Análisis Psikyo. Shooting Stars: Alpha
14 febrero, 2020Nintendo Switch
My baby shot me down
El tiempo no perdona. Ni la edad. A veces me sorprendo cuando vuelvo a jugar a aquellos videojuegos que de pequeño conseguía completar con relativa solvencia y me doy cuenta de que a duras penas puedo completar los niveles iniciales. Me pasa sobre todo con aquellos juegos que disfrutaba en las recreativas: aquellas salas atestadas de jóvenes, a quienes les quemaban las monedas en los bolsillos y las manos. Nos acercábamos a aquellas máquinas debatiéndonos entre el deseo y el temor: una lucha que se saldaba siempre con nuestra paga semanal reducida a cenizas, pero con el sabor agridulce de quien ha podido disfrutar, breve pero extasiantemente, de aquel videojuego en el que llevaba pensando toda la semana. Progresar o completarlo no era, quizás, el objetivo, sino sentirnos en ese ambiente especial, único al que la pátina de la nostalgia nos hace querer regresar constantemente.
Por eso es difícil resistirse a esos recopilatorios que afortunadamente van trufando el catálogo de la actual generación. Y de ente ellos es complicado no querer acercarse a los veteranos shoot’em up: la sencillez extrema, el avance implacable, el reto no ya de superar los niveles, sino de superar nuestra puntuación. Son un género al que siempre apetece volver: porque las partidas duran un suspiro y porque retarnos a nosotros mismos es siempre estimulante. Acabar con hordas de enemigos mientras avanzamos y terminamos con gigantescos jefes finales es el esquema básico del género, al que añadimos las habituales mejoras que nos hacen una auténtica máquina de matar. Pero lo extremadamente sencillo muchas veces acaba siendo increíblemente difícil: una fórmula tan depurada permite insertar cada vez retos mayores.
Esto es lo que sucede con el notable recopilatorio Psikyo. Shooting Stars: Alpha: en él vamos a poder jugar a, ni más ni menos, seis títulos diferentes que quedan cobijados bajo el paraguas de los shoot’em up de las recreativas. Un viaje a la nostalgia que comprende un período que va del año 1995 (Strikers 1945) al 2001 (Zero Gunner). Todos ellos, para ayuda de aquí el amigo manco, tienen la posibilidad de ajustar la dificultad: desde quienes quieran un reto medianamente asquible, pasando por algun ser brillante de reflejos inhumanos, hasta los torpes (entre los que me incluyo) incapaces de no enloquecer ante la miríada de bolas que nos lanzan los enemigos y que a veces parece ocupar la totalidad de la pantalla. En mi caso, y ya me perdonarán, doy las gracias a este selector porque de no haber rebajado la dificultad no habría superado más de dos niveles: ya decía que la edad no perdona…
En aquellos juegos que avanzamos de abajo a arriba, en el modo portátil de la Switch se nos permite poner la pantalla en vertical para poder jugarlo, ¡y menos mal! La cantidad de enemigos y de proyectiles que lanzan hacen imprescindible tener una buena pantalla para jugarlo por lo que en portátil se hace casi imprescindible jugarlo en vertical. Y digo en aquellos que avanzamos de abajo a arriba porque en este recopilatorio podemos disfrutar de Sol Divide. Sword of Darkness: un shmup que nos hace avanzar de izquierda a derecha. Una curiosa propuesta de corte fantástica y medieval en el que el argumento tiene algo de peso y en el que a veces, y mapa mediante, podemos escoger que nivel completar antes. Además podemos escoger magias para acabar con los enemigos, recoger vitalidad y maná… Una obra curiosa y que se escapa de lo que el recopilatorioa propone.
El resto, por supuesto, sigue el esquema básico de progresión: niveles atestados de enemigos en los que recoger potenciadores y acabar con los Final Boss. La trilogía Strikers es una oda al género que hará las delicias de los seguidores acérrimos de los shmups. Por su parte, Dragon Blaze nos propone dejar los aviones de lado y montar sobre dragones para acabar con multitud de seres fantásticos: un cambio de ambiente que, como Sol Divide, se agradece enormemente. Y, por último, Zero Gunner tiene, seguramente un manejo un tanto cuestionable pero nos da la oportunidad de acabar con enormes robots que están asolando el mundo. Tres propuestas clásicas pero que son lo suficientemente diferentes entre sí como para hacernos querer más.
Así pues, este recopilatorio sabrá encandilar a los amantes de los shoot’em up, por supuesto, pero también a aquellos que echamos de menos las recreativas: sus partidas cortas y frenéticas nos van a acelerar el pulso y a robarnos una sonrisilla que oscila entre la resignación y el pique sano con la maquinita. ¡Bendita nostalgia, qué cruel y bonita eres!
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