The Mooseman. camina y contempla.

14 agosto, 2018 0 Por furgonetero
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Análisis

Los videojuegos, lo sabemos, no son simplemente un ocio, un elemento lúdico: puede y, por su bien, debe considerarse como un arte y como tal ha de tener pretensiones alejadas del puro entretenimiento. En algunos casos, sus obras son pequeñas obras de arte visuales que, además, permiten salvar, como una pequeña arca, la memoria cultural de ciertas regiones amenazadas por el olvido. Never Alone ya nos permitió vislumbrar la utilidad de los videojuegos como agentes activos que pueden transmitir ciertas narraciones culturales en peligro de desaparecer: en este caso, la cultura de los Iñupiat, los nativos de Alaska, nos deparó un juego bello y que, con sus más y sus menos, nos ofrecía la oportunidad de descubrir un mundo alejado de nuestro conocimiento. Pues bien, siguiendo la estela de esta obra, la desarrolladora rusa Morteshka nos ofrece la posibilidad de descubrir los mitos de las tribus ugrofinesas de los Urales, en concreto, del Krai de Perm.

Caminar, transitar, peregrinar: The Mooseman nos propone una experiencia de juego alejada de la complejidad y del estrés, alejada de la necesidad de cumplir objetivos o de controlar varios elementos para poder avanzar. Despojado, en definitiva, de cualquier mecánica que pueda evitar el objetivo principal de este videojuego: la contemplación, el simple acto de maravillarse con el entorno que nos envuelve y que se convierte en el centro de esta preciosista obra. Dejar vagar la mirada ante algunos de los bellos y majestuosos cuadros que nos presenta The Moosseman es algo que nos ocurrirá muy a menudo: su magnífica ambientación y su particular diseño artístico, basado en el arte de estilo animal, hacen que jugarlo sea un auténtico placer audiovisual. A ellos hay que sumarle la historia que nos narra, pues todos aquellos amantes de las narraciones mitológicas van a encontrar aquí una historia totalmente desconocida, basada en la cultura propia de las tribus antes mencionadas y en la que tiene, cómo no, una fuerte presencia la naturaleza propia de la zona, tan frondosa como dura.

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En The Mooseman nosotros somos el ser que da nombre al juego, un chamán con la particularidad de que puede ver tanto el mundo real como el mundo de los espíritus, oculto a los ojos de los simples mortales. Nuestro cometido será viajar a través de los tres capas que componen el mundo: el mundo media, donde moran los mortales; el mundo inferior, donde habitan los espíritus de los fallecidos; y, finalmente, el mundo superior, donde moran los antiguos dioses. Un trayecto donde poco a poco, y mediante y reliquias que deberemos encontrar (pues estarán escondidas en el escenario), iremos descubriendo todo un mundo mitológico profundo y con seres fantásticos que lo habitan y que nos ayudarán en nuestro propósito o se interpondrán en nuestro camino. Para narrarnos todos estos mitos y presentarnos los seres que los habitan, Morteshka hace un uso exquisito de la ambientación: tanto los gráficos, basados en el arte animalista, con una animación dura, tosca, casi extraída de los murales de arte rupestre, como el uso de la música ayudan a envolver este cuento con una serie de sensaciones que, en sus puntos álgidos, son capaces de ponernos la piel de gallina. Momentos de auténtica belleza visual puntuados por una banda sonora basada en la música folcórica de los komis confieren una atmósfera realmente única, incomparable, donde lo telúrico se combina con lo ancestral, lo inconmensurable. Además, hay que hacer constar que la desarrolladora, en un acto de fidelidad a la cultura nativa, ha optado por grabar la voz en off que nos cuenta la historia en el idioma nativo de la zona originaria, pero, eso sí, podremos hacer uso de los subtítulos en inglés para poder seguir la historia.

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Y aunque el apartado audiovisual es tremendamente particular y, al menos en mi caso y pese a su sencillez, muy atrayente, no podemos decir lo mismo de sus mecánicas, el punto débil de la propuesta. Podremos movernos de izquierda a derecha, e incluso automatizar el movimiento, mientras con un único botón podemos alternar entre el mundo real y el de los espíritus. Combinar estas dos visiones para poder avanzar será la mecánica principal del juego junto con los escasos puzzles y jefes finales que nos aparecen a lo largo del trayecto. Estos, en cualquier caso, no ofrecen ninguna complejidad y son muy fáciles de vencer. La propuesta del juego es que nos sentemos ante el televisor y ayudemos a Mooseman a avanzar por su camino: ningún elemento ni puzzle ni enemigo nos va a poner en aprietos. Y es una lástima, porque alternar entre las dos visiones podría ofrecer opciones muy jugosas e interesantes que no están presentes en ningún momento del juego.

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Algo que no afecta demasiado al devenir del juego pues nos encontramos ante una propuesta muy breve, que no supera las dos horas de duración y que basa su rejugabilidad en encontrar todas las reliquias escondidas por los diferentes escenarios. Por tanto, su duracion juega en favor de la extrema sencillez de la jugabilidad del juego y de la intensidad de la historia que nos narra. Una intesidad que a veces se ha visto truncada por problemas de rendimiento: en ocasiones se me ha quedado colgada la partida, sin poder mover al personaje, y en otras, al intentar cargar la partida, no había posibilidad de que se iniciara.

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En definitiva, nos encontramos ante una propuesta breve sólo apta para aquellos que pretendan relajarse y alejarse del estrés, aprender de una nueva mitología ajena a nuestro ámbito más próximo y que quieran gozar de una apartado audiovisual realmente particular. Sin duda, para todos aquellos que quieran probar algo diferente, de ritmo pausado y con una atmósfera perfectamente conseguida, The Mooseman se nos aparece como una obra interesante que cumple la máxima de enseñar deleitando.

 

 

 

 

 

 

 

The Mooseman

7

Historia

7.5/10

Jugabilidad

5.0/10

Diseño Artístico

8.0/10

Diseño de Sonido

7.5/10

A Favor

  • Una ambientación perfectamente conseguida.
  • Enseñarnos una mitología desconocida.
  • Su apartado audiovisual.

En Contra

  • Mecánicas muy sencillas
  • Sus puzzles y jefes finales: excesivamente simples.
  • Problemas de rendimiento.