
Ninja Gaiden Ragebound. Análisis
2 septiembre, 2025Con décadas de historia a sus espaldas, la saga Ninja Gaiden vuelve a la actualidad con el claro objetivo de revivir sus tiempos de gloria. Tras un breve inicio como máquina recreativa en el Japón de 1988, en seguida dio el salto a las consolas domésticas de la mano de NES y llegó a contar con dos continuaciones antes de caer en el olvido. Ya en el nuevo milenio y de la mano del gran Tomonobu Itagaki y su Team Ninja, el regreso de Ryu Hayabusa gozó de una nueva época de popularidad gracias a su reinvención como título de acción tridimensional y sobre todo a su endiablada dificultad. Ahora, después de múltiples adaptaciones y remasterizaciones, parece que 2025 puede ser un gran año para Ninja Gaiden con dos nuevos títulos en el calendario. Más adelante, en octubre, contaremos con la cuarta entrega de la saga principal, pero de momento los buenos de The Game Kitchen (Blasphemous) nos traen la primera alegría con este Ragebound, un producto redondo se mire por donde se mire. Todo un homenaje a la saga que vuelve a sus orígenes con su aspecto pixelado y su avance horizontal pero manteniendo la acción frenética qué fue su alma en la pasada década.
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La historia se aleja de la trama principal hasta ahora, sirviendo a modo de spin-off. Esta vez nos ponemos en la piel de Kenji Mozu, un ninja entrenado por el propio Hayabusa, para defender de los demonios su aldea natal en ausencia de su maestro, que se encuentra en Estados Unidos vengando la muerte de su padre… En lo jugable diversión y simplicidad serán el objetivo, no encontraremos multitud de mecánicas ni complejos árboles de mejora, se tratará de dominar los controles en unos minutos para ponerse cuanto antes a surcar los elaborados escenarios. Tras un par de niveles de introducción conoceremos a nuestra acompañante en la aventura, Kumori, una ninja del Clan de la Araña Negra y desbloquearemos todas las habilidades, que no son pocas. Tendremos un movimiento de esquiva, el golpe de katana básico, un número limitado de kunai para lanzar a los enemigos y una tercera habilidad, la arma de araña, que habrá que recargar, y con la que podremos elegir entre las múltiples técnicas que iremos desbloqueando gracias a los coleccionables.
Y es que cada nivel cuenta, además de con tres misiones especiales cada uno, con hasta cuatro tipos de coleccionables diferentes. Situados casi siempre a simple vista, en ocasiones tendremos que recurrir a nuestra imaginación y a unos buenos reflejos para conseguirlos y después intercambiarlos en la tienda, a cambio de un buen surtido de elementos. Divididos estos entre modificadores de la partida y poderosas armas arrojadizas y habilidades que complementen nuestro arsenal. Dichos modificadores aumentan en buena medida la rejugabilidad del título ya que nos ayudarán en la pelea por conseguir las mejores calificaciones en los niveles. Algo que alargará la duración nada desdeñable del juego, ya que solo completar las misiones principales y secundarias nos puede llevar alrededor de 8 intensas horas.
Sí destacamos el sistema de hipercarga, que al eliminar a ciertos enemigos resaltados por un aura, dotará a nuestro siguiente ataque de una potencia devastadora que eliminará de un golpe a todos los enemigos comunes y dañará enormemente a los jefes. Además podremos conseguir esta potenciación sacrificando parte de nuestra salud, lo que añadirá a los combates un toque de estrategia gracias a su equilibrio riesgo-beneficio. También el salto guillotina ofrece mucho dinamismo al combate. Una mecánica que, al estilo de lo visto en el sublime Cuphead, nos permite “rebotar” en los enemigos voladores para dañarlos y encadenar los combos. También tomaremos en ocasiones la forma de nuestra compañera, en pequeñas secciones de plataformas que nos harán movernos rápidamente por pequeñas secciones del escenario para desbloquear una puerta o conseguir algún objeto importante.
La variedad de situaciones y escenarios que encontraremos nos lleva por todo un mapa lleno de contrastes. Selva, ciudad, el alcantarillado y hasta las profundidades del inframundo y todos a rebosar de un plantel de enemigos envidiable, tan variado que raramente pensarás estar enfrentándote una y otra vez al mismo diseño, algo tan común en los hack and slash.
El nivel de dificultad se encuentra en un punto muy bien equilibrado. Por un lado, el avance por los niveles, a excepción del último trecho de la aventura, no supondrá gran dificultad gracias a la multitud de puntos de control que encontraremos. Por otro, algunos de los jefes finales ofrecen un gran desafío, nos hemos visto reintentando algunos de ellos una y otra vez, afinando nuestra estrategia hasta conseguir la ansiada victoria. Y para los más exigentes, pueden contar con un modo difícil extra desafiante.
En el apartado artístico, los sevillanos no defraudan. Vuelven a regalarnos la vista con un acabado visual espectacular, para amantes del arte pixelado. Tanto los fondos como el diseño de personajes son de un detalle exquisito, mención especial a las brutales animaciones que veremos al destruir a algunos enemigos. Y la banda sonora nos retrotrae a los tiempos de las recreativas con sus melodías pegadizas y sonidos sintetizados, que se adaptan a la acción de manera dinámica. Es un festín para los sentidos.
The Game Kitchen ha sabido honrar la saga de la mejor manera posible combinando la acción de los títulos recientes con el aspecto gráfico de sus predecesores. El estudio español demuestra que las grandes propiedades intelectuales están en buenas manos en nuestro país. Controles precisos, acabado audiovisual soberbio y jugabilidad accesible y a la vez desafiante. Vuestras pantallas se convertirán en un frenético espectáculo mientras arrasáis los variados escenarios repletos de vistosos enemigos en un juego que se disfruta de principio a fin, sin tener que ser un prodigio a los mandos.
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