lamb

Análisis de Cult of the Lamb

23 agosto, 2022 0 Por Jaime Brotons
Share this...
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter

Massive Monster nos trae el que para un servidor es el mejor indie de lo que llevamos de año. Una obra con mucho encanto, personalidad y una dirección artística de desfile. Y es que estamos ante uno de esos juegos que, al igual que la comida de autor, entra por los ojos, gracias a su diseño de personajes en forma de animalitos adorables, el de los monstruos, los escenarios, la selección de la paleta de colores donde predominan los blancos, negros y rojos, y la fluidez de las animaciones. Cult of the Lamb es un juego BONITO de verdad, que además combina a la perfección la nada tediosa gestión de aldea, la lograda y adictiva acción y los elementos roguelike junto a otros ingredientes.

Y ya que estamos voy a quitarme esto de encima. Que no os eche para atrás el componente “rogue”, porque en este juego vamos a morir muy poco. Además, el castigo por morir tampoco es muy severo… Simplemente perderemos un pequeño porcentaje de los materiales que hayamos recolectado durante el trayecto en el que hemos perdido la vida. Lo dicho, no vais a tener que repetir escenarios reseteados en su composición de forma indefinida hasta el aborrecimiento. Simplemente hay cuatro puertas (y la del jefe final), y el camino que nos aguarda tras cada una de estas puertas debe ser recorrido tan solo cuatro veces, hasta que se desbloquee el acceso al jefazo correspondiente. 

Estos jefes por cierto son unos monstruos inmundos y despiadados que nos han utilizado como sacrificio para su culto, pero oh sorpresa, al morir una misteriosa entidad demoníaca se “apiada” de nuestra alma devolviéndonos a la vida a cambio de un cometido, crear un culto en su honor que le permita ser liberada, y ya de paso por el camino nos vamos vengando de los monstruos que acabaron con nuestra triste existencia de corderito degollado (nunca mejor dicho). 

A partir de aquí comienza nuestra vida en en la granja. Un sin fin de construcciones nos esperan, relacionadas con el trabajo, como un aserradero, mina, granja, silo de semillas, retrete, camas, cabañas, enfermería, mesa de construcción (lo primero, claro está); otras que tienen que ver con la fe, la más importante nuestra capilla o iglesia, pero también templos de oración o ídolos, donde recolectaremos la fe depositada, o altares de invocación, en los que vamos a poder convertir a nuestros aldeanos en pequeños demonios (más bien familiares), para que nos apoyen con ataque, curación o power ups durante los combates, y por supuesto todo tipo de elementos decorativos, desde pequeñas estatuas hasta caminos de adoquines, flores, y un largo etcétera, que harán que nuestra aldea luzca más bonita que un San Luis. Y todo esto claro está, tiene un coste en forma de materiales, que vamos a ir recolectando, primero en el propio campamento, luego en nuestras cruzadas, en las minas y aserraderos que hemos construido, y más adelante incluso podemos mandar a otros a hacerlo por nosotros.

 

Además de madera, piedra y oro, recolectaremos una gran variedad de materiales, que también refinaremos generando otros, para fabricar nuevos objetos, e ingredientes con los que elaborar suculentos platos. Porque en este juego, además de estar atentos al medidor de fe y de enfermedad de nuestra aldea, debemos estar atentos al de hambre, para que nuestros cultistas estén bien nutridos y sanos. ¿Qué esperabais de un gestor de granjas? A todo esto hay que sumarle un pequeño aderezo en forma de minijuegos, de pesca, de dados, y encuentros con NPCs la mar de curiosos, que nos ofrecen recompensas en forma de setas, oro y mucho más.

Pero el núcleo de nuestra incipiente secta pasa por lo que hagamos con los cultistas, que se sumarán a nosotros de distintas maneras: Unos serán rescatados de las redes de una araña que los vende, otros llegan por su propio pie, otros los traen nuestros aldeanos, otros los encontramos durante los trayectos, y también tenemos a los jefazos, que cada vez que los derrotamos se convierten en un potencial cultista para sumar a nuestro credo. Todos ellos serán convocados al menos una vez al día para participar en ceremonias, rituales y doctrinas, que generarán más fe para desbloquear y subir de nivel las construcciones, armas y poderes, además de dotar de beneficios a la propia secta o a nosotros mismos. Por ejemplo: llevar a cabo un banquete, celebrar un matrimonio, un entierro, un sacrificio… Hay muchas posibilidades. Y todo esto que os cuento, que no es más que la punta del iceberg de lo que os tiene preparado Cult of the Lamb, y que tal vez leído parezca mucha cosa, en realidad no lo es, ya que como comentaba al principio del texto existe un equilibrio casi perfecto entre gestión de la aldea y la parte de acción, con la que ahora vamos.

Al contrario de lo que pueda parecer (o tal vez no), lo mejor de este juego es su fantástico sistema de combates, al más puro estilo Zelda clásico, en el que disponemos únicamente de tres movimientos: pegar con nuestra arma, rodar, y lanzar magia. Es increíble como con tan poco, y un buen diseño de enemigos, logremos algo tan gratificante. Tanto el arma utilizada como la magia, son dadas de forma aleatoria al comienzo de cada viaje, con posibilidad de cambiarlas según el camino que elijamos, porque cada trayecto se bifurca en diferentes direcciones, y cada uno de estos nos llevará o bien a combates, o a liberar animalitos que convertir a nuestra religión, a materiales que recolectar, o a cartas del tarot que destapar, entre otras opciones. El tipo de arma y hechizo, y el nivel de estos, irán aumentando conforme progresemos en el juego. A parte tenemos el apoyo de los efectos pasivos del tarot, un sistema de cartas muy bien pensado en el que vamos a ir desbloqueando nuevas ayudas y potenciadores, que nos van a venir de perlas de cara a vencer a los jefazos, que son todo un derroche de imaginación, y nos dan grandes momentos con ataques de todo tipo: grandes y pesados golpes, lanzar bombas, ácido, generar enemigos, o incluso convertir la pantalla en todo un bullet hell. Una delicia.

A mí me ha llevado algo más de 18 horas pasarme el juego, consiguiendo casi todas las cartas del tarot, y gran parte de los coleccionables, y estoy deseando que llegue más contenido gratuito a esa sección del menú principal titulada “Se vienen cositas”. He disfrutado muchísimo Cult of the Lamb, y ha conseguido algo que últimamente me cuesta sobremanera, tenerme enganchado de principio a fin sin prestar atención a otros títulos que tengo pendientes, o a otras de mis aficiones en las que me gusta invertir mi tiempo libre.

Por último, decir que gracias al código proporcionado por Cosmocover, lo hemos podido jugar en Steam Deck, y la verdad es que la experiencia no podía ser más satisfactoria. Cult of the Lamb es un juego que luce genial en la portátil de Valve, y se maneja de maravilla, porque de hecho se recomienda jugar con mando, y no con ratón y teclado. En cualquier caso, no os lo perdáis sea en la plataforma que sea.

 

 

Cult of the Lamb

8.3

Historia

8.0/10

Jugabilidad

9.0/10

Diseño Artístico

9.0/10

Diseño de Sonido

7.0/10

A Favor

  • El excelente equilibrio entre todos los ingredientes
  • El diseño artístico y las animaciones

En Contra

  • Puede resultar algo fácil
  • En ocasiones sentimos que nos faltan materiales