El niño y la Bestia

11 mayo, 2016 0 Por furgonetero
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La muerte de su madre, la desaparición de su padre y el intento de adopción por parte de unos familiares, a la vista, no muy amigables son los causantes de que la vida del pequeño Ren de 9 se vuelva totalmente del revés. Ante esta situación el pequeño huye y vagabundea por el bullicioso barrio de Shibuya donde encontrara Komatetsu, una bestia con forma de oso que se lo llevara al mundo de las bestias donde hará de padre y maestro en un viaje de autodescubrimiento y madurez.

Este simple argumento ya mil veces presentado y mostrado en películas como “Karate Kid”, juegos como “The Last of Us” o comics como “El lobo y su Cachorro” es lo que nos trae el maestro Mamoru Hosoda en su 4 film, después de una más que excelente Wolf Children.

Algunos ya comparan a Hosoda con el todo poderoso Miyazaki, bajo mi punto de vista, aún no se puede comparar con el maestro nipón aunque sí que lleva camino de convertirse en otro intocable en esto del Anime. Muestra de ello es la cinta que hoy tocamos y que se convierte por derecho propio en otra película que no debemos dejar de ver pues contiene momentos realmente gloriosos y que un par de pegas no hacen que se convierta directamente en su mejor film.

Lo importante en esta película no es lo que nos cuenta, pues como ya hemos dicho el argumento está ya muy manido, sino el “como” lo cuenta. Hosoda demuestra su dominio y arte tanto en la animación tradicional como en la 3D y nos muestra un viaje de aprendizaje realmente espectacular, con auténticos momentos para el recuerdo y regalándonos mil y un maravillosos Wallpaper.

La diferenciación que nos hace entre el mundo de los humanos, más gris, más racional en donde apenas se nos muestran interacciones interpersonales entre las personas que lo habitan, salvo en contadas excepciones como con Kaede donde se muestra más amable con el personaje; más que seres humanos parecen zombis caminando sin ilusión con la mirada puesta en el frente. En contra punto la ciudad de las bestias es más luminosa y viva, las bestias que lo habitan se muestran más “humanas” y muestran sus emociones en todo momento. Esta diferencia entre mundo nos muestra como metáfora de que el mundo de la imaginación se puede usar para dar una patada en las reales bolas a la vida corriente que a veces nos ata y nos asfixia. Y lo hace de una manera arrebatadoramente bella y emotiva.

Todo esta cuidadosamente estudiado y en ambos mundos se muestra especial mimo en todos los detalles que lo componen: desde las luces y destellos del bullicioso Shibuya, prácticamente nocturno en todo momento, a la armonía y felicidad del mundo de las bestias que invita a la fuga, siempre situado entre la salida y la puesta de sol. Cada habitante de este mundo está bien presentado, ninguno es grotesco y todos presentan una forma que recuerda a la humana si dejar de ser un animal.

La combinación de animación tradicional y 3D es asombrosa, están tan bien integradas una con la otra que apenas notamos el uso del ordenador durante la película y eso es algo de agradecer pues nos aleja de esa vorágine de películas hechas por ordenador que inundan occidente y que nos hacen olvidar que un buen dibujo es tan impactante como lo puede ser una poderosa animación por ordenador.

Retrata con gran ritmo y dosis de humor la cotidianidad del día a día de esta pareja tan distante como son Komatetsu, un maestro sin paciencia y totalmente incapaz de ensañar nada a nadie y su aprendiz Ren, al que apoda Kyuta (9 en japonés) por su edad, que iguala al maestro en testarudez e impaciencia. Muestra de manera amena como día el maestro se convierte en aprendiz y el aprendiz en maestro, lo hace de una manera sencilla y pese a ser algo, que como ya hemos dicho, se ha contando antes no nos hace en la cabeza esa idea de repetición que se podría esperar sino todo lo contrario: vemos como Kyuta aprende y va creciendo, tanto como persona como guerrero, de forma amena y había nuestro interés de internarnos mas en su relación de que nos cuente mas de este día a día de la singular pareja.

Tras unos primeros 75 minutos que solo se pueden describir como perfectos, dignos de ser estudiados en cualquier clase de cine, Hosoda hace una parada brutal de ritmo con un segundo tercio bastante más lento y por ocasiones, mas aburrido. Cae de manera injustificada en la repetición de símbolos y de ideas, llegando a recalcar la idea del viaje interior hacia el aprendizaje y el entendimiento personal, repitiendo escenas que nos darán sensación de “deja vu” pues ya nos lo ha contando 30 minutos antes pero con otros personajes. Esta sensación se incrementa cuando nos damos cuenta que no se aporta con estas escenas nada a la trama, es más, si avanzamos la película hasta el final de este segundo tercio y continuamos en su recta final nos damos cuenta que no hacen falta para nada, que la historia se podía haber contado sin ellos y que la película hubiera resultado muchísimo mas redonda si se eliminara este segundo acto quedando así un largometraje de 90 minutos sencillamente perfecto.

Dejar claro que no es una película para niños, es un drama, una historia sobre el aprendizaje, sobre la superación, sobre como encontrarse a si mismo y sacar lo mejor, de cómo dos personas pueden sincronizarse de modo que una ya no pueda vivir sin la otra. No es una película Disney de risas y alegrías y esto no es malo, al contrario, se agradece poder disfrutar de una animación para adultos sin caer en la acción por la acción o el manido humor del teta culo caca pis.

No debéis de dejar de verla bajo ningún concepto, a los amantes de Ghibli os gustara y a los no iniciados en esto del anime os maravillara.