Análisis para Nintendo Switch

Nada como el amor de verano… entre desaparición y desaparición

Vaya por delante que a mí las novelas visuales más centradas en los romances, algo cercano a los simuladores de citas, no han sido nunca un género que me atrajera lo más mínimo:lo de ligar con seres virtuales, nunca ha sido de mi gusto. Si me acerqué a esta obra fue precisamente por su vertiente de novela visual terrorífica: una buena historia de terror veraniego en un pueblo costero que padece una extraña maldición es un plato que puedo degustar con tranquilidad. No digo esto con la intención de parateparme ni justificarme, simplemente pongo en sobre aviso que este tipo de novela visual me es nueva: ello puede hacer que algunas de mis apreciaciones sean más positivas que para alguien habituado a estas obras.

Os comentaba que me atraía su vertiente de thriller y misterio nos vamos a encontrar bastante en este juego, sobre todo en sus primera horas, aquellas que compondrían, podríamos decir, el prólogo del juego: un prólogo extenso, sí, de unas 3 ó 4 horas, pero que sabe inocularnos el miedo y el misterio de manera interesantísima, con un apartado sonoro muy notable. Un prólogo, como os decía, que sirve tanto para situarnos argumentalmente como para presentarnos a los personajes y las principales dinámicas del juego. Unas horas iniciales que son un auténtico acierto en un género, como es el de la novela visual, al que le suele costar arrancar y que a veces no logra encontrar su ritmo hasta pasadas su primeras horas. Algo que aquí no pasa, por fortuna: su inicio es modélico y es difícil que perdamos el interés en él. Y es que cuenta la leyenda que en el agradable y costero pueblo de Mihate, cada cien años el Yomibito aparece en el pueblo para causar toda una serie de desgracias si no se le pone fin: se trata del espíritu de un fallecido que reaparece para causando el terror entre los habitantes del pueblo. Tú acabas de llegar a Mihate, te has mudado allí a la mansión de tu tío para empezar un nuevo curso y alejarte de una desgracia acontecida hace poco. Esa misma noche, cuando enciendes la radio, una voz susurrante explica que justamente se han cumplido cien años de la última aparición del Yomibito… Justo entonces una chica desaparece y el grupo de estudio en el que estás empieza a investigar dicha desaparición y su posible relación con la antigua leyenda.

Está claro que el argumento no es rompedor, pero funciona como un reloj gracias al gran abanico de personajes que pueblan la aventura: desde Maimi Kusunose, tu prima, hasta Miu Amana, la silenciosa y misteriosa líder del grupo de estudio. Por supuesto, no puede faltar el amigo dicharachero y algo “salido”, Kensuke, que pondrá las notas de humor grosero en el juego. El juego tiene decenas de personajes que pueblan Mihate, pero el grueso está en los personajes femeninos pues, como os he explicado, gran parte de las mecánicas de esta novela visual se centra en las citas. Tras el prólogo, podremos movernos libremente  por el pueblo, haciendo uso de un mapa donde podremos elegir visitar diversos puntos de interés: la estación, el instituto, el paseo marítimo, el bosque… Podremos visitarlos, habitualmente, en tres momentos del día: por la mañana, por la tarde y por la noche. En cada sitio y dependiendo de las horas, podrás encontrarte con un personaje u otro, pero nunca sabrás con quién hasta que no visites ese sitio. A medida que te vayas encontrando con los personajes, irás ganando afinidad con ellos, lo que desembocará en ver ciertos eventos especiales: principalmente, citas. En más de una ocasión dos personas te citarán en una misma franja horaria pero en dos lugares distintos y deberás optar por una de ellas. Toda esta toma de decisiones hará que dispongamos de una información u otra que acabará llevándonos a uno de sus múltiples finales. Que nadie se preocupe, el juego guarda tus progresos de tal manera que si quieres rejugar la aventura podrás disponer de la información descubierta en relación a en qué lugar y a qué hora estaban ciertos personajes con los que ya hayas interactuado. Sin duda, a la hora de rejugarlo (y el juego invita a ello sobremanera) es una información importantísima.

 

Si esto os parece poco, debéis saber que dispondremos de pequeñas misiones que nos asignarán los personajes y que, si los resolvemos correctamente, obtendremos ciertos objetos importantes o imágenes un tanto sugerente de nuestra protagonistas. Pero, y que esto quede claro ya, pese a ser un juego de citas que nadie se imagine que estamos ante una propuesta que coquetea con el erotismo: está lejos de su propósito. Como mucho, seremos testigos de ciertas situaciones e imágenes sugerentes, pero poco más, sinceramente. Volviendo a las misiones: lo cierto es que son sumamente sencillas y suelen basarse en el ensayo y error, por lo que no suponen un reto pero sí un elemento que otorga variedad al juego. Huelga decir que podemos aceptar estas misiones u obviarlas absolutamente, queda a disposición del jugador decidirlo.

El juego otorga una gran importancia al tema del calendario: debido a una serie de hechos acontecidos en el prólogo, sabremos en qué fecha el juego finalizará y deberemos tratar de resolver el misterio que envuelve a Mihate y su leyenda del Yomibito antes de que llegue ese día. Cada día que pase, se irá tachando del calendario y será una oportunidad menos para recabar información, por ello es tan importante decidir en qué invertir el tiempo. Y aquí, quizás, el juego peca un tanto en centrarse en los romances, pues acaban teniendo más relevancia en gran parte del juego que el propio misterio: lo cierto es que no importa, pues los personajes son realmente interesantes y siempre apetece conocerlos algo más. Pero si he de ser sincero, hubiera agradecido algo más de equilibrio entre el thriller y el romance.

Cada decisión, cada evento, cada cita, cada visita a una parte u otra de Mihate creará una serie de tendencias hacia ciertos personajes: esta afinidad la podremos observar gracias a un sencillo gráfico de color en el que cada personaje femenino tiene su color asignado. Se trata de una herramienta muy sencilla pero que nos ayuda a visualizar qué caminos estamos tomando de cara a su futura rejugabilidad.

Visualmente, WorldEnd Syndrome peca de lo habitual en el género de la novela visual: estamos ante una propuesta que parte de imágenes con fondos estáticos en los que superponen los personajes. Por suerte, el diseño de los personajes y de los fondos gozan de un alto nivel. Lo cierto es que la recreación de Mihate nos transporta realmente a un pueblo costero vivo y los personajes tienen una marcada personalidad que se visualiza muy bien en su indumentaria y estética personal. Si a ello le sumamos unas voces, en japonés, con un nivel de actuación excelente, nos encontramos con un apartado audiovisual muy notable dentro de su género.

Comentaba que me echaba atrás la parte romántica del juego, pero una vez caí en sus manos, la verdad es que se nos hace realmente ameno este apartado y acaba siendo una baza a favor del juego. Estamos, pues, ante un slice of life en el que predomina el romance y el thriller y en el que vamos a ser testigos de una historia muy bien contada, para la que vamos a necesitar, como viene siendo habitual en las novelas visuales que nos llegan, un nivel alto de inglés, pues no viene traducido al castellano. Pese a ello, y si esto no es impedimento para que lo podáis disfrutar, estamos ante una muy buena propuesta para adentrarse en el poco transitado (en España) género de las novelas visuales. Un propuesta refrescante y que es altamente disfrutable tanto por sus divertidos romances como por el misterio que se oculta tras este aparente idílico pueblo.