AWAKEN: Astral Blade. Análisis.

Un metroidvania notable y sorprendente.

El estudio chino Dark Pigeon Games nos ha preparado una auténtica sorpresa. Seré sincero: cuando oigo que un estudio independiente está a punto de presentar su próximo título, y lo encuadra dentro del género de los metroidvania, mi ceja derecha se arquea automáticamente. Es como un tic, no puedo evitarlo. Y que conste que un servidor es acérrimo fan del género y los devoro con fruición. Pero también pienso que es un campo que antes era un vergel y ahora es una metrópolis futurista hiperpoblada saturada de rascacielos y hormigón. Es tremendamente difícil montar una propuesta metroidvania que resulte atractiva a priori, que consiga destacar, y más aún que una vez te metes en faena consiga enganchar y resultar fresca. Pero, ay, cuánto me gusta cuando los desarrolladores me callan la boca a base de juegos tan bien traídos como AWAKEN: Astral Blade. El titular sería: es un pedazo de metroidvania. Y ahora, veamos por qué.

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Porque AWAKEN: Astral Blade es un metroidvania con todas sus (muchas) letras. Pero es que la propuesta no se queda ahí. Del género de titanes como Hollow Knight, Simphony in the Night y demás, este título tiene la muy común propuesta de desplazamiento 2D, exploración, un mapa inmenso que, como no puede ser de otra forma, recuerda a un hormiguero (guiño guiño al maestro Adrián Suárez), y ese archiconocido progreso a base de ir desbloqueando habilidades y armas que nos permiten alcanzar nuevas zonas del mapa antes inaccesibles. Pero este juego no se queda ahí, porque el conjunto jugable queda enormemente enriquecido por un combate que se encuadra de lleno en la constelación de los hack’n slash, con combos, ataques débiles y fuertes, e incluso un sistema de puntuaciones al superar algunos enfrentamientos de tipo arena al más puro estilo Bayonetta. Y encima, te encuentras un gato y lo puedes acariciar. GOTY. Todo es mejor cuando puedes acariciar michis, esto es así.

En AWAKEN: Astral Blade tomamos el control de Tania, una ciber guerrera futurista que es enviada por su creador a investigar la desaparición de un equipo de investigación en una zona selvática encuadrada en el misterioso archipiélago de las Islas Horace. Esta zona geográfica resulta estar plagada de monstruos mutantes procedentes de la fauna local, e impregnada de un ancestral poder llamado energía Karpa, que parece ser la causante de las mutaciones. A partir de aquí, Tania se ve envuelta en una serie de tramas y situaciones de diversos personajes que iremos conociendo a lo largo del juego, que la llevarán a un viaje de descubrimiento tanto de la realidad exterior, como de la suya interior. Como vemos, el argumento en este caso es bastante estereotipado, no llegando a sorprender. Pero es suficiente para dar soporte a una jugabilidad muy bien diseñada y muy satisfactoria, por lo que cumple con creces su misión.

Pero vayamos a lo molar: las mecánicas y el gameplay. Porque, seamos sinceros, ¿quién necesita una historia cuando nos podemos concentrar en el puro goce y disfrute de un control pulido y un sistema de combate satisfactorio? Dejando un poco de lado la broma, lo cierto y verdad es que a nivel jugable este videojuego es más que notable. El control del personaje es preciso a la vez que cómodo, y los saltos resultan naturales y predecibles, lo cuál hace que el desplazamiento por el mapa sea agradable y fluido, convirtiendo la exploración es un gustazo. Y por si fuera poco, tenemos un mapa con una serie de mejoras de calidad de vida como por ejemplo la posibilidad de insertar distintos marcadores en sitios a los que queramos volver más tarde, o un medidor de progreso en cada zona al estilo del que podíamos encontrar en los Ori, que los completistas como yo agradecemos un montón.

Por otro lado tenemos el combate, que como hemos dicho se descubre como una propuesta de hack’n slash de lo más fina. Tania tendrá a su disposición un nutrido conjunto de armas, que aparte de la primera espada, que tendremos desde el principio, iremos desbloqueando a medida que vayamos avanzando en la aventura. Cada arma tiene su set de movimientos propios, si bien el esquema de los combos se mantiene entre ellas, con distinto resultado en cada una, como es lógico. Esto abre la puerta a una infinidad de posibles estrategias al afrontar cada desafío, según el estilos de combate de cada jugador. Especialmente interesante me ha resultado una de las mecánicas de extensión de combos, que consiste en cambiar de arma al final de una secuencia de golpes, lo cuál desencadena un poderoso ataque con el arma recién desenfundada al final del combo.

A nivel artístico el título recuerda a productos como Bloodstained. La mayoría de los escenarios consisten en un parallax de varios niveles que crearán un efecto de profundidad por el cuál tendremos la sensación de estar jugando en un diorama. El diseño de personajes tiene un marcado toque manga entre ciberpunk y fantástico, que ha quedado muy bien, y la paleta de colores encaja a la perfección con el tono de exploración, aventura y descubrimiento que impregna a toda la propuesta. En el apartado técnico no hay casi nada que se le pueda afear a este videojuego, al menos en la versión de PC (Steam Deck), que es la que he tenido el placer de disfrutar. Sólo mencionaría algunos detalles de acabado como alguna transición entre escenas algo brusca en las que se hubiera agradecido algo más de trabajo. En cuanto al rendimiento, no he apreciado ninguna caída de frames ni ningún bug que me haya empañado la experiencia de ninguna forma. El apartado sonoro no destaca especialmente en el conjunto, resultando las músicas entre ligeramente repetitivas e irrelevantes, aunque, de nuevo, sin desmerecer especialmente al resultado final. Funcional y suficiente en este apartado.

Para concluir, AWAKEN: Astral Blade es, sencillamente, un gran metroidvania. Si eres fan del género, corre a por él, porque además ha salido a un precio irresistible. Te va a dar unas 12-15 horas de juego en las que vas a disfrutar de todo lo que te gusta de este tipo de juegos, a cubazos que el título te va a tirar a la cara. Y encima, no te vas a empachar, porque todo está bien medido, bien ejecutado, y llevado con mimo hasta un nivel que satisfará a los más exigentes.