Análisis de Atelier Marie Remake: The Alchemist of Salburg

Nos embarcamos en todo un viaje al pasado envuelto en las mejores galas para celebrar el vigesimoquinto aniversario de la prolífica saga Atelier.

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El tiempo pasa inexorable, y lo hace para todos y en todas partes. Hace ya 25 años que la desarrolladora nipona Gust, de la mano de Koei Tecmo, publicó el primer título de la longeva serie Atelier: se trataba de “Atelier Marie: The Alchemist of Salburg”, publicado inicialmente para PlayStation, y posteriormente portado a otras plataformas como Sega Saturn, Dreamcast e incluso PlayStation 2. Desde entonces, un larguísimo carrusel de juegos han ido dando cuerpo a una abultada colección que a día de hoy cuenta con nada más y nada menos que 20 títulos principales, así como un sinfín de spin offs y títulos secundarios.

Para celebrar esta nada desdeñable efeméride alcanzada por la saga Atelier, Gust ha querido rendir homenaje al videojuego con el que empezó todo, y a su primera protagonista: Marlone, una aprendiz de alquimista un poquito desastrosa más conocida como Marie en los ambientes. “Atelier Marie Remake: The Alchemist of Salburg” es el título de esta recreación integral del primer juego de la colección Atelier, que nos ha llegado en 2023 con un deslumbrante nuevo aspecto gráfico, técnico y sonoro que hará las delicias de quienes tuvieran la oportunidad de disfrutarlo en su momento, así de los que, como el que escribe, hayan llegado a la saga a través de alguno de sus títulos más modernos.

Como decimos, en Atelier Marie encarnamos a Marlone, una encantadora aprendiz de alquimista, que destaca en muchas cosas y tiene muchas virtudes, entre las que, no obstante, no se cuentan ni su rendimiento estudiantil ni su gusto por la disciplina. Vamos, que su paso por la academia de alquimia no está siendo precisamente exitoso. Y ésta es la premisa principal del juego: tenemos que ayudar a Marie, que es como se le conoce cariñosamente, a completar con éxito una misión especial que le ha puesto la responsable de su formación a modo de ultimátum docente. Si tenemos éxito, Marie se redimirá y será investida como alquimista de pleno derecho. Pero si fallamos, será expulsada definitivamente de la academia, cosa que, por supuesto, no podemos permitir.

La historia no destaca por su profundidad sino por su levedad e inocencia, como ocurre en otras entregas de la serie, siendo un vehículo en el que se apoya el título para elaborar sobre los conceptos que quiere representar. En esta primera edición de Atelier, Gust ya tiene claras las ideas que se desarrollarán en éste y en los sucesivos títulos: la juventud, el aprendizaje a través de la aventura y el juego desenfadado, y, sobre todo, los amigos y el entorno social. En esta ocasión la acción se desarrolla en torno a un pueblecito idílico llamado Salburg, enclavado en una llanura rodeada de montañas, bosques, ríos, lagos y cascadas. Aquí se encuentra la Academia donde Marie estudia (¿o deberíamos decir “no estudia nada”?), y donde se ubica el atelier que la profesora ha puesto a su disposición para que la díscola aprendiz intente superar la prueba que se le ha impuesto.

Las mecánicas que propone Atelier Marie son las habituales de la saga: recolección de ingredientes, con el consiguiente combate contra criaturas y enemigos que nos iremos encontrando en nuestras excursiones, aprendizaje de recetas alquímicas, acumulación de experiencia a base de practicar con la síntesis alquímica, que además nos proporcionará elementos de cada vez mayor nivel para afrontar mejor los combates, y creación y fortalecimiento de lazos sociales y de amistad con distintos NPCs, entre otras. Pero hay además una propuesta en este título que resulta especialmente llamativa por ser menos habitual en la serie: la gestión del tiempo. La profesora de Marie nos impone un límite de 4 años para completar el desafío, pasados los cuales la partida terminará inevitablemente. El tiempo, no obstante, no fluye como tiempo natural en el mundo del juego, sino que adopta un papel de “moneda” que iremos gastando en distintas cantidades al realizar las acciones que componen el bucle jugable. Por ejemplo, la síntesis de cada compuesto alquímico tiene asociado un determinado coste en días, al igual que la acción de recolectar recursos mientras estamos explorando, o el propio viaje a las distintas localizaciones donde éstos se encuentran y que iremos desbloqueando en el mapa (y ojo, el tiempo nos cuesta a la ida, y también a la vuelta). Asimismo, el mero hecho de salir y volver a entrar en el atelier de Marie hará que pase un día. Esta gestión del tiempo es a todos los efectos la mecánica principal del título, y constituye el mayor desafío al que un servidor se ha tenido que enfrentar al entrar en el mismo. Acostumbrarse a planificar al detalle la secuencia de movimientos que vas a realizar, de una forma continua, para optimizar el uso del valioso recurso temporal, es un reto que pondrá a prueba nuestra capacidad de concentración y nuestra visión estratégica. Lejos quedan esos Atelier como los Ryza en los que la exploración y la recolección de recursos es libre y gratuita. En Marie, cada movimiento nos acercará un poco más al deadline impuesto por la profesora, lo que puede resultar estresante para jugadores perfeccionistas y patológicamente ahorradores como vuestro humilde servidor, acostumbrado a llegar al final de los Resident Evils con suficiente munición y hierbas como para costearme toda mi jubilación. Pero este es un fallo mío al aproximarme al título que nos ocupa: el tiempo que se nos da para cumplimentar la misión es mucho más que suficiente, y una vez que tomamos consciencia de este hecho, el aprendizaje y perfeccionamiento de las mecánicas asociadas a su gestión resultan más gratificantes y divertidos.

Atelier Marie Remake es un producto de hace veinticinco años, para lo bueno y para lo menos bueno. En el plano jugable y de navegación por los menús no debéis esperar ningún tipo de concesión ni de las comúnmente llamadas “mejoras de calidad de vida” que los acomodados jugadores de hoy en día consideramos como imprescindibles. El juego es implacable en su propuesta, y no te va a facilitar nada ni se va a preocupar por tu bienestar. Qué diablos, si eres tú el que tiene que preocuparse por ayudar a Marie a redimirse y a superar su falta de disciplina y de capacidad de esfuerzo, ¿cómo le vas a pedir que te ayude ella a ti? Esto puede resultar un obstáculo insalvable para muchos, si bien no deja de ser un punto importante y muy representativo del viaje al pasado que este juego representa. Por suerte sí que tenemos un selector de dificultad, que afecta sobre todo al combate, y también la opción de desactivar el límite temporal de los cuatro años, lo cuál acercará la experiencia mucho más a los títulos más recientes de la saga, a costa de privarnos de una parte nuclear del desafío de la propuesta original.

A nivel de diseño artístico, Atelier Marie es un placer para la vista. El diseño de personajes y escenarios es una oda a la ternura y a la infancia, y resulta una reinterpretación del estilo original transportada a los tiempos actuales. Los personajes, e incluso los enemigos, son todos adorables. Respecto a los primeros, se ha optado por una estética manganime, con las proporciones corporales reducidas respecto a las cabezas, muy al estilo 16 bits de la versión original. Los enemigos y criaturas a las que tendremos que hacer frente siguen un estilo similar, muy acorde con lo que se iría viendo después en los sucesivos videojuegos de la serie. A nivel sonoro, el homenaje al primer Atelier es también claro. Se han rehecho todas las melodías originales, orquestándolas en un estilo moderno, aunque también podemos seleccionar que se reproduzcan los temas originales para mayor inmersión viejuna. Puesta en funcionamiento a lo largo de la experiencia con el título, la música se me ha antojado ligeramente repetitiva, posiblemente como efecto de la evolución de los tiempos y de a lo que estamos acostumbrados desde el año de su primera publicación al día de hoy. No obstante, encaja muy bien con el tono de la aventura y con su estilo artístico.

El combate en Atelier Marie es simple y directo. De hecho, se antoja a veces como demasiado de ambas cosas. Esto es así porque el desafío del juego está distribuido entre todas las fases de su bucle jugable, y el combate es una más de ellas, no teniendo el protagonismo especial que sí pueda tener en otros productos más modernos. Por tanto, la gestión táctica de los integrantes de nuestro equipo y la estratégica de los sucesivos turnos en la línea temporal de combate no es más importante que la preparación previa que hayamos hecho sintetizando objetos y pociones en el atelier, o adquiriendo armaduras y armas en la tienda y equipándoselas a nuestra party, así como seleccionando cuidadosamente en el bar de Salburg las misiones (y sus plazos, ojo) que nos conducirán a cada batalla, todo esto mientras controlamos el tiempo que nos cuesta cada uno de esos pasos del bucle de juego. Esto es, de nuevo, un reto para jugadores actuales, acostumbrados como estamos a fases jugables más autocontenidas, que también resulta muy satisfactorio una vez empiezas a entenderlo y controlarlo hasta cierto punto.

Mucho se puede decir de este jueguecito con apariencia de mosquita muerta, pero que apenas te descuides te las hará pasar canutas, y aún así divertirte mucho por el camino. La experiencia de videojuego de finales de los 90 es total, acompañada no obstante por unos niveles gráfico, sonoro y de rendimiento excelentes y actuales. Destaca además la opción de, en la versión Digital Deluxe, jugar a la versión original, accesible desde el menú principal del juego. Si sois grandes aficionados a la serie Atelier, seguramente no haga falta que os diga nada, porque ya lo estaréis disfrutando, y si aún no lo sois o sólo habéis probado alguna entrega, como es mi caso, os animo a que aprovechéis esta oportunidad que este videojuego nos brinda de viajar, con todas sus consecuencias, al brillante pasado de esta saga.