99vidas. Reivindicando tiempos pasados.
7 diciembre, 2018Análisis Switch
Hubo una época en la que todo, TODO, era mucho más simple. Hoy por hoy, los juegos de referencia son dechados de complejidad, de sistemas y subsistemas que nos obligan a esta microgestión contínua de situaciones, de equipo, y de puntos de experiencia, y cualquier título que espere jugar en la liga de los grandes, de una forma u otra, tiene que pasar por ciertos aros. Es un hecho que cierto sector de la comunidad de jugadores echa de menos este tiempo pasado, y el éxito y expectación de productos como Crash N-Sane Trilogy o el más reciente Spyro Reignited Trilogy son testigos de esa añoranza por lo sencillo. 99Vidas es, a su modo, una reivindicación más de ello.
Porque 99Vidas más que un juego, es casi una declaración de amor a aquellos beat’em up, esos yo contra el barrio, que no pedían al jugador que aprendiera una lista interminable de combinaciones que varía con cada arma equipada y que al vuelo adaptara sus estrategias y accesorios de combate dependiendo de la situación. A esos juegos que sólo requerían una cosa, que era ir hacia la derecha. Y no me refiero a ir hacia la derecha cabalgando como lo hace Santiago Abascal, no. Me refiero a moverte por un escenario pixelado, abriéndote camino a guantazos, con el único objetivo de llegar al fondo de la fase donde un jefe final más duro que el acero toledano nos espera.
Comenzando este sentido homenaje por un aspecto pixelado que obviamente nos manda de un uppercut en la mandíbula hasta mediados de los noventa, con animaciones y movimientos que beben directamente de títulos como Double Dragon, Final Fight o Streets of Rage. De este último, además recuperamos esos movimientos especiales que usábamos para barrer la pantalla, y que redundan en algunos de los momentos más vistosos que 99Vidas nos puede ofrecer. Cada personaje jugable cuenta, además, con su propio estilo de combate, por lo que la elección de inicio influirá, y bastante, en el devenir de nuestra partida. De hecho, uno de los encantos de este juego, de nuevo al estilo de sus referentes, es ir probando los variopintos personajes (muchos de ellos desbloqueables) y quedarte con tu preferido para posibles speedruns o partidas en dificultades más altas. Además, iremos haciendo progresar a nuestro muñeco (cuánto hace que no llamaba a los personaje del videojuego “LOS MUÑECOS”) con los ya clásicos niveles y aprendizaje de habilidades, dotando al título de cierta profundidad, si bien es cierto que se notan más accesorias y opcionales de lo que suele ser habitual.
También se aprecia el trabajo y las ganas de fijarse en los clásicos en los diseños de los enemigos, que son multitud, y pertenecen a multitud de colectivos. Punkies, furries, albañiles… cualquier tribu urbana es susceptible de probar nuestros nudillos, y tenemos además el detalle de que todos ello tienen un nombre que figura encima de su barra de energía, como antaño.
Mención y párrafo aparte merecen los bosses. Los muchachos QuByte se han asegurado de que son el punto álgido de cada una de las fases, tanto por su diseño, muy característico y diferenciado de los masillas, como por sus patrones de ataque. Porque en esto también se fijan mucho en sus referentes, siendo mucho más importante establecer los patrones y las ventanas en las que podemos castigarlo sin piedad y sin miedo a recibir nuestro merecido inmisericordemente.
Pero, ay amigos, no todo va a ser bueno y bonito como en los 90. Y es que, aunque es justo decir que el nivel de las melodías de algunos juegos del género legendarios como Streets of Rage era algo muy difícil siquiera de acercarse, las melodías en 99Vidas no son siquiera una pequeña parte de lo carismáticas y pegadizas que en su día fueron auténticos temazos legendarios. Claro que lo mismo no siempre se cuenta con un genio de este negocio como Yuzo Koshiro.
Así pues, podemos decir sin miedo a equivocarnos que 99Vidas es un buen beat’em up a la antigua, que no rehuye, más bien abraza su condición de homenaje a un género prácticamente extinto en un mundillo que ahora mismo se orienta hacia otras disciplinas. Es probable que la sencillez del título del estudio brasileño encandile a los más talluditos pero no es menos cierto que probablemente a aquellos que disfrutan de los Hack’n’Slash actuales o que no han disfrutado los clásicos, no vean el encanto que otros le vemos.
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