Análisis de Gylt
16 julio, 2023Sumérgete con nosotros en esta aventura narrativa cargada de mensajes profundos sobre temas tan trascendentes como el bullying.
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El lema del estudio madrileño Tequila Works, responsables de Gylt, es “Creatum gustum”, que se puede traducir como “hacer cosas con gusto”. Y, por si no bastase con sus producciones anteriores (entre las que destacan The Sexy Brutale, o RiME, entre otros), con Gylt vuelven a demostrar qué quieren decir con esta consigna. El título, publicado originalmente como un exclusivo de la malograda Stadia, rezuma calidad y saber hacer por los cuatro costados: un acabado gráfico soberbio, una banda sonora que encaja al milímetro con la ambientación, una narrativa eficiente y un conjunto de mecánicas bien acompasadas hacen que la experiencia de jugar a este Gylt sea, efectivamente, un gusto.
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En Gylt encarnamos a Sally, una niña atribulada por la reciente desaparición de su prima Emily. Nuestra protagonista no ceja en el empeño de encontrarla, empapelando sin cesar el pequeño pueblo minero de Bethelwood con carteles con la foto de la pequeña perdida. Para colmo de males, Emily es objeto de acoso por parte de un grupo de abusones, como desgraciadamente ocurre a diario a multitud de niños en la vida real, y precisamente es en medio de uno de los ataques de esos desalmados que arrancamos la aventura. Después de una breve cinemática introductoria, el juego arranca in media res, con Sally huyendo de los bullies, y terminando en un lugar misterioso en el que comenzaremos a desentrañar una historia intrigante y emocional a caballo entre la búsqueda de nuestra primita, las pesquisas sobre la historia del pueblo de Bethelwood y la verdadera naturaleza del lugar al que hemos ido a parar en nuestra huida.
A partir de aquí el juego se abre ante nosotros inicialmente como un survival horror en toda regla. Tenemos un elenco de mecánicas más que familiares para los aficionados al género como la exploración, el sigilo, la gestión de recursos limitados y los puzles. Como decimos, manejamos a Sally en una perspectiva en tercera persona, y arrancamos su periplo con ella completamente indefensa, para ir armándose poco a poco con recursos y utensilios que le permitirán afrontar distintos desafíos. Para avanzar tendremos que movernos por zonas pobladas por distintos enemigos, para lo que podremos elegir entre hacerles frente (con el consiguiente y habitualmente indeseable derroche de recursos) o escabullirnos entre ellos sigilosamente, haciendo uso de distintos elementos de distracción. Tendremos a nuestra disposición un mapa de casi todas las zonas que visitemos, en el que, además, se nos informará de la ubicación de los recursos junto a los que hayamos pasado, facilitando enormemente la gestión de los mismos, así como del número de los distintos coleccionables presentes en la zona y de los que hayamos conseguido ya.
Junto a esta vertiente de survival horror el juego tiene también una marcada componente narrativa, que sobre todo en las primeras horas es muy guiada, lo que crea una sensación de desarrollo lineal que acerca la obra al género de aventura narrativa. Como suele ocurrir en estos casos de fusión de géneros dispares, el resultado puede resultar confuso y difuso. No obstante, esta sensación desaparece a medida que nos adentramos en la aventura, que va solidificando su personalidad a cada hora de juego. ¿Es, por tanto, Gylt un survival horror clásico? A mi me cuesta mucho pensar en él como tal, fundamentalmente por un aspecto que desgranaré a continuación. Pero es que no le hace ninguna falta: este juego no necesita ser encasillado para brillar con el “gusto” que caracteriza a sus creadores.
El apartado artístico. Aparte de las dirigidas primeras horas de juego, el diseño artístico de Gylt es el motivo principal por el que no me encaja la comparación con un Resident Evil, un Alan Wake o un Signalis, por ejemplo. Y es que el arte de este título podría perfectamente estar encuadrado en una película de Pixar. Y esto es un grandísimo mérito. El diseño de los personajes es sublime: Emily es enternecedora y terriblemente expresiva. Si nos tomamos la molestia de encuadrarle el rostro y la observamos, veremos que está gesticulando continuamente. Todo esto, unido a la crudeza de su historia, hace que sea una protagonista que nos toca la patata desde el primer minuto. El “problema” es que los enemigos están impregnados también de este estilo de película de animación enfocada al público infantil, lo cuál hace muy difícil que se nos ericen los vellos de la nuca cuando los oímos al final de un oscuro pasillo o vemos la señal que nos avisa de que estamos captando la atención de alguno de ellos y debemos ocultarnos. Pero como digo, esto no es un problema, más allá de no cumplir la expectativa de alguien que acuda a este título buscando una experiencia de terror puro. Una vez superada este conflicto entre temática y estilo artístico, el juego enamora por sus mecánicas, su desarrollo y su historia, y se forja una destacada personalidad tan original como sólida, situándose a la altura de los mejores trabajos de Tequila Works.
A nivel técnico el juego está más que pulido. El desempeño es perfecto en todo momento, sin caídas ni tiempos de carga que destaquen en ningún caso. Los escenarios tienen un nivel de detalle más que suficiente para conseguir una ambientación bastante eficaz para los jugadores más curiosos que se detengan a escudriñar cada tablón de anuncios o a mirar cada reflejo de farola en charco. Y como no podía ser de otra forma en un título en el que el contraste entre la luz y la oscuridad es tan importante, los efectos de iluminación rayan a un nivel sobresaliente.
La música cumple su función a la perfección, si bien no destaca por encima de ser un complemento atmosférico. El doblaje es de mucha altura, y los efectos sonoros de algunos de los enemigos consiguen ponernos la piel de gallina, pasando por encima de ese estilo cuqui que hemos mencionado anteriormente.
Es importante señalar que Gylt no es un juego difícil. El ritmo de la narrativa y el desarrollo personal de Emily prevalecen por encima de la gestión de recursos y de la dificultad de los jefes. Tequila Works no quiere que nos atasquemos ni que nos convirtamos en McGyver para matar a tres enemigos con un imperdible. La propuesta nos lleva en volandas a empatizar con la dura historia de esta niña que, como tantos otros chavales de hoy y de siempre, tienen que enfrentarse a un desafío tan terrible como el de ser hostigados por compañeros del colegio o por vecinos del barrio. Junto a Emily, visitaremos una variada selección de escenarios representativos de la vida de la pequeña población de Bethelwood, recreados con un nivel de mimo y atención que los hacen creíbles y naturales. El mapeado de cada zona es en general interesante, y la exploración se premia de forma más que generosa en cuanto ponemos un poco de nuestra parte, lo que hace la experiencia más satisfactoria si cabe.
Gylt es un título de primerísimo nivel que vuelve a poner de manifiesto el tremendo momento en el que se encuentra el desarrollo de videojuegos en España. Tequila Works creó allá por 2019, que fue su fecha original de lanzamiento para Google Stadia, una experiencia de primera categoría, cuya popularidad se ha visto lastrada por el hecho de ser exclusiva para dicha plataforma durante cuatro años. Hoy desgraciadamente Stadia ya no existe, pero esta mala noticia nos ha dado la oportunidad de disfrutar de este videojuego maravilloso en más plataformas, lo que sin duda favorecerá que Gylt ocupe el lugar que merece entre los aficionados a los productos de calidad con una historia profunda e importante, que debe ser contada con todos los medios a nuestro alcance.
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