Lapis X Labyrinth
25 junio, 2019Análisis para Nintendo Switch
Cuidado que engancha
Hay algo en este juego. Lapis X Labyrinth tiene algo que hace que un adicto a los jrpgs como yo pase por alto la falta de historia, la inexistente falta de personajes o un loop jugable bastante limitado. Algo tiene. Porque Lapis X Labyrinth es un juego que me sigue funcionando, que me tiene pegado a mi Switch así lleve jugando diez minutos o dos horas. Y lo hace porque sabe que para poner a tono a los amantes del género hace falta, primero, que el diseño de las mazmorras y la actividad de explorarlas sea divertido. Y segundo, tienes que mantener al jugador con ganas de más. Pero vayamos por orden, que tengo la sensación que he ido al cogollo del asunto demasiado rápido.
Lapis X Labyrinth nos plantea coger a 4 héroes de entre un buen montón de clases bien diferenciadas, y bajar a un laberinto que está en un pueblecito perdido en busca de un legendario tesoro. Los personajes no tienen ningún tipo de personalidad definida, más allá de que puedas editarlos de forma muy básica (combinación de colores, voz, nombre) y cambiarlos de clase en cualquier momento. Esta es toda la histora que necesitas saber. Es más, es toda la que vas a saber. El resto del juego consistirá en ir recogiendo misiones del panel de noticias del gremio y bajar a un laberinto cada vez más profundo descubriendo nuevas zonas con nuevos enemigos a los que abatir en pos de recuperar el susodicho tesoro. Una vez terminemos nuestra misión, volveremos a la superficie con todo el dinerito que hayamos conseguido, y además, según la puntuación y las llaves que hayamos obtenido, la oportunidad de abrir uno o varios cofres en busca de nuevos cachivaches que podamos usar o vender.
Con este botín nos dirigiremos a la tienda a ejercer el capitalismo sin ningún tipo de rubor, para mejorar nuestro equipo y así estar mejor preparados para la siguiente misión. La particularidad de estas incursiones es que las realizaremos en una perspectiva lateral, con desplazamiento en 2D, alejándonos así de las clásicas perspectivas isométricas o en primera persona, y que nuestros héroes se moverán todos al unísono, formando una torre humana de cuatro muñecos chibi que podremos rotar en cualquier momento, manejando siempre de forma directa al que se encuentra en la base, pero pudiendo realizar varios combos en combinación con el resto de los componentes, así como un potente ataque conjunto. En el otro lado de la balanza, tenemos el hecho de que cualquiera de nuestros héroes puede ser herido en combate aunque no lo estemos controlando directamente, por lo que tendremos que hacer nuestra mejor versión del camaleón para tener un ojo en el combate y otro en las barras de vida.
Este sistema convierte cada una de las bajadas al laberinto en un festival de luz y color. La música es animada, tipo jpop, y las habilidades y combinaciones de nuestros personajes son tremendamente vistosas. Además el grueso de las misiones es combatir, combatir y más combatir, por lo que el deleite visual está garantizado, y mucho más si además nos gusta el estilo artístico que gasta el juego. Pero es que además, y aquí entra el factor “tragaperras” del que os hablaba algo más arriba, por cada enemigo que aniquilemos veremos las preciadas monedas volar hacia nosotros. Si además conseguimos mantener el multiplicador de combo sin ser heridos, acabaremos entrando en modo FEVER, donde TODO explota en forma de brillantes joyas y la música entra en un estado cuasi epiléptico. Tragaperras calentita soltandote el jackpot. Lo bonito de esto, claro, es que esto sucede de forma continua, si jugamos como el juego espera, esto es, sin cortarnos un pelo a la hora de lanzar combos y habilidades, pues las barras se rellenan ridículamente rápido. Al final, el único límite de Lapis X Labyrinth es la tolerancia a los petardos chinos que tenga el individuo, o bien, el tiempo que esté dispuesto a invertir en él. Porque si por mí fuera, estaría horas y horas convirtiendo a estos monstruos en divisa con la que comprar más equipo con la que convertir a otros monstruos en divisa aún más rápido. La vida del padre jugón no es compatible con el tiempo que Lapis X Labyrinth exige para completarlo.
Lo que es innegable es que se nota en cada partida el mimo y el cuidado con el que se ha diseñado el juego para que al final de cada misión o con cada game over, se te pose el diablo en el hombro izquierdo y te susurre que por otra partida más no va a ocurrir nada. Es posible que esa partida se convierta en veinte. Y que el pavo que tenías en el horno ya se haya quemado. Y que tu hijo siga esperando a que le recojas del cole. Pero eh, ¿qué importa eso si a cambio puedes hacerte con un par de grebas nuevas para tu paladín?
Lapis X Labyrinth es cocaína para los ojos del fan de los juegos de nicho, y sólo espero que el lector que haya llegado a este texto con dudas tenga ahora ganas de probarlo. Pero cuidadito, que engancha.
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Lapis X Labyrinth
A Favor
- Sistema de juego super divertido y super adictivo
- Ideal para jugar una partida corta en el metro, o para pasar la tarde matando monstruos.
- El apartado musical es excelente
- El diseño de los personajes es bonito, agradable a la vista, y lo suficientemente sencillo como para que distingas cada clase aunque los sprites sean pequeños.
- Cada partida es una explosión de luces. Es un juego tremendamente vistoso.
En Contra
- A veces entre tanta explosión no queda claro lo que está ocurriendo en pantalla, o si alguno de los personajes está recibiendo daño.
- Los que busquen un dungeon crawler clásico no encontrarán un hilo narrativo ni unos personajes a los que agarrarse.