Ultros. Análisis.

Un metroidvania psicodélico, apasionante y muy, muy diferente.

El estudio sueco Hadoque nos abre las puertas de un mundo multicolor de figuras que se deforman y juguetean ambiguas ante nuestros atónitos ojos. Nos embarcamos en un viaje a la altura de las experiencias propiciadas por las sustancias psicotrópicas que campaban a sus anchas en los locos años 60 del siglo XX. Pero esta vez, nosotros lo haremos a los mandos de nuestra consola, alternativa mucho más sana, dónde va a parar… ¿no? Pues claro que si, hombre, no lo dudes. Porque de este viaje no vamos a sacar ninguna resaca ni ninguna mala decisión: sólo vamos a descubrir un metroidvania rompedor y fresco como pocos, que no vamos a olvidar fácilmente, y del que no vamos a querer salir.

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Si tuviéramos que describirlo en pocas palabras, sin duda empezaríamos diciendo que Ultros es un metroidvania. Así centramos el tiro, y captamos la atención de los trastornados del género, como éste vuestro humilde redactor. El juego consiste en ir recorriendo un intrincado mapa, en el que habrá zonas ocultas, puntos de interés, puntos de guardado, y sectores que no podemos alcanzar hasta que no desbloqueamos una determinada habilidad. Pero esto es solo la más inmediata superficie, ya que Ultros propone mucho, pero que mucho más que eso.

A partir de aquí podemos ir refinando diciendo que estamos ante un metroidvania pero con un estilo extraordinariamente personal, muy psicodélico, y que además se va desarrollando a base de iteraciones (ciclos), que aparentemente consisten en comenzar de nuevo, de forma que en el horizonte aparece también alguna pincelada de roguelite. Pero no os dejéis engañar, es un espejismo: los ciclos aquí sirven para ir superponiendo una experiencia metroidvania sobre otra, con ligeras variaciones que provocarán que nuestro periplo fluya por distintas zonas del mapeado, sirviendo como vehículo para que se desarrolle la trama al ritmo y en la secuencia que sus autores han concebido. Es absolutamente magistral la forma en la que el juego te dirige, sin que te des la más mínima cuenta, y te va mostrando lo que quiere en cada momento. Hay un gran trabajo de planificación y diseño aquí, y la experiencia final es enormemente satisfactoria.

A nivel argumental, en Ultros encarnamos a Ouji, una viajera estelar que, aparentemente, ha estrellado su nave contra un enorme cuerpo celeste que parece artificial, y que conoceremos con el nombre de “El Sarcófago”. En este Sarcófago reina un colorido caótico y escandaloso por doquier, y en él encontraremos múltiples vestigios de una civilización o cultura precedente, entre los que habita una fauna y sobre todo una flora de grandísima variedad que es ahora la gran dueña y señora de la estructura. A base de explorar esta megaestructura y de entablar conversaciones con los curiosos personajes que la pueblan, iremos desentrañando el misterioso pasado del Sarcófago y la trama que se desarrolla bajo este torrente de color y contrastes.

Porque, como hemos comentado ya al principio, este juego entra, sin lugar a dudas, por los ojos. El estilo artístico es alucinante, con ilustraciones del artista sueco conocido como El Huervo, cuyo arte podemos admirar también en otros videojuegos como el archiconocido Hotline Miami. Los escenarios, personajes y demás elementos en pantalla están llenos de personalidad y carisma, e impregnados de un colorido estridente. Y si esto os resulta agobiante a la vista, no temáis, pues esta gente ha pensado en todo: hay multitud de opciones de accesibilidad que permiten atenuar la sobredosis de color si es necesario, reduciendo el contraste del fondo, o creando un halo de color alrededor del personaje que lo haga destacar del entorno. La banda sonora es asimismo increíble, con un estilo años 70 del siglo XX que le va como anillo al dedo, o como diadema de flores a la cabeza, y que nos hará sentir parte de la portada de un disco de Cream o de los Beatles en su época más psicodélica.

Y ahora llegamos a lo que, para el que escribe, es la parte más revolucionaria de este juego (si, con todo lo que llevamos dicho, para mi, esto es lo gordo): las mecánicas. Porque este metroidvania por supuesto tiene combate, tiene exploración, tiene jefes, y tiene habilidades que hay que ir desbloqueando. Pero eso es sólo la punta del iceberg que nos proponen desde Hadoque. En Ultros tenemos mecánicas que merece la pena descubrir sin saber nada de antemano, por lo que no entraré a destriparlas. Solo haré breve mención a que parte del avance en la aventura dependerá de nuestras dotes de jardinería (si, habéis leído bien), e incluso de ganadería. Ahí lo dejo. Donde sí haré hincapié es en el hecho de que el ir desentrañando esas novedosas e inesperadas mecánicas que Ultros nos ofrece es de las partes que me han resultado más satisfactorias de la experiencia de jugarlo. El juego sabe crearte curiosidad por ciertos elementos que vamos teniendo a nuestra mano pero que no sabemos ni para qué sirven ni cómo se usan, y sabe cuándo y cómo darte la clave para que tengas ese epifánico momento “aha!” que resulta casi orgásmico en algunas ocasiones. No os digo más; tendréis que vivirlo para saber a qué me refiero.

Y esto es Ultros, nada más y nada menos. Espero haber dejado claro que es un título al que merece la pena darle una oportunidad. Si os llama mínimamente la atención el género popularizado por las míticas sagas Metroid y Castlevania, y elevado a la categoría de mainstream por gigantes como mi querido Hollow Knight, no os lo penséis, sumergíos en este mundo piscodélico y psicotrópico del Sarcófago de la mano de la colorida viajera espacial Ouji y dejáos llevar para vivir una experiencia que no os va a dejar indiferentes. No vais a querer salir del Sarcófago.