Análisis Sayonara Wildhearts
20 septiembre, 2020Nuestra saga comienza hoy
aunque también hace una eternidad
justo aquí
pero también a años luz de distancia
En una ciudad parecida a la tuya
había una mujer que era muy feliz
hasta que su corazón se fracturó con una violencia tal
que su lamentó retumbó por todo el espacio y el tiempo
Así comienza Sayonara Wild Hearts, una de las propuestas indies más interesantes y diferentes de Annapurna Interactive y la desarrolladora sueca Simogo, conocida por sus juegos para móviles como Year Walk y Device 6.
Con la voz en off de la mítica Queen Latifah haciendo las veces de narradora, se nos cuenta la historia de algo por lo que todos hemos pasado, una persona a la que le han roto el corazón, que se encuentra en su habitación hundida, y que de repente encuentra las fuerzas para salir, recuperar corazones y repartir amor por doquier. Todo esto enmarañado en una historia con mitología del Tarot, Dioses buenos, malos, magia y mucho “brilli brilli”. Te puedes enterar de todo, de algo, o de nada, como es mi caso, pero lo cierto es que está hecho con un gusto exquisito, como todo en este juego.
Había leído en diferentes análisis que este juego es inclasifcable, y en parte es cierto ya que bebe de diversos géneros, pero básicamente se trata de un juego musical sobre raíles, como lo es por ejemplo REZ o Thumper. Luego le podemos poner un montón de subgéneros, que los tiene, porque también es un runner, shooter “matamarcianos”, incluso bullet hell, pero creo que se ha abusado demasiado del terminó inclasificable para este juego, o al menos a mí me lo parece. No os hagáis un lío, Sayonara Wild Hearts es un juego musical, y muy bueno además, que supedita todo a su Banda Sonora, principal hilo conductor. El juego dura lo que dura el disco, y cada una de las 20 fases son una pista musical de este.
Y hablando de música, el disco ya estáis tardando en escucharlo, comprarlo o descargarlo de donde podáis, es una maravilla synthpop y electroindie (¿he escrito yo esto?), que surge del la colaboración entre el productor Daniel Olsén, el compositor Jonathan Eng y la maravillosa voz de la cantante y violonchelista Linnea Olsson, que yo había confundido con la preciosa Lauren Mayberry de CHVURCHES. Por cierto, si os gusta la banda británica que tal vez conoceríais por su participación en el videojuego de Hideo Kojima, Death Stranding, la música de este juego os encantará.
Volviendo a la jugabilidad, tendremos que recorrer 20 niveles, a través de los cuales habrá que recolectar la mayor cantidad posible de corazones y otros objetos, ejecutar una serie de sencillos QTE, que ni siquiera lo son, ya que es simplemente apretar el único botón de acción en el momento preciso, no hay combinaciones de botones. Debemos evitar chocarnos, caernos y evidentemente recibir daño de los enemigos, aunque tampoco pasa nada porque rápidamente volvemos al último punto de guardado de la pista, que normalmente es bastante cercano y no nos va a hacer repetir grandes tramos, básicamente porque no los hay. Pero podría hacernos repetir la fase, y no es así. Sayonara Wild Hearts es un juego amable que nos pone las cosas fáciles que incluso nos ofrece saltarnos tramos si ve que hemos fallado demasiadas veces, para que podamos sin ningún problema al final y obtener nuestra puntuación, oro, plata, bronce, y en el peor de los casos (esto es muy difícil), sin puntuación.
Comentaba al principio del análisis que nos vamos a encontrar con un buen cocktail de géneros, y es que a lo largo de cada fase vamos a experimentar cambios en este sentido. Lo que empieza como un runner se torna plataformas, QTE, shooter, o combinación de varios, y además lo hace de una forma armónica y con sentido, que llega siempre en el momento idóneo para conseguir que en ningún momento las mecánicas se nos hagan pesadas o repetitivas. No vamos a pensar en ningún momento, “esta fase tiene demasiado de X”, y no podemos hacerlo porque Sayonara Wild Hearts tiene un ritmo endiablado que te coge de la mano y te lleva hasta el final sin a penas pestañear. De hecho yo no hubiera hecho separación entre fases, por lo menos hasta haberte pasado el juego, y una vez finalizada la hora que dura aproximadamente, luego ya que permitan seleccionar secciones. Vamos a encontrar vehículos como nuestro monopatín, una moto, coche (momentazo), una espada que se transforma en un planeador como el del Duende Verde (¿por qué no?), y hasta un ciervo. Vamos a ver absolutamente de todo, porque el diseño de niveles es una auténtica locura. Ojito la fase de las gafas VR (no doy más detalles), porque es todo un homenaje que os va a encantar, y no es el único.
Artísticamente es un juego que entra por los ojos cual topless playero en nuestros veranos de preadolescente. Es colorido, original, bonito, es muy japo, y sus pixeles y neones se ponen al servicio del espectáculo para dejarnos ALUCINADOS durante el rato que nos dura esta obra tan especial.
Por ponerle alguna pega, diré que no he visto demasiado aliciente para rejugarlo, más allá de conseguir el oro en todas las fases con ese espíritu tan arcade que tiene. Pero ya sabéis, los que me conozcáis un poquito, que yo no soy mucho de rejugar títulos con todos los que tengo pendientes, así que tras 60 minutos de puro gozo, Sayonara Wild Hearts se quedará en mi corazón como algo que me pasó. Salvo tal vez en la música, no es el mejor en nada, pero todo en su conjunto hacen un juego excepcional que no os podéis perder bajo ningún concepto.
Imágenes recogidas de la web oficial del juego.
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