Nongunz: Pequeño pero matón

7 junio, 2017 0 Por furgonetero
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Aunque a primera vista pueda parecer que estamos ante otro título que trata de aprovechar el auge del pixel art, no hará faltar rascar mucho en la superficie para darnos cuenta que Nongunz ofrece mucho más bajo ese envoltorio de gráficos ochenteros.

Lo primero que llama la atención del título desarrollado por Brainwash Gang es obviamente su apartado gráfico y artístico, donde para empezar tenemos un cementerio en blanco y negro con fondos creados a mano formando un elaborado escenario principal. Esta zona que cuenta con varias profundidades no transitables pero que aportan gran vistosidad, servirá de puerta de entrada a las mazmorras, nuestro núcleo de la acción.

En este rincón de paz inicial podremos  guardar objetos que llevemos en el inventario, comprar algún elemento útil y sobretodo intercambiar en un altar los puntos que consigamos al disparar las armas en un gigantesco mural que nos permite acceder a máscaras y nuevas clases de armamento. Esos puntos los iremos consiguiendo al pasar tiempo sin morir –aunque nunca de manera definitiva- y sobre todo al acabar con nuestros enemigos por lo que a pesar de que en el paso por las mazmorras podemos obviar el combate, la tentación de desbloquear armas y equipo más rápido nos incentivará a darle plomo a los rivales. En la parte inferior del escenario debajo de dicho mural encontraremos una especie de nichos donde irán ubicándose los acólitos que vamos liberando en las mazmorras y que gracias a su rezo nos permitirán ganar esos puntos de habilidad más rápidamente.

Nuestro personaje también destaca en el aspecto gráfico por ser una simple silueta a quien he visto más de una semejanza con el vaquero Cuttlas. Los enemigos mantienen esa línea de diseño simple, pasando por simples dedos y piernas (hay incluso una mano que nos dispara sus uñas) hasta otros engendros surgidos de pesadillas que reflejan una inspiración propia de Lovecraft.

Estos rivales se encuentran en las mazmorras que nos separan de cada boss final y cuyo orden se producirá de manera aleatoria. Estas pantallas no son procedurales si no que cada pantalla ya ha sido previamente creada a mano al estilo de juegos como King Lucas (del que ya os hablamos hace unos meses en No Es País para frikis).

Con un manejo relativamente simple nuestro personaje tendrá que superar las sencillas plataformas de este arcade mientras dispara torrentes de balas a los enemigos para despejar el camino aunque también es posible evitarlo como hemos mencionado antes. Estas pantallas siguen siendo casi monocromáticas con una paleta de colores muy oscura basada prácticamente en sombreados, pero donde encontraremos ventanales a modo de puntos de luz que nos servirán para volver a la zona inicial a ofrecer nuestros puntos en el altar.

Sin llegar a cotas de dificultad de juegos como Super Meat Boy o Bro-force, lo cierto es que con Nongunz no estamos ante un juego fácil ya que cualquier enemigo podrá ponernos en apuros si se nos atraganta. Por si fuera poco, los jefes finales poseen mecánicas variadas y si no damos con ellas se convertirán en un reto excesivamente exigente poniendo a este título al nivel de juegos como Titan Souls.

Afortunadamente durante nuestro mazmorreo podremos acceder a tenderos ambulantes en alguna sala que a cambio de los puntos cosechados nos venderán piezas de inventario u objetos que podemos usar en nuestro beneficio. Para conocer su uso en más de una ocasión tendremos que arriesgar y tirar de intuición puesto que los desarrolladores han optado por dar un papel testimonial a la historia y no tenemos ningún tipo de texto al alcance.

Es por este detalle que muchos jugadores puedan sentirse abrumados ante la idea de no saber bien qué hacer o donde ir pero donde primará el instinto básico de supervivencia de apretar el gatillo ante las hordas amenazantes. Por último hay que mencionar que la música no rompe la singularidad de este juego y aunque su aspecto pueda pedir un score del corte del heavy metal, Brainwash Gang han optado por darle un toque mucho más orquestal. En este sentido tendremos  piezas compuestas con pocos instrumentos y un matiz melancólico que casa muy bien con el aspecto lúgubre de los escenarios y enemigos, donde la muerte es la gran protagonista. Y solo las balas podrán separarla de ti.