Gravity Rush 2, vuelve la reina de la gravedad

14 febrero, 2017 0 Por furgonetero
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Lo que uno recuerda con más viveza de ‘Gravity Rush’, aquel título para la desaprovechada portátil de SONY, son los vuelos (caídas hacia arriba) a toda velocidad recogiendo gemas, lo rápido y grácil del desplazamiento de Kat en tierra, y lo simple pero medianamente efectivo de sus combates.

Por eso resulta confuso enfrentarse a los primeros minutos de ‘Gravity Rush 2’. Porque da comienzo con una sección en primera persona, con un movimiento pesado y lento, para dar paso a una sección en la que encarnamos a una Kat que recupera su movilidad (la animación de salto sigue pareciéndome preciosa) pero sin su característica indumentaria y sin sus poderes gravitacionales. Incluso cuando vuelves a ser la Kat de la primera parte, te espera cerca de una hora de tutorial forzoso. Sin ninguna explicación de cómo ha llegado a estar donde está, con quién está, y como está.

Consideraciones sobre productos transmedia aparte, lo cierto es que en el arranque de ‘Gravity Rush 2’ se puede percibir la consciencia de que su antecesor es un juego con mucho culto pero poco público, convencido de que no has jugado a la primera parte, que se afana en presentar sus mecánicas más esenciales en un crescendo mucho más lento de lo que a más de uno nos gustaría.

Cayendo voy, cayendo vengo

Una vez metidos en harina, con el juego en velocidad de crucero, empezamos a reconocer aquellas señas de identidad. Moverse por las ciudades flotantes sigue siendo tan divertido y agradable como antes. Es especialmente satisfactorio lanzarse al vacío y pararse en mitad de caída para llegar a los niveles inferiores. De nuevo, el juego acierta al hacer del desplazamiento uno de los puntos distintivos del juego, donde tanto el sonido como la cámara ligeramente desenfocada y un poco temblorosa nos transmiten esa sensación de estar cayendo a toda velocidad.

El asentamiento Banga y Jirga Para Lao, que ocupan aproximadamente la primera mitad de la aventura, no tienen esa mística y misterio que convertían Hekseville en un personaje más de la primera parte, pero sí que funcionan como un lienzo en el que ir dibujando a los nuevos personajes, que conoceremos sobre todo a través de las numerosas misiones secundarias.

Secundarias que son, o bien pequeñas arenas de combate, sencillas pero no tediosas gracias a las variaciones que ofrecen los estilos de combate Lunar y Júpiter, o misiones de infiltración. Las segundas son uno de los puntos negros del juego, debido a la querencia de estas misiones por un sigilo que claramente no sienta bien a un juego en el que lo más divertido y vistoso es, sin duda, provocar el caos a tu alrededor haciendo que objetos y personas vuelen sin remedio.  Los desafíos, por su parte, no dejan de ser contrarrelojes que resultan muy divertidas cuando se trata de volar a través de checkpoints flotantes, pero que se atragantan cuando te obligan a usar el deslizamiento gravitatorio, que sigue siendo duro de controlar.

Las misiones principales son las que brillan con luz propia. El único lunar de éstas es que cuando entran en juego las realmente relevantes para la narrativa, pese a tener planteamientos espectaculares, sufren de una falta de vistosidad, producto quizás de la falta de presupuesto. Estas misiones pedían a gritos scripts de destrucción masiva. Grandes robots echando abajo edificios, monstruos Nevi hundiendo ciudades voladoras enteras y oleadas de misiles volando hacia nosotros mientras usamos la gravedad para esquivarlos, devolverlos y acabar con las amenazas.

Afortunadamente, la abrupta llegada a Hekseville, más o menos a mitad del juego, pone una amplia sonrisa en mi cara. Apareces en el mismo sitio donde arranca el primer juego, en la misma situación y cuando emerges de ese pequeño patio interior con tus poderes gravitatorios el impacto de la luz anaranjada y el golpe musical (exactamente la misma melodía que en el original de Vita) te llevan en volandas. Estás en casa.

Y es en casa donde, cómo no, donde empezamos a disfrutar el juego de verdad. La escala de las misiones principales empieza a subir y la historia mete directa para llegar a un colofón épico que yo mismo pedía hace un par de párrafos, en el que muchos de los personajes que hemos conocido a lo largo de ambas entregas tienen sus momento de gloria.

La reina de la gravedad y de mi corazón

Podría decirse que ‘Gravity Rush 2’ es un buen juego, con una primera parte que pide paciencia, que es lenta, que es tediosa en muchos momentos, pero que, albricias, es salvada por los apartados artísticos y por su absolutamente A-D-O-R-A-B-L-E protagonista. Una segunda parte mucho más consistente y potente narrativamente elevan al juego del aprobado al notable alto, dando como resultado el primer exclusivo con entidad del año para PS4.

No es un sandbox con concepto de masas, no es ‘GTA’ o ‘Assassins Creed’. Y yo que me alegro, porque si algo eché de menos el año pasado fue esa personalidad que, ya pueden negarlo las veces que sea, sólo se encuentra en las japonesadas más japonésidas del Japón.