Silent Hill f. Análisis

Silent Hill f. Análisis

21 octubre, 2025 0 Por Alberto Martin

Silent Hill f: El terror florece de nuevo

Poco a poco, a medida que la información nos iba llegando, tanto mis esperanzas como mis dudas iban creciendo con la llegada de Silent Hill f. Esperanzas porque su cambio de ambientación, el tono y, sobre todo, su guionista (Ryukishi07) me permitían vislumbrar un nuevo renacer para una saga que solo había alzado el vuelo, recientemente, con un remake del que, posiblemente, sea su mejor entrega. Y dudas por cómo habían encarado el combate, algo a medio camino entre las tosquedad habitual de la saga y un hack&slash que parecía alejarse de los cánones de la obra para ofrecernos un movimiento más ágil y medido de lo acostumbrado. ¿Qué ha pesado más? Lo cierto es que, pese a la extraña mezcla que nos han preparado, esta nueva entrega de la veterana saga sabe salir airosa. Así que sí, las esperanzas han reflotado una saga que, en sus últimas entregas, parecía haber perdido parte de su identidad.

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La primera de las rupturas que ha supuesto esta nueva iteración es la ambientación: viajamos hasta Japón, en la década de los sesenta. Concretamente a Ebisugaoka, un pueblecito rural venido a menos y muy anclado a unas extrañas tradiciones que mucho tienen que ver con Inari, la deidad sintoísta con forma de zorro. Hinako, nuestra protagonista, es la hija menor de un matrimonio disfuncional, con una madre anulada por la violencia física y verbal a la que la somete un marido alcohólico. Tras una intensa discusión Hinako se marcha de casa y se dirige al pueblo, en busca de sus amigos… pero en el pueblo parece haber sucedido algo y una extraña maldición comienza a asolar a sus habitantes.

Silent Hill siempre se ha caracterizado por una serie de argumentos obtusos, complejos y tremendamente simbólicos. Y en esta ocasión volvemos a reencontrarnos con una entrega que poco o nada tiene que envidiar a su segunda parte: Ryukishi07 ha hecho un trabajo excelente a la hora de depararnos unos personajes protagonistas (con triangulo amoroso de por medio) muy bien construidos y una historia que poco a poco va tornándose más oscura y compleja a medida que avanzamos por ella. Y, os advierto, que para comprenderla en su totalidad no va a bastar con una única vuelta…

A esta nueva ambientación la acompaña un apartado artístico que es, muy probablemente, de lo mejor que hemos visto en la saga. Silent Hill f hace gala de unos escenarios repletos de detalles, con unos interiores fascinantes y sobrecogedoramente bellos. El diseño de los monstruos, uno de los pilares de la saga, es excelente, aunque, eso sí, poco variado. ¿Y qué decir de esa otra dimensión? Ese otro mundo al que nos transportaremos frecuentemente cambia drásticamente en comparación a lo que nos habíamos habituado: de los escenarios oxidados, repletos de hierro y con sonidos metálicos y de maquinaria, hemos pasado una serie de estampas majestuosas, ambientadas en la arquitectura clásica japonesa, sumida, eso sí, en una oscuridad que hace latente la sensación de peligro constante. Una ruptura que le sienta estupendamente, puesto que el terror desprende aquí una elegancia inquietante: la belleza parece esconder una realidad más desasosegante.

Pero debemos detenernos en algunos de los puntos polémicos de esta obra: el combate. Silent Hill f propone una jugabilidad próxima al hack&slash, pero sin ser lo suficientemente fluido como se le supondría, a día de hoy, a una obra que se acerque a este tipo de combate. Con una barra de vitalidad, otra de resistencia y otra más de cordura (con la que se ejecutan ciertos ataques más contundentes); unas esquivas y parrys que permiten tomar ventaja de manera clara ante el enemigo; y una serie de armas que se van desgastando y rompiendo, el combate navega entre demasiadas vertientes que, en sus momentos iniciales, pueden abrumar al jugador clásico de esta saga ¿Es funcional? Sí, desde luego. ¿Es divertido? En sus compases iniciales, sí, pero a medida que vamos avanzando, y la poca diversidad de enemigos (y sus patrones de ataque) se hace evidente, este aspecto comienza a deslucir. Sucede además un efecto colateral que no beneficia a las dinámicas de la obra: a medida que uno va aprendiendo a luchar mejor, va perdiendo el temor a los enemigos. Dicho esto, combatir es muy divertido y aprenderse los patrones de ataques y realizar combinaciones correctas de esquivas y parrys es uno de los grandes gustazos que el juego nos depara.

Por supuesto, hay posibilidades de mejorar a nuestro personaje para tener más ventajas en los combates: vitalidad, resistencia, cordura… y la posibilidad de equiparse con más omamoris. Estos objetos nos permiten tener una serie de ventajas en el juego que, en algunos casos facilitan claramente nuestra vida en este pueblo maldito. Eso sí, los omamoris se adquieren de forma aleatoria: es decir, compras a ciegas, cambiando fe (la moneda del juego, que se gana ofrendando objetos en los hokora) por uno de estos objetos.

Y dejamos para el final dos de los aspectos es los que también brilla esta entrega: por un lado, los puzles: complejos y desafiantes. En algunos casos, además, nos tocará resolverlos mientas nos persiguen entidades demoníacas que hacen nuestra experiencia aún más estresante si cabe. Por otro lado, el diseño sonoro: la banda sonora es una obra de arte en sí misma, con composiciones sobrecogedoras, bellas y terroríficas. El sonido del juego es acongojante, sobre todo en interiores, donde cualquier crujido, portazo, pasos… hacen que el corazón nos dé un vuelco.

Silent Hill f es una entrega que nos devuelve, claramente, la fe en la saga: el cambio de ambientación, su argumento, el diseño de monstruos y puzles suponen un paso adelante muy valiente, sin miedos. Aunque el combate desluzca esa sensación de terror, es cierto que nos depara algunos momentos muy divertidos cuando nos hacemos con sus mecánicas. Y, aún así, el juego es capaz de volvernos a meter el mal rollo en el cuerpo en cualquier momento, sin apenas despeinarse. Pocas veces el survival horror ha sido más elegante e inquietante que en este juego, capaz de transmitirnos malestar y desasosiego con una economía de recursos envidiable, al alcance de pocos videojuegos. Es un horror elegante, sí, y contundentemente precioso.

Alberto Martin
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Silent Hill F

79.90 €
9

Historia

9.0/10

Jugabilidad

8.0/10

Diseño Artístico

9.5/10

Diseño de Sonido

9.5/10

A Favor

  • Su guion, obra del genial Ryukishi07
  • El diseño artístico es deslumbrante
  • Música y sonido son para quitarse el sombrero
  • El cambio de ambientación

En Contra

  • El combate, pese a ser funcional, rebaja la sensación de terror
  • Que no podamos saber qué omamori estamos comprando